Sin más conejos en la galera, Massa busca un gesto del FMI para evitar el abismo
Al ministro de Economía empieza a complicársele el frente económico mucho antes de lo que hubiera deseado
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La suerte de Sergio Massa depende cada vez más de la buena voluntad de Washington. Al ministro de Economía empieza a complicársele el frente económico mucho antes de lo que hubiera deseado. Su viaje en estos días a Wall Street explicaba –hasta que fue suspendido a último minuto– su necesidad de mantener aceitado el vínculo con EE.UU. y con quienes toman decisiones en los organismos multilaterales.
La situación de las reservas internacionales es acuciante. El “dólar Malbec” que Massa anunció en plena Vendimia, la semana pasada, es de difícil implementación para las economías regionales y apenas sumaría a las arcas del Banco Central (BCRA). Todavía internamente se discute cómo avanzar con el campo, que asegura que no tiene stock de porotos para ofrecer. Por el impacto de la sequía, recién para fines de abril o mayo podrían empezar a aportar unos dólares. Mientras tanto, el BCRA simplemente renovó la norma que encarecía el financiamiento en pesos para los productores de soja que retuvieran más del 5% de su producción. A ver si por las malas, y agobiados por la escasez de liquidez que generó la sequía, se aprestan a vender lo poco que queda. No por nada en Expoagro los stands de mayor convocatoria fueron los de los bancos. Muchos de los que cada año participan exhibiendo maquinaria agrícola confiaban, en privado, que todavía no sabían cómo harían sus clientes para pagar en el actual contexto.
Como cualquier emisor de cheques de dudosa calidad, el Gobierno depende de que el calendario de pagos no se desajuste ni un milímetro. Gran parte del nerviosismo por estas horas pasaba por garantizarse que el desembolso del FMI, que se liberará una vez que el directorio apruebe la revisión del acuerdo con la Argentina, sea antes del 21 y 22 de marzo, fechas en las que el país debiera pagarle al organismo US$2700 millones. Hasta ayer, el directorio del FMI no había fijado una fecha de reunión. Hay algo de enojo del área técnica del organismo con el gobierno de Alberto Fernández por la moratoria jubilatoria aprobada por el Congreso la semana pasada y por el programa de recompra de deuda de Finanzas.
Con reservas netas que, según economistas como Amilcar Collante, se ubican entre los US$3800 y $4000 millones, y con un BCRA que pierde entre US$50 millones y US$60 millones a diario, la cuenta no cierre en el corto plazo. La entidad que preside Miguel Ángel Pesce, que ya ejecutó dos tramos del swap con China, tiene previsto avanzar con un tercero en estos días. No se descarta que una delegación pueda viajar a Oriente en mayo, con Massa a la cabeza, para buscar más fondos o una flexibilización de las condiciones. El embajador Sabino Vaca Narvaja está por estos días en el país deseoso de avanzar con un viaje oficial a China. Gobernadores como Gerardo Morales –clave para el negocio del litio, uno de los que más interés suscita hoy– ya recibieron una invitación para sumarse.
Así y todo, faltarán dólares. “No arrancamos el año y ya está jugado. No hay forma de revertirlo con la sequía histórica –sentencia Collante–. Vamos a más cepo, caída de la actividad, menos recaudación y más déficit”. El diagnóstico es compartido entre muchos economistas.
El parate económico es palpable. Las emisoras de tarjetas de crédito ya adelantan que el consumo con plásticos cayó 4% en febrero pasado contra igual mes de 2022. Todas las líneas de créditos al sector privado están corriendo por detrás de la inflación y por varias cabezas: crecen 72,4%, en promedio, versus una inflación que araña el 100%. Y no sólo escasean las importaciones de insumos, también se retacea la energía. Transba, la concesionaria del servicio de transporte de energía eléctrica por distribución troncal en la Provincia de Buenos Aires, hizo llamados a cámaras empresarias pidiendo que bajen el consumo eléctrico. Cooperativas locales, como el caso de la de Luján, también enviaron comunicados pidiendo un “uso consciente de la energía” producto de la mayor demanda por las altas temperaturas.
El combo de las próximas semanas es completo. Los números fiscales de febrero, que se conocerán en dos semanas, serán mucho peores que los de enero. Massa habría logrado que el FMI flexibilice la meta de reservas, pero no así la fiscal. Quienes conocen de cerca los números de Hacienda estiman que el rojo al primer trimestre del año estaría en unos $500.000 millones (0,3% del PBI) por encima de la meta acordada para con el FMI. Ya los ministerios están siendo testigos de que parte de este rojo se saldará pisando pagos. No habrá un peso para nadie en las próximas semanas. Todo lo que no son gastos “gatillo”, como se los conoce en la jerga, se está cortando.
Así y todo, las cuentas no estarían cerrando. Y lo que es aún peor. Pese al canje de deuda que acaban de aceptar los bancos, en Finanzas están cortos de financiamiento para estas semanas. “La próxima licitación que da cash, porque el canje no es nuevo financiamiento, queda lejos; recién liquida a fin de marzo... y hay muy poco para atender las demandas de fondos. Hasta ese entonces, sólo lo prioritario: salarios, jubilaciones y programas sociales”, confía una fuente. La orden es raspar la olla entre el sector público no financiero: empresas estatales, fondos fiduciarios, ministerios… En lo posible, el ministro de Economía dio la orden de no usar adelantos transitorios del BCRA. Será cuestión de días hasta ver si le alcanza.
Massa, no obstante, cuenta con Washington, y sobre todo con Kristalina Georgieva, como aliados. (No es para desmerecer la gestión del lobbysta Freddy Balsera). “La estrategia de los organismos sería tratar de llegar al 2024, para ver si las cosas cambian y hay voluntad de emprender cambios. Entonces, independientemente de Massa, ellos se plantean cómo pueden ayudar en esa transición –confía un hombre que conoce de cerca la política de los organismos de crédito–. Su conclusión es que evitando que la Argentina caiga en atrasos con los organismos es una importante contribución, ya que, de lo contrario, para un nuevo gobierno corregir esos atrasos es muy difícil. La segunda contribución es que ayudan a mejorar el perfil de la deuda refinanciando deuda de corto plazo por deuda de más largo plazo. Finalmente, convencidos de que ni Massa ni ningún K va a hacer nada, alguien tiene que poner unos manguitos más para tratar de cubrir el hueco y que Argentina llegue sin explotar al 24″, se sincera.
Más allá de los fuegos de artificio en los medios, en el círculo rojo, la grieta empieza a sonar como un mero enunciado de campaña. La sociedad estará dividida, pero en los centros de poder no pareciera haber demasiados pruritos. La foto del ministro del Interior, Wado de Pedro, en Expoagro, rodeado por directivos del Grupo Clarín y de LA NACION, que encolerizó a los kirchneristas más duros, es apenas un ejemplo. En la última semana, hubo muchos más. El viernes pasado, fue la megafiesta organizada en La Boca por el empresario inmobiliario Ezequiel Miedvietzky. Allí, aplaudiendo los shows de Martín Bossi y Mora Godoy, se los vio a Hugo y Eduardo Eurnekian, a Gabriel Martino, a Elisa Carrió, a Facundo Manes, a Emiliano Yacobitti y a Mariana Zuvic, entre muchos otros. “Parecía el Martín Fierro”, ironizó uno de los presentes. Cuarenta y ocho horas después, en la Vendimia Solidaria, que cada año organiza el empresario Daniel Vila, compartieron mesa Massa, Jorge Brito, Emilio Monzó, De Pedro, Carolina Losada, los gobernadores Gerardo Morales (Jujuy) y Rodolfo Suárez (Mendoza), Claudio Chiqui Tapia, Enrique Albistur (sentado cerca de su archi competidor por la cartelería en la vía pública Orly Terranova), entre otros. El dinero y la política siempre encuentros puntos de diálogo.
A la luz de las primeras encuestas, entre empresarios empieza a surgir un temor de que efectivamente Javier Milei llegue mucho más lejos de lo previsto. El desprolijo armado del candidato en el interior, sobre todo, en Córdoba, está haciendo mucho ruido. Corren varias versiones por ahora incomprobables. Le reconocen, sin embargo, el haber instalado algunos debates que, hasta hace muy poco, eran impopulares. De la mano del publicista Carlos Pérez –el mismo que ahora dirige la campaña de Larreta–, un puñado de empresarios acaba de crear la ONG “Lógica”, que tiene por objeto trabajar sobre la concientización fiscal. Ya comenzaron con varios afiches en vía pública “Menos gasto público, menos boludxs impositivos”, dicen, y con un mega cartel luminoso en la Avenida 9 de Julio y Corrientes, justo frente al emblemático cartel de Coca-Cola: “165 impuestos, en esto también somos campeones mundiales”. Matías Olivero, ex socio del Estudio Bruchou, uno de los más grandes del país, dejó la comodidad de su puesto en el sector privado y se transformó en la cara visible de Lógica, que tiene entre sus aportantes a varios nombres conocidos. La ONG ya tiene fondos como para hacer campaña hasta agosto, justo en línea con las elecciones PASO.
“En la ausencia de iniciativa del Estado, los empresarios están queriendo empujar para que pase algo, porque el país está paralizado hace cuatro años”, interpreta la politóloga Ana Iparraguirre, experta en campañas políticas. De sus encuestas cualitativas se desprende que quienes dicen estar más interesados en la política son mayormente hombres, de más de 55 años, con niveles educativos medio y alto. Varios de los que levantaron el perfil con Macri, todavía no se animan a repetir la experiencia. Entretanto, apuestan a “inversiones pasatiempo” como Marcos Galperín (Mercado Libre), Ronaldo ‘Kony” Strazzolini (Ecogas), Alejandro Macfarlane (Camuzzi), Hernán Kazah (Kaszek Ventures), que acaban de comprar en sociedad los Miami Sharks, un equipo de rugby en Miami.
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