Sin dólares, a Massa se le complica llegar al ballottage
Al Gobierno se le terminan los cartuchos; el propio ministro de Economía llamó personalmente varias veces a las cerealeras para pedirles colaboración en la venta de moneda estadounidense
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Si el oficialismo tiene alguna chance de entrar al balotaje, sabe que esa chance se esfuma rápidamente si el dólar se escapa. La disparada de los dólares libres de las últimas ruedas encendió todas las alertas. En las últimas 48 horas, el propio ministro de Economía, Sergio Massa, se encargó personalmente de llamar varias veces a las cerealeras para pedirles colaboración en la venta de dólares. También el titular de Aduana, Guillermo Michel, uno de los hombres fuertes del Gobierno, hizo llamados. Quedan apenas dos semanas para las elecciones y nadie quiere desprenderse de los billetes verdes.
“En septiembre se lograron liquidar US$2100 millones por el dólar soja y se esperaba que fueran sólo US$1000 millones; ahora los productores no venden porque tienen muy poca soja y además porque ven volar el blue, el MEP y el contado con liqui”, explican por el lado de las cerealeras.
La realidad es que al Gobierno le quedan pocos cartuchos. Ayer, para contener la demanda, se apeló a una de las herramientas más rudimentarias de todas: durante casi toda la jornada no funcionó el sistema de la AFIP –la Cuenta Única de Comercio Exterior, Cucce– a través del cual los bancos deben validar previamente cualquier venta de dólares. Es muy probable que siga funcionando erráticamente en las próximas ruedas. También, para contener al blue, hubo allanamientos e inspecciones. Viejas prácticas.
Hace algunos días, varias grandes empresas se sorprendieron cuando vieron que les liberaron de golpe varios permisos de importación, Siras, atrasados. El Gobierno parece estar decidido a no dejar que la actividad económica se resienta por demás antes de la elección. Eso sí, se liberan Siras, pero no los pagos de las importaciones atrasadas. A quienes se les vencen los plazos de pago, se los siguen reperfilando. Con lo cual, es una medida que alivia básicamente a las grandes compañías que todavía tienen líneas de crédito con sus matrices o proveedores en el extranjero. De cualquier forma, es algo así cómo seguir librando cheques a pagar en 2024. Para entonces, será tema de un nuevo gobierno.
Entre algunos empresarios, no obstante, el tema de conversación de los últimos días pasó a ser otro. Ya no importan tanto las Siras, porque con la actividad en caída muchos empiezan a encontrarse con que están estoqueados en exceso, sino qué hacer con el sobrante de pesos. “Se estrellaron las ventas y con los pesos estamos todos comprando dólares”, se sincera un empresario nacional. El mercado va todo en una sola dirección.
En la City existe la certeza de que el Gobierno tarde o temprano deberá volver a devaluar. Con todo, cerca de Massa admiten que harán lo imposible para evitar otro salto de la cotización oficial antes de la elección general del domingo 22, y de llegar al balotaje, buscarán incluso extender el congelamiento cambiario hasta la elección definitiva. Además del dólar Vaca Muerta –y de la posibilidad de ampliar aún más el dólar Agro–, apuntan a destrabar en China, durante el viaje de Alberto Fernández la semana previa a la elección general, el segundo tramo del swap (préstamo) que el Banco Central de China tiene preacordado con el Banco Central de la Argentina, por US$5000 millones. China, sin embargo, hasta ahora probó ser un acreedor tanto o más exigente que cualquier otro país occidental. En el pasado, incluso supo congelar todos sus desembolsos cuando la Argentina entró en mora con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
La relación del FMI con el Gobierno está en este momento bajo extrema tensión. Tanto es así, que pese a ser el principal deudor del Fondo y de que se supone que en noviembre habrá que volver a sentarse con el organismo para una revisión del programa, varios de los hombres fuertes del equipo de Massa decidieron quedarse afuera esta vez de la Asamblea Anual del FMI y del Banco Mundial que arranca la semana que viene en Marrakech, Marruecos. Está previsto que viajen el viceministro, Gabriel Rubinstein, y el presidente del BCRA, Miguel Ángel Pesce (que luego se sumará al viaje de Fernández a China), pero no participarán ni Leonardo Madcur ni Marco Lavagna, dos de los hombres que supieron participar en casi todas las negociaciones con el organismo de crédito. Por el lado de la oposición, sólo la Libertad Avanza tiene previsto enviar un representante, al banquero Juan Nápoli. Hasta ayer, nadie de Juntos por el Cambio tenía previsto viajar; la líbido del espacio sigue estando en intentar mejorar las chances electorales de Patricia Bullrich, sobre todo en los lugares en los que supo ser fuerte la coalición.
La suerte del peso está en gran medida atada al resultado del domingo 22. Un escenario de Massa fuera del balotaje es hoy uno de los que más incertidumbre genera de corto plazo. El affaire Insaurralde y el caso de Jorge “Chocolate” Rigau hicieron que este escenario ya no se descarte, a diferencia de lo que sucedía días después de las PASO. En una conversación con inversores, esta semana, la gente de Delphos Investments –una de las pocas consultoras que en 2019 supo anticipar la derrota de Macri en las urnas– aseveró que difícilmente Massa pueda, en estas circunstancias superar el 30% de votos. “Me juego a que va a estar más cerca de 27% que de 30%”, dijo Leonardo Chialva, de Delphos. “El otro 70% es para la oposición”, aclara. La diferencia entre Milei y Patricia, creen en Delphos, dependerá en gran medida de si la gente vota enojada o no. En el primer caso, no descartan una victoria de Milei hasta en primera vuelta.
Parece difícil de cualquier manera pensar que Massa vaya a abandonar el barco aun perdiendo (si hay una cualidad que no se le puede negar es la de ser un luchador incansable), pero las chances para sostener un mercado cambiario en ebullición son menores.
“Si gana Milei, Sergio lo llamará al día siguiente y se abrirá una negociación entre lo que Milei quiera hacer y lo que Sergio está dispuesto a conceder. Pero si hay un balotaje entre Milei y Patricia, la volatilidad puede ser enorme. Porque no hay a quién sentar a negociar, y Sergio va a quedar muy golpeado”, admitió un hombre del equipo económico. “Supongo que Sergio intentará de todas maneras mantener todo congelado como hasta ahora”, especuló. Nadie en la política argentina tiene certezas más allá de los próximos siete días. Ni si quiera quienes están al mando.
En el círculo rojo, está instalada de todas maneras la idea de que hoy Javier Milei es prácticamente una ficha puesta para asumir en diciembre. Aunque sigue siendo para la mayoría de los empresarios un enigma. El candidato libertario no termina de blanquear equipos; salvo excepciones, la mayoría de los hombres que se presentan con él dicen que no estarán en la gestión. El único que tiene un equipo trabajando a diario es Emilio Ocampo, sindicado por el libertario como futuro presidente del Banco Central. La idea de dolarización en este grupo sigue más vigente que nunca, aunque dependerá en gran medida de que Milei logre en las primeras semanas avanzar con leyes que la habiliten. La eliminación del cepo cambiario también forma parte de sus premisas, aunque con algunos limitantes. “No nos vamos a suicidar. Cuando Macri lo levantó, lo hizo con límites de hasta US$2 millones. Acá lo que hay que liberar es el flujo futuro”, se le escuchó decir a uno de sus interlocutores en un encuentro reciente.
Carlos Menem, a diferencia de Milei, a quien el libertario reivindica, supo presentarse con campera de cuero ante un acartonado empresariado en el coloquio de IDEA de Las Leñas de octubre de 1989, a semanas de la híper. “Quiero felicitar muy sinceramente a los organizadores de este encuentro de empresarios y trabajadores donde ha quedado bien en claro la voluntad de cambiar la historia de la Republica Argentina, de construir a partir de propuestas viables una Argentina grande con la posibilidad de hacer feliz a su pueblo”, dijo entonces el caudillo de patillas tupidas. Milei, que ayer no quiso participar del coloquio, no termina de empatizar con un público al que tarde o temprano deberá conquistar.
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