Son argentinos, están en Croacia y se apoyan en un ícono del fútbol para vender
Tres argentinos abrieron, con sus ahorros, un local en Split; en pocos meses pasaron de vender dos docenas por día a 300
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Sus raíces croatas los llevaron hasta Split, la ciudad marítima al sur de Croacia. Santiago Nieto, 27 años, oriundo de Comodoro Rivadavia, llegó en 2018; a comienzos de la pandemia desembarcaron la formoseña Valeria Garcés (34) y su pareja, el rosarino David Folis (36). Terminaron unidos por Morfar, un local de empanadas, chocotorta y alfajores que abrieron en junio con sus ahorros y “muchas horas hombre” y que vende unas 300 empanadas diarias. Terminaron dedicándose tiempo completo a un emprendimiento que, admiten, nunca imaginaron.
Croacia otorga becas para aprender el idioma y facilidades para obtener una ciudadanía a quienes tienen antepasados nacidos allí. Ese fue el atractivo por el que llegaron los tres argentinos. A Garcés y Folis la irrupción de la pandemia de Covid-19 no los dejó acomodarse, así que echaron mano a hacer empanadas y vender por Instagram.
“Nunca en la vida habíamos hecho -se sincera Folis-. Preguntamos a mi mamá, buscamos en las redes. Terminamos con la receta de Paulina Cocina y cocinando mucho a prueba y error, porque la harina es diferente y hay que ir viendo. Finalmente, encontramos las medidas que nos dan el mejor resultado”.
Los primeros clientes fueron de la comunidad de argentinos y latinos. Nieto llegó como comprador: “Apenas me enteré de que alguien hacía empanadas argentinas, pedí el contacto”. Tanta compra terminó en una sociedad. “Nunca había pensado en dedicarme a la gastronomía; si alguien me preguntaba, lo último que se me hubiera ocurrido una casa de empanadas”, dice.
Mientras la comercialización era por redes, el nombre era Empanadas Rosaria, pero cuando dieron el paso al local empezaron a buscar y se decidieron por Morfar. “La idea era ir a por todo con la cultura argentina -describe Nieto-. Fuimos decantando, comida, morfi, morfar y justo esa palabra coincidía con el dominio de la Argentina en las redes; cuando se nos acotaron los plazos, esa fue la opción que más nos cerraba”.
Garcés explica que, como en Split se habla dialecto, también era “aportar un poco de dialecto argentino”. Con el local pasaron de vender 30 empanadas diarias a 300 de siete sabores diferentes y sumaron los dulces, vinos y cervezas argentinas y también fernet.
“Pusimos los ahorros que teníamos y también ‘el lomo’ -repasan-. Hicimos nosotros el local completo, desde la plomería a la albañilería y, además, todos los trámites”. Garcés comenta que la burocracia croata es comparable a la de la Argentina en los ‘90. “Papelitos, fotocopias, todo cara a cara. Un poco nos sentíamos como en casa. Un funcionario dice una cosa y otro, una diferente. Nada está digitalizado”.
El verano -en una ciudad que se llena de turismo de todo el mundo- les jugó a favor. “El día que abrimos nos temblaban las patas. No veníamos de la gastronomía. Las dos primeras clientas fueron croatas”, recuerda Nieto.
Explicar qué es una empanada es parte de la estrategia de posicionamiento. Las ofrecen como masa rellena, un híbrido entre dos productos croatas, el burek (de masa filo, salado) y el rafioli (igual que la empanada, pero dulce). La docena sale 26,5 euros y hacen promociones, a punto tal que comprar una sola tiene “precio multa”, 3,65 euros.
“Salen una barbaridad; en el almacén también les atraen los productos. La chocotorta es un éxito, al igual que los alfajores”, apunta Garcés.
Terminado el verano, se preparan para transitar el invierno que los propios croatas definen como “largo y duro”. Nieto señala que les “intriga” saber cuál es el “piso” del negocio, ya que entienden que el pico es el que están atravesando. “Habrá que achicar gastos y esperar hasta marzo o abril cuando repunta”.
Relatan que los croatas saben “bastante” de la Argentina, en especial de deportes. Un “guiño” a esos conocimientos es el retrato de Tomás Felipe Carlovich, un futbolista de familia croata nacido en Rosario, que murió en mayo de 2020.
Jugaba como mediocampista y pasó por varios equipos, aunque el más reconocido es Central Córdoba de Rosario, donde se convirtió en ídolo. Figuras como Diego Maradona, José Pekerman, César Luis Menotti y Carlos Timoteo Griguol lo calificaron como uno de los mejores jugadores de la historia del fútbol argentino.
“Cuando entran al local y ven a Carlovich, muchos lo reconocen; otros les cuentan quién era al acompañante, se genera un puente”, dice el rosarino que llevó la foto.