Sin nafta ni gasoil: todo lo que el Gobierno esconde cuando habla de la crisis
El candidato presidencial y ministro de Economía, Sergio Massa, intentó deslindarse de la culpa y apuntó a las empresas petroleras; en la práctica, tiene mucha de la responsabilidad por lo que está pasando
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La Argentina es un déjà vu constante y el sector energético local no es la excepción. El desabastecimiento de nafta y gasoil ya se vivió varias veces en el pasado y estalló nuevamente ahora, luego de que el Gobierno interviniera en el mercado fijando un acuerdo de precios. Sin embargo, el candidato presidencial y ministro de Economía, Sergio Massa, intentó deslindarse de la culpa y apuntó a las empresas petroleras.
En una entrevista con LN+, Massa dijo que “las empresas retuvieron stock” y las amenazó al decir que, “si la situación no se normaliza, no sale más un barco de exportaciones”.
Lo curioso es que una de las petroleras que más aumentó sus exportaciones fue YPF, la empresa controlada por el Estado, que volvió a venderle petróleo regularmente a Chile. Según los datos oficiales de la Secretaría de Energía, pasó de exportar 390 m3/d (2453 barriles diarios) entre enero y marzo, a vender al exterior 3219 m3/d entre julio y septiembre (20.246 barriles). Sin embargo, Massa dijo: “Los Vista, los PAE y Tecpetrol de este mundo no le vendieron a YPF, porque prefieren exportar”.
El ministro de Economía también indicó que las empresas están “batiendo récord de producción histórico”. Si bien es cierto que la producción creció en el último tiempo y actualmente se producen 630.000 barriles diarios, todavía no se superó el récord de 1998, cuando se llegaron a producir más de 844.000 barriles por día.
Del total de la producción, actualmente se necesitan un poco más de 500.000 para satisfacer el mercado interno. El excedente se exportó y alcanzó al 20% de la producción total: 119.000 barriles diarios. Para ello, primero fue necesario que la Secretaría de Energía, dependiente del Ministerio de Economía, apruebe los permisos de exportación.
Por lo tanto, no solo las empresas se beneficiaron de los mayores precios internacionales, sino que el Gobierno promovió las exportaciones, ofreciendo un tipo de cambio más alto, para beneficiarse del ingreso de dólares. Esto hace poco creíble la amenaza del ministro de que “hasta que no se resuelva el abastecimiento, no sale un barco más”.
En concreto, el país no tiene un problema de faltante de petróleo (la industria del upstream). Las principales productoras son YPF, Pan American Energy (PAE, de la familia Bulgheroni), Chevron, Vista (fundada por Miguel Galuccio) y Pluspetrol.
Ese petróleo luego es procesado en las refinerías para convertirse en nafta y gasoil. Las principales empresas refinadoras son YPF, Raízen (tiene la licencia de las estaciones de servicio Shell), Axion (propiedad de PAE) y Trafigura (a cargo de Puma Energy).
La capacidad de refinación permite que el país sea casi autosuficiente en nafta, pero todavía necesita importar entre 15% y 20% del consumo total de gasoil. Este es un punto clave para entender el desabastecimiento actual.
En los últimos meses, creció la brecha de precios entre los valores internacionales y los locales. Mientras que la cotización Brent que se toma de referencia en el país está en torno a los US$89, en la Argentina, el barril criollo de petróleo se comercializa a US$56.
Si bien esta distorsión genera un incentivo a que las empresas aumenten sus exportaciones en vez de vender su producción de petróleo en el mercado local, la legislación las obliga a mantener abastecido el mercado interno antes de comercializarlo al exterior. Por lo tanto, antes de exportar, las empresas deben ofrecer su producción a las refinadoras locales. Esta operación es controlada por el Ministerio de Economía, a través de la Secretaría de Energía.
Sin embargo, existe un problema con la importación de combustible, ya que las empresas no están obligadas a operar a pérdida. En parte, las refinadoras importan lo mínimo e indispensable de buques de gasoil para abastecer a sus clientes (las estaciones de servicio), pero si el consumo aumenta por sobre los volúmenes establecidos en los contratos, las empresas no tienen incentivos para importar de más.
Sistema al límite
Los precios actuales del litro de nafta súper en la Ciudad de Buenos Aires (CABA) son $250 en YPF, $290 en Shell y $277 en Axion. Son valores que van desde los 70 a los 82 centavos de dólares, al tipo de cambio oficial ($350), y entre 30 y 35 centavos, al CCL ($850). En todos los casos, los números están muy por debajo del promedio histórico de CABA, de un dólar el litro de nafta súper.
Las empresas que importan gasoil enfrentan otro problema adicional a la brecha de precios internacionales: como el Banco Central no tiene dólares en sus reservas, las refinadoras, además de importar a pérdida, deben recurrir a sus casas matrices para financiar las compras del exterior, aumentando así la deuda comercial.
La semana pasada, la secretaria de Energía, Flavia Royon, se comprometió con las empresas a facilitarles los dólares al tipo de cambio oficial para que aumenten las importaciones de gasoil. Las refinadoras, por su parte, anunciaron que importarán en el corto plazo 10 buques, que tienen un costo de entre US$35 y US$40 millones cada uno (entre US$350 y US$400 millones en total). La semana pasada ya se descargaron dos barcos con nafta y esta semana se van a descargar tres barcos de gasoil.
La llegada de los buques debería ayudar a que el abastecimiento se regularice, aunque el problema de fondo continuará mientras dure la brecha de precios, que incentiva a su vez a que los ciudadanos de países limítrofes crucen la frontera para cargar combustible más económico en la Argentina.
El rol de YPF
La empresa con control estatal estuvo en el foco de las acusaciones recientes por la falta de combustible, si bien Massa buscó defenderla. La petrolera es responsable por el 37% de la producción total de petróleo y por el 56% del total de ventas de combustible (nafta y gasoil).
La compañía tenía programadas paradas técnicas para realizar mantenimiento en sus refinerías de La Plata y de Luján de Cuyo (Mendoza). Se trata de un procedimiento común en la industria, pero que tuvo mayores consecuencias debido a las restricciones cambiarias del Banco Central.
Cuando las empresas bajan su capacidad de refinación por los mantenimientos de rutina, se suelen aumentar las importaciones para no afectar el abastecimiento. Sin embargo, en los últimos meses el Banco Central también limitó el acceso a dólares a las empresas controladas por el Estado, lo que obligó a que tres buques proveedores de YPF debieran quedar anclados a unos pocos kilómetros de la costa argentina a la espera que se les gire el pago.
Desde hace meses, además, YPF sufre las consecuencias de mantener congelados sus precios. Mientras que las otras empresas aplicaron al menos tres microaumentos, la compañía con control estatal se mantuvo firme ante el pedido de su principal accionista: el Estado, a través del Ministerio de Economía. Esto hizo crecer aún más la brecha de precios entre YPF y su competencia. Solo en CABA, en algunas estaciones hay más de $30 de diferencia por litro de nafta, mientras que en el interior, la brecha es mayor.
“YPF fue la única compañía que mantuvo sus precios dentro del acuerdo con el gobierno nacional, lo que generó una brecha con la competencia y un aumento de la demanda en estaciones. El mes pasado el share de YPF creció en un 2%”, se defienden en la compañía estatal.
A raíz de esta situación, entre 15% y 20% del consumo de nafta tuvo que ser importado también. “La semana pasada ya se descargaron dos barcos con nafta y esta semana se van a descargar tres barcos de gasoil”, dijeron en la petrolera.
“No compren ni una lata de aceite a Shell”
El kirchnerismo mantiene un enfrentamiento histórico con el sector de combustibles. Las últimas palabras de Massa hacen acordar mucho a aquella época. En los papeles, los precios de las naftas y el gasoil son libres en la Argentina. Es decir, cualquier empresa puede fijar el valor que quiera.
En medio de una situación tensa en la relación entre oferta, demanda y costos, en 2005, el por entonces presidente de Shell, Juan José Aranguren, avanzó con un aumento de precios que disgustó a Kirchner. Allí nació el boicot contra la petrolera. Kirchner invitó a no comprarle “ni una lata de aceite” a Shell, que sufrió piquetes a las puertas de sus oficinas en el centro porteño.
Más tarde, llegó una pelea acérrima del secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, contra la empresa y el propio Aranguren, que sufrió varias demandas penales en contra. La Justicia lo absolvió en todos los casos.
En aquel momento, las cuatro empresas refinadoras relevantes eran YPF, Shell, Petrobras (ahora Trafigura) y Esso (actual Axion). Mientras que YPF y Petrobras —de propiedad estatal brasileña— se alinearon con el acuerdo de precios que planteaba en su momento Kirchner, las empresas privadas aplicaron aumentos en línea con la suba de los precios internacionales.
En resumen, faltan combustibles en la Argentina porque el Gobierno subvierte los términos de los manuales económicos. Busca controlar al mismo tiempo los precios y los volúmenes, de manera que las empresas no tienen alicientes para comprar afuera caro y vender barato en el país si la demanda lo necesita.
Además, importar algo implica lanzarse a la odisea cotidiana de conseguir que el Banco Central les facilite dólares para sus proveedores, a quienes ya están cansados de pedirles disculpas por los desaguisados cambiarios de la Argentina.
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