La reinvención del espacio físico de trabajo
Luego de la experiencia de estar trabajando desde hace dos meses desde sus casas, Jack Dorsey, el CEO de Twitter, anunció ayer que ya no será necesario que sus empleados vuelvan al edificio corporativo "nunca más". Desde la compañía dijeron que si los colaboradores tienen un rol y una situación que les permite trabajar desde casa y quieren continuar haciéndolo "para siempre", entonces "haremos que eso suceda. Si no, nuestras oficinas serán cálidas y acogedoras, con algunas precauciones adicionales, cuando consideremos que es seguro regresar". Este anuncio me dejó pensando. ¿Si tuvieran la posibilidad de elegir, qué preferirían? ¿Trabajar 100% desde casa, 100% desde una oficina o un híbrido de ambas modalidades que sea adaptable a nuestras necesidades de cada semana?
Con este pregunta y con una lectura honda de esta época firmas de arquitectura, conglomerados de real estate y empresas de todo el mundo están planificando y dándoles vida a las oficinas que iban a ser del futuro, pero que se instalaron en el presente.
Durante centenares de años las oficinas dieron a las empresas mucho más que un espacio físico: son signo de poder, de control, de singularidad, de estatus, hasta de un modo de ser empresa. Pienso por ejemplo en la experiencia que tuve al visitar los campus de Facebook y Google en Silicon Valley: peluquerías, babysitter, 8 restaurantes con comidas de todo el mundo y hasta un inodoro con la tabla térmica, verdaderas miniciudades a donde no solo se va a trabajar, sino a ser parte de una cultura.
En la Argentina, por ejemplo el edificio de Mercado Libre, es el orgullo de quienes disfrutan de su arquitectura colaborativa y sustentable o los nuevos espacios de Banco Galicia con bares y sillones. Pienso también en un sinfín de espacios sórdidos, sin luz natural y lúgubres que he visitado por trabajo.
¿Cómo volver, en cualquier caso, de una manera segura? La vuelta es y será compleja. En China, por ejemplo, es tal la complejidad logística que la empresa de servicios inmobiliarios Cushman & Wakefield creó un manual de 300 páginas para ayudar a 10.000 clientes a "aprender" a volver. La compañía, que introdujo un concepto que llama Six Feet Office, ofrece servicios para acompañar la vuelta que soporte las auditorías de espacio y de cambio cultural relativas a higiene, distanciamiento social, interacciones.
Se esperan también mobiliarios versátiles y "sillas ágiles" con superficies adaptables a la colaboración. Un nuevo concepto es que las oficinas ya no sean lugares donde las personas se congregan para hacer su trabajo en paralelo, sino que se visiten a veces para colaborar, conocer talento y crecer en la cultura.
"Esta cuarentena puso de manifiesto que podemos trabajar desde casa, pero que tenemos una necesidad importantísima de encuentro con el otro y que ese encuentro también es bueno para nuestra productividad. Para el regreso post Covid-19 vemos una menor densidad poblacional en la oficina, si lo normal era hablar de 6 metros cuadrados por persona, pasaremos a 12 o 16 metros cuadrados, como promedio. Las personas irán rotando. Parte del tiempo trabajarán home office y también habrá un concepto de oficinas satélites, que tienen conectividad y comodidad, pero permiten bajar la densidad de las oficinas centrales", describe Mariana Stenge, titular de Stenge Real State.
Según la especialista, una contra del home office es que no todos tienen un espacio apropiado para hacerlo, por eso se está experimentando en muchos casos un síndrome de "lock office", en relación con la sensación de confinamiento y tener que trabajar sin un ambiente adecuado para lograrlo, que impacta en cómo se sienten las personas, en su productividad y bienestar.
Para el economista Eduardo Levy Yeyati, decano de la Escuela de Gobierno de la Universidad Torcuato Di Tella, uno de los grandes ganadores podrían ser los bares en detrimento de las oficinas. Espacios para socializar y teletrabajar donde las personas se sienten casi como en casa, pero en un tercer lugar, lejos de las múltiples distracciones e imponderables que se presentan en casa. Para Stenge esto puede funcionar para algunas profesiones, pero no para todas.
"El gran desafío está en combinar el bienestar y el trabajo colaborativo. Los bares pueden servir más para profesiones individuales como diseñadores, pero cuando se necesita trabajar en equipo de tres o más personas, se precisa un ámbito adecuado y diseñado para colaboración", opina Stenge.