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Estos son los principales conceptos de Willy Kohan en Somos Nosotros:
Las cuarentenas indiscriminadas del año pasado profundizaron el estallido de la pobreza en la Argentina.
Décadas de inflación y violentos saltos del dólar dejaron un país arrasado que se terminó de fulminar con la pandemia, las cuarentenas y la falta de vacunas.
Los contagios se duplicaron, de 8000 a 16.000 diarios. Se confirma que llegan cuarentenas y encierros administrados que van a golpear otro año muy duro a la economía.
Es la consecuencia de no conseguir dosis suficientes, apostar solamente a Rusia y a China como principales proveedores, y mantener el monopolio estatal de la vacunación.
Hacia fin del año pasado la pobreza alcanzó 42% de la población, hoy se estima que ya llegó a 45%. Se trata de 19,4 millones de argentinos, de los cuales unos 3 millones son directamente indigentes.
En verdad el drama es mucho mayor y son muchos más los afectados: para la encuesta oficial, un hogar ya deja de ser pobre si los ingresos totales superan 51.000 pesos.
¿Cómo sale la Argentina de esta tragedia social cada vez más consolidada?
Parece cada vez más evidente que esta realidad de millones de pobres e indigentes que dependen del Estado para sobrevivir condiciona el futuro político y electoral.
Se suma al fenómeno una clase media devastada y tan empobrecida que no puede pagar ni siquiera las tarifas y el transporte., que también necesita subsidios y contratos del Estado.
Las elecciones este año van a ser cruciales para saber cómo sigue la Argentina ante esta tragedia.
El resultado será interpretado como un plebiscito a favor o en contra del modelo que propone Cristina Kirchner y el sector político que se referencia en la vicepresidenta.
La carrera por la definición electoral ya está lanzada. Con la excusa de la pandemia, se activó un riesgoso debate para postergar las elecciones.
Las encuestas indican que hoy el Gobierno está más para empatar o perder las elecciones, que para ganarlas. Debería superar 45% de los votos en todo el país para un triunfo contundente. Menos de 40% sería una derrota.
La forma en que ya Cristina tomó las riendas del Gobierno y la campaña electoral determinan que la elección terminará siendo un plebiscito a favor o en contra de ella y su proyecto. ¿Ayuda o complica al oficialismo?
Ya no se podrá presentar la estrategia de 2019, del proyecto radicalizado de Cristina escondido detrás de Alberto Fernández y Sergio Massa.
Los independientes que votaron por Alberto creyendo en la palabra del candidato que les prometió que no estaban votando el regreso de la Cristina radicalizada, no estarían hoy acompañando al Presidente.
El resultado de las Parlamentarias este año, con o sin PASO, resulta determinante. Cristina ya blanqueó varias veces su proyecto, y necesita aumentar su caudal en diputados y senadores para seguir avanzando.
En ningún caso el oficialismo podría llegar a mayorías especiales, dos tercios en Senado y Diputados para remover a la Corte Suprema y convocar a una Asamblea Constituyente.
Ganar por mucho, perder, o empatar las próximas elecciones para el espacio político que conduce Cristina no es de ninguna manera indiferente.
En medio de la creciente inseguridad, la crisis económica y sanitaria, el oficialismo no tiene claramente un candidato competitivo para la provincia de Buenos Aires.
Históricamente Cristina se llamaba a sosiego en los años electorales. Hacía silencio o simulaba dialogar con la oposición.
Esta vez eligió ser más auténtica. Ya no sobreactúa la moderación. Cree que la salida para el país es el modelo estatista de Axel Kicillof. Promueve la pesificación más o menos obligada y que los dólares queden sólo para el Estado. Que conviene confrontar contra el FMI y los acreedores, aunque se pague con default. Que nos puede salvar Rusia y China si Estados Unidos no nos ayuda. Y que hay que seguir quitándoles por la fuerza a los ricos con impuestos y controles de precios, para repartir entre los pobres.
La creciente influencia de lo que representa Cristina en la política exterior ocupando la Cancillería con las viejas ideas de la izquierda peronista de los 70s genera cada vez más preocupación en el mundo económico.
En lo inmediato peligra el futuro del Mercosur. Los socios del bloque se alejan de las ideas y posiciones ultra estatistas de la Argentina en materia económica, en contra de la libertad de comercio, y a favor de regímenes antidemocráticos que violan derechos humanos.
Esta radicalización aleja también al presidente Fernández de la administración Joe Biden perdiendo otra gran oportunidad para el país que necesita de Europa y EE.UU. para refinanciar sus deudas y lograr crédito para las empresas locales.
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