Silvina Vatnick: "En el mercado ya se conocen los jugadores; no hay margen para reinventar la rueda"
Silvina Vatnick fue una de las primeras argentinas en ser reclutadas por el Fondo Monetario Internacional (FMI). Acababa de finalizar sus estudios de maestría en el CEMA. Pero estuvo poco tiempo en el organismo, ya que obtuvo una beca para cursar el doctorado en la Universidad de Columbia. Apenas recibida, el Banco Mundial la contrató como joven profesional para empezar a trabajar alrededor del mundo. Su primera misión fue cuando se produjo la ruptura de la Unión Soviética y la enviaron a Turkmenistán. Años después, cuando estalló la crisis rusa, vivió en Moscú, entre 1998 y 2000.
En la Argentina, trabajó en el Ministerio de Economía, en el equipo de Daniel Marx, y en el Banco Central, con Mario Blejer. Junto con Marx y el exsecretario de Finanzas Miguel Kiguel fundó en 2003 el Centro para la estabilidad Financiera (CEF), una institución sin fines de lucro que fomentaba el estudio de trabajos de investigación referidos a políticas económicas.
En 2013 volvió a los Estados Unidos y ahora dirige una institución boutique de asesoramiento estratégico, Global Outcomes. Además es asesora en temas de estabilidad financiera del Departamento del Tesoro de Estados Unidos y forma parte del Centro de Estudios Internacionales Estratégicos (CFIS).
-¿Por qué la Argentina tiene los mismos problemas desde hace más de 30 años?
-Nunca hay una sola explicación; es una combinación de factores. Dentro de los más relevantes, hay claramente un tema cultural. Con los errores que se han cometido, con las oportunidades que el país ha tenido y le han dado, y con el talento de argentinos, no hay ninguna lógica que explique la situación en la que está nuestro país. Además, hay una sensación de que siempre hay que empezar de nuevo; cuando hay cambios de gobierno se deshace lo que se hizo y se vuelve a empezar. La falta de mantenimiento de políticas públicas en una dirección explica en gran medida los problemas. Otro punto tiene que ver con una propensión del gobierno a gastar más de lo que le ingresa.
-Fomentar el ahorro es una condición necesaria para que el país vuelva a crecer, pero por la inflación se perdió el ahorro en moneda local. ¿Cómo se puede reconstruir la confianza?
-El tema inflacionario es clave. Si se lograra bajar la inflación en forma sostenida, la gente ya estaría con más voluntad de ahorrar en pesos. Cuando hablamos del cambio de política públicas, esto tiene un correlato directo con la inversión. El ahorro y la inversión son conceptos que no se discuten. ¿Cómo se va a generar inversión si no hay ahorro? Es un círculo vicioso si se rompe esta relación. La intermediación financiera, definida como el rol de agentes que pueden ser bancos o no, desde el cual se puede generar valor para conectar ahorro e inversión, es algo casi inexistente. Estamos hablando de canales de transmisión básicos que existen en economía. Tenemos que volver a hacer los palotes y no pensar que vamos a cambiar los fundamentos de la economía y de las finanzas. No lo vamos a cambiar ni por decreto, ni por ley, ni pretendiendo que el gobierno sabe más que todo el mundo, porque no es así. Si pudiéramos, como sociedad, acordar algunos conceptos básicos respecto de la estabilidad en políticas públicas, inmediatamente el resto acompañaría. Lo que tendríamos que hacer, en mi opinión, es ir preparando todo lo que haría falta para que, logrados los consensos, se puedan poner en marcha inmediatamente las nuevas políticas, para que el país pase a un sendero virtuoso. Y no porque a un gobierno se le ocurra, sino porque la sociedad empieza a jugar, a entrar en la cancha. Considero que es algo fundamental y relativamente sencillo en términos conceptuales. Pero es muy difícil llevarlo a la práctica, porque hay posiciones disímiles y no se ha tratado de buscar un conjunto de premisas básicas.
-En relación con las inversiones extranjeras, ¿cómo repercute postergar de forma unilateral el vencimiento de un bono?
-Hay un concepto básico, que es el de las reglas versus la discrecionalidad. No son reglas rígidas, pero se conoce el sendero de determinadas variables. En la Argentina pensamos que se pueden cambiar permanentemente las reglas del juego. Si uno hiciera un paneo del péndulo que existe en distintos sectores de la economía argentina, tendríamos ahí datos concretos de por qué ya nadie nos cree. Y parece ser que ni siquiera creemos dentro de la Argentina, no es solamente que pase con quienes están en el exterior. El reperfilamiento de esta última semana y la negociación fallida y contaminada del bono de la provincia de Buenos Aires generó una externalidad negativa en la reestructuración y la negociación de la deuda externa bajo ley de Nueva York. Son cosas relevantes, no son tonterías. En políticas públicas hay un ABC, que es que las reglas tienen que ser claras, mantenerse en el tiempo y ser entendibles. Si vemos eso y lo que venimos viviendo no solo en los últimos días, sino en las últimas décadas, no pasamos la prueba. Esto no solamente es político, tiene que ver con una incapacidad de poder llevar adelante los principios básicos de la política pública. Las responsabilidades son compartidas.
-Con respecto a estos dos traspiés que mencionó, ¿cree que marcan lo que será la renegociación de la deuda bajo la ley de Nueva York, o cree que fue un mal comienzo pero todavía el Gobierno puede recuperarse?
-En una negociación como la que está comenzando, siempre hay posibilidades de reencauzar. Ahora bien, hay costos que se podrían evitar, porque los imponderables que van a ir surgiendo son tantos y las dificultades que habrá que sortear son tan importantes, que hay cosas que se deberían haber evitado y esto vale también hacia adelante. Hay que coordinar, organizarse y plantear un modelo, con supuestos claves para entrar a negociar. El grado de realismo que esos supuestos impliquen determinará el éxito de la negociación.
-Para renegociar la deuda, ¿ayuda el contexto internacional de tasas bajas?
-No es que nos ayude, pero siempre habrá tomadores. El tema es que hay distintas interpretaciones de riesgo y eso es algo que jugará un papel muy importante para los inversores. Al reperfilamiento de esta última semana, varios inversores institucionales del exterior tuvieron que digerirlo. En el mercado internacional ya se conocen los jugadores, qué están buscando, qué están intentando evitar. Es importante no intentar reinventar la rueda, porque no hay mucho margen.
-¿El inversor tiene memoria? Porque después del default de 2001 y la reestructuración, la Argentina volvió a financiarse en el mercado internacional.
-En este momento hay hastío con la Argentina. Eso no está bueno. Ven comportamientos que se repiten y se repiten a través del tiempo. Si se piensa en rendimientos crecientes, el atractivo marginal que se puede lograr para emitir deuda del país, tanto desde el sector público como desde el privado, es a un costo que no se está evaluando. En su momento, después de la crisis de 2001 y 2002, hicimos muchos trabajos en el CEF sobre la deuda del sector privado; hasta ahora no se está hablando lo suficiente sobre cómo le impacta la situación actual. Si miramos alrededor, el único foco es la deuda pública. Hay empresas que están entrando en convocatoria de acreedores, y nadie está planteando el impacto sobre el sector privado de lo que le lleve al gobierno terminar de reestructurar y renegociar la deuda pública. Después se puede empezar a hablar de las tasas, del horizonte. Sí, siempre habrá tomadores de deuda pública en el exterior, pero cada vez menos.
-Hay empresas que están esperando que baje el riesgo país para renegociar su deuda en dólares. Por ahora, algunas tienen caja para seguir pagando, pero eso es finito. ¿Cuánto más pueden esperar?
-Sí, ese es un tema para las empresas que emitieron obligaciones negociables o que salieron a tomar deuda con organismos internacionales. Hay otro tipo de deuda que entra en riesgo, que es el financiamiento tomado con las agencias de crédito de exportación; son las líneas de préstamos de gobiernos a las empresas exportadoras de esos países de los cuales la Argentina importa. El país no salió en los últimos años a buscar ese financiamiento, que hubiera estado disponible. Ese financiamiento es muy conveniente en cuanto a las condiciones y sirve para importar maquinaria, para importar cosas que de otra manera no pueden conseguirse para producir en la Argentina. Tenemos también una tendencia que hay que cambiarla, que es la de emitir bonos; en la medida en que no se diversifique esa fuente de financiamiento, tanto para los sectores públicos como privados, vamos a seguir limitados.
-¿Cómo ve la negociación de la Argentina con los organismos multinacionales y en especial con el FMI?
-Es prematuro decir algo, porque recién estos días empezó a trabajar la misión del Fondo. Si bien hubo contactos en las últimas semanas, nada sustituye el trabajo de campo, y para eso fue la misión. Un entendimiento del Fondo Monetario de lo que tiene planeado el Gobierno es fundamental. Si el Fondo entiende cuáles son las verdaderas restricciones de la economía, puede ayudar a la Argentina, no desembolsando más dinero, pero sí explicando al resto de la comunidad internacional cuál es el plan y si esos supuestos que el Gobierno les plantea a los acreedores son razonables o no, son probables o no.
-Usted ocupó puestos importantes en el Banco Central y en el Ministerio de Economía; tal vez haya sido la mujer que estuvo más cerca del cargo que implica la toma de decisiones económicas para el país.
-Mis funciones han sido de asesoramiento, no tuve cargos en el Poder Ejecutivo. Siempre creí en la meritocracia. Pero hay discriminación hacia las mujeres en los puestos altos del área económico financiera, tanto en el sector privado como en el público. La Argentina tiene que evolucionar. No estoy pensando en los países escandinavos, que son los que más desarrollo han logrado para la mujer a nivel profesional en estas áreas, pero esta es una asignatura pendiente en la Argentina. Hay otros países en América Latina donde es menos marcada esta discriminación, así que no es un tema cultural de América Latina. Hay que seguir haciendo lo que uno saber hacer y que se conozca; si se es mujer o se es hombre no importa, la cosa es si uno es bueno o no lo es.
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