Southern Winds, una aerolínea fantasma
Maggio no logra vender su empresa; dejó de operar y sólo acumula deudas, pero todavía no quebró
La tozudez del empresario Juan Maggio y la lentitud de la Justicia son los únicos responsables de que Southern Winds (SW) aún siga existiendo, por lo menos formalmente. A fines del mes pasado, finalmente todas las partes, menos Maggio, dieron por caída la negociación para que el empresario cordobés vendiera las acciones de la compañía aérea que empezó a desbarrancarse cuando se descubrió el escándalo de las narcovalijas.
"Hace unos días nos informaron que ya estaba todo listo para que un grupo inversor de Estados Unidos se hiciera cargo de la empresa. Pero una vez más la firma fracasó. Es muy difícil que esta operación finalmente se concrete", dijo una fuente del Gobierno.
Otra fuente cuya firma era necesaria para traspasar la compañía también dio por caída definitivamente la negociación. "Sistemáticamente, el traspaso se cayó por la increíble conducta de Maggio. Todo estaba arreglado, y el día de la firma salía con algo distinto que tiraba todo para atrás. Lo último que pidió era quedarse como gerente de la compañía, algo inadmisible para el comprador", confió el informante.
Más allá de la venta, en la Justicia se debate también la suerte de la empresa. Sucede que después de que el Gobierno decidiera quitarle el subsidio para el combustible, que era parte del acuerdo con la poco productiva compañía estatal Líneas Aéreas Federales (Lafsa), Southern Winds se presentó en concurso preventivo por la imposibilidad de hacer frente a sus pagos.
"No se entiende cómo la empresa no ha ido a la quiebra. No tiene actividad; sigue acumulando deuda; no presenta ninguna documental y, sin embargo, tampoco quiebra. En cualquier otro expediente con la misma situación, el juez ya hubiera decretado la quiebra", sostuvo un abogado que a diario consulta el expediente.
En los pasillos de los tribunales donde tramita el concurso, pocos entienden la estrategia de la empresa y menos aún la de la Justicia, que mantiene con respirador artificial a la empresa. "No contesta prácticamente ningún pedido de informes; no entrega ningún documento que se le requiere", dijo un funcionario del fuero.
Delicada situación
En el concurso, la jueza Norma Di Notto ya comprobó que la administración de la empresa ya no funciona. "Cabe tener por acreditado que SW atraviesa una delicada situación patrimonial, que se ha ido agravando luego de la presentación en concurso preventivo", dijo la jueza en una reciente resolución.
Tanto la jueza como la sindicatura, que ha sido designada como coadministradora de la empresa, se quejan de que no hay ningún tipo de respuesta a los 381 pedidos que hicieron los síndicos. Del expediente se desprende que la deuda que la compañía acumuló después de la presentación del concurso ya llega a 15 millones de dólares.
Ante semejante panorama, ¿cuál es el motivo por el que la firma aún se mantiene con vida? "No se entiende. Técnicamente, todo está dado para que se vaya a la quiebra y se liquiden los bienes que tiene", dijo una persona que mantiene alguna comunicación con Maggio.
El caso Southern Winds sigue siendo mirado de reojo desde el Gobierno, puntualmente desde la Secretaría de Transporte. "Hay 423 empleados que aún quedan en la compañía. Eso llevó a que la Secretaría colaborara en todo lo que necesario para poder llegar a una venta y que se pudiera reubicar a los empleados. Pero ahora, creemos que la venta ya no se va a producir. Es muy difícil negociar con Maggio porque no se sabe si quiere vender o no", confiaron desde un despacho cercano al del secretario de Transporte, Ricardo Jaime.
De hecho, entre las ayudas que aún Maggio recibe está el cuidado de las rutas aéreas que tiene la empresa y que actualmente constituyen el principal activo de la compañía. Una larga agonía judicial y la ilusión de vender una empresa que se mantiene en estado vegetativo. Apenas eso queda de Southern Winds, firma que supo ser catalogada como un importante jugador del mercado aerocomercial, que surgió compitiendo con las grandes, de la que hoy ya casi no queda nada y a la que han demandado hasta los propietarios de las oficinas donde alguna vez se vendieron sus pasajes aéreos.