Suiza dijo no, por ahora, a la propuesta de ingreso garantizado
La iniciativa pretendía que cada persona reciba 2500 francos, tanto si trabaja como si no lo hace
ZURICH.– Tener el sueldo garantizado, se trabaje o no, parece inimaginable. Sin embargo, ya son varias las ideas y propuestas en este sentido que se vienen presentado en los últimos tiempos. La última fue en Suiza, donde una iniciativa popular iniciada en 2012 se votó en referéndum el 5 de junio último. La iniciativa "Por un ingreso básico sin condiciones" se propone garantizar la subsistencia de todas las personas por igual sin que para ello deban trabajar. En dos palabras: sin condiciones.
La idea no es nueva. Ya Tomás Moro hizo referencia a un ingreso de este tipo en su libro Utopía. Y este año hasta ha sido debatida en el Foro Económico Mundial en Davos. Lo interesante de la propuesta es que ha movilizado a un debate de todos los sectores.
Lo que parecería ser un planteo característico de la vieja izquierda está siendo apoyado por empresarios, científicos sociales y académicos en un país típicamente de centro y liberal. Las razones más escuchadas nombran los altos costos y la burocracia en los los seguros sociales están fallando en adaptarse a estos tiempos para satisfacer demandas reales y concretas. "Nuestro sistema social tiene 150 años, está basado en respuesta a la industrialización 1.0", dice Daniel Häni, uno de los empresarios que defiende la iniciativa, citado por el Financial Times.
El futuro del empleo
Entre los argumentos de los impulsores de la propuesta está un viejo sueño de la humanidad que se está cumpliendo gradualmente: los robots serán progresivamente quienes realicen el trabajo. La revolución digital determinará que la sociedad se pueda concentrar en actividades más gratificantes y trascendentes. Sin embargo, y por ello precisamente, mucha gente tiene miedo por su futuro. Según varios estudios, muchas fuentes de trabajo desaparecerán.
Robert Reich, quien fue secretario de Trabajo de la administración de Bill Clinton y actualmente enseña en la Universidad de Berkeley, dice que la revolución digital está incrementando la inequidad y la inseguridad económica. Esta inseguridad podría llevar a una crisis de la demanda. Martin Ford, autor de un libro sobre el auge de los robots y sus consecuencias en un futuro de desempleo, que en mayo asistió al Simposio de la Universidad de St. Gallen, en Suiza, reflexionó en el mismo sentido. "Debemos crear políticas para que tanto el que pueda encontrar trabajo con un ingreso suficiente como el que no, puedan sobrevivir en nuestra sociedad, y que todos podamos mantener el poder de consumo, uno de los ejes impulsores de la economía. Sin consumo se corre el riesgo de estancamiento."
Financiamiento
En la propuesta suiza, parte del salario pagado al trabajador sería sustituido por el ingreso básico y sólo el resto seguiría a cargo del empleador. Pero además, el ingreso básico reemplazaría varios seguros sociales y subvenciones como el seguro de desempleo y las jubilaciones bajo el sistema de reparto. Sólo personas que hoy viven bajo el nivel mínimo de subsistencia tendrían más dinero con el ingreso básico.
Si bien la iniciativa no determina un monto específico para el ingreso básico, recomienda 2500 francos suizos –cuyo valor es similar al del dólar– por adulto y 625 para los menores, una suma bastante elevada comparada con los salarios en otros países de Europa.
Lo más curioso de la iniciativa es que, a pesar de proponer un cambio radical en la manera de concebir el trabajo y el ingreso, en términos económicos se presenta como viable. Según cálculos en base a los niveles de empleo de 2012, los costos del ingreso básico serían de 208 mil millones anuales. Si a ello se le deducen los costos que hoy se pagan por seguros, jubilaciones y subsidios faltarían 25 mil millones, es decir un 12% del monto total.
Según la iniciativa, este resto también es parte del dinero circulante el día de hoy, a través de transferencias privadas de los asalariados que solventan a sus hijos, a sus cónyuges amas de casa y demás familiares. En otras palabras, no se necesitaría ni más ni menos dinero en el sistema. Hay diversas ideas de cómo financiar este faltante, un impuesto a las transacciones financieras –que en Suiza no existe– es sólo un ejemplo.
Tanto el Poder Ejecutivo como el Legislativo propusieron votar contra la iniciativa. Argumentaron que debilitaría la economía porque para muchos sería poco rentable trabajar, se perderían importantes fuerzas laborales y se arriesgaría que muchas ramas de producción se fueran del país. Habría menos recaudación impositiva y recortes en educación, infraestructura, agricultura, defensa y medio ambiente. Por otro lado sería un aliciente para muchos trabajadores de otros países con menores ingresos para emigrar hacia Suiza.
El resultado del referéndum
La pregunta clave que se planteó el electorado es: ¿qué haría usted si le pagaran 2500 francos sin condiciones? ¿Trabajaría igual que antes? Las respuestas y las percepciones varían. En una encuesta encargada por los propulsores de la iniciativa al instituto DemoSCOPE, sólo el 2% de los encuestados dijo que dejaría de trabajar. Un 54% expresó que continuaría estudiando y especializándose, un 53% que pasaría más tiempo con su familia, un 22% se haría emprendedor autónomo. Todas actividades consideradas positivas.
Finalmente, el 5 de junio el 76,9% de los votantes dijo que no a la iniciativa. El cambio parece ser demasiado drástico para estos tiempos. Sin embargo, en ciudades como Basilea, Zurich o Ginebra el voto positivo superó el 30%. Otros países como Finlandia también lo está planteando. Según la encuesta de DemoSCOPE, el 59% de los menores de 35 años, es decir la Generación Y, piensa que vivirá la implementación de un ingreso básico.ß