Si en 2019 hubiera ganado Macri, ¿cobraría el FMI?
La historia contrafáctica, ejercicio difícil cuando se lo encara seriamente, se presta a mil fantasías en medio de una campaña electoral. Máxime, cuando la cuestión tiene que ver con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Pero entender el problema generado por el acuerdo celebrado en 2018, y sobre todo la evolución de la relación entre nuestro país y el organismo, es algo suficientemente importante como para que no se agote en el plano estrictamente político.
Al respecto conversé con el francés Emmanuel Farhi (1978-2020), quien a pesar de fallecer muy joven cosechó muchos premios importantes: en 2009 fue nominado para ser considerado el mejor economista de Francia menor de 40 años; en 2010 recibió el premio Bernacer al mejor economista europeo menor de 40 años; en 2013 obtuvo el premio a macroeconomía y finanzas, instituido por el Banco de Francia y la Escuela de economía de Toulouse, y en 2014 fue nombrado por el FMI, como uno de los 25 mejores economistas menores de 45 años. Iván Werning, coautor de 15 de las 56 monografías que aparecen en su currículum, lo recordó en los siguientes términos: “Trabajar con él era un privilegio. Una mente brillante y curiosa, matemáticamente una luz y económicamente profunda”.
–En 2019 hablaste de manera muy precisa sobre cómo veías el sistema monetario internacional.
–Vivimos en un mundo centrado en el dólar de hecho, no de derecho. Estados Unidos es el principal oferente de activos líquidos y seguros, que utiliza todo el mundo: se lo usa para las transacciones y también como prestamista de última instancia. Pero esta no es una situación sostenible. La escasez de activos seguros a nivel mundial es una manifestación de esta limitación, y explica el bajísimo nivel de las tasas de interés.
–A raíz de lo cual actualizaste el dilema planteado por Robert Triffin.
–Así es. Hoy existe un nuevo dilema, similar al planteado por el economista belga. O Estados Unidos no se acomoda a la creciente demanda global por activos seguros, lo cual tiene consecuencias desestabilizantes; o se acomoda, proporcionándolos, pero planteando una crisis de confianza. En las décadas de 1950-1960 esto se planteaba con respecto a los dólares, hoy con respecto a los activos de riesgo mínimo. Es una cuestión de tiempo que tanto China como la zona del euro comiencen a desafiar el estatus del dólar como moneda de reserva mundial. Un desafío para las próximas décadas, no para los próximos cinco años. La transición probablemente no será fluida.
–Ayudanos a entender el pasado, presente y futuro de la relación entre la Argentina y el FMI.
–El Fondo es una mutual. Cuando algún miembro tiene un problema de balanza de pagos, explica de qué se trata, qué va a hacer para corregirlo y cómo va a devolver el dinero que recibe. Dinero que sirve para suavizar las consecuencias de la crisis externa. La Argentina es miembro desde 1956, y celebró casi 30 acuerdos con la institución.
–Pero me quiero concentrar en el de 2018.
–La idea fue la siguiente: de la noche a la mañana, el gobierno presidido por Mauricio Macri no pudo colocar más títulos en los mercados financieros. ¿Qué podía hacer? Ir al FMI, emitir, o enviar al Congreso un proyecto de ley para implementar un súbito e importante ajuste fiscal. Optó por la primera alternativa. A los partidarios del Frente de Todos habría que preguntarles si en 2018 hubieran votado una ley que implementara dicho ajuste fiscal; pero ustedes están en campaña electoral, así que no perdamos tiempo.
–Eso, sigamos el razonamiento.
–¿Cuánto necesitás, Mauricio, para llegar a las elecciones sin tener que declarar el default? Digamos que US$45.000 millones. Te los prestamos nosotros -dijo Christine Lagarde, entonces directora gerente del FMI-, gánas la elección de 2019, los mercados financieros se reabren para vos, y nos devolvés el préstamo.
–¿Así fue?
–No participé de las negociaciones, pero es la explicación más plausible. El Fondo aprobó un préstamo gigantesco (la Argentina es el principal deudor de la institución), con una base técnica frágil, gracias a la ayuda prestada por Donald Trump, entonces presidente de Estados Unidos. Lo cual muestra la importancia de tener amigos poderosos.
–El actual gobierno no sabe cómo pagar la deuda con el Fondo, que a partir del año que viene tiene vencimientos muy pesados.
–Aclaremos que el acuerdo de 2018 no aumentó la deuda externa total de la Argentina, sino que produjo un cambió de acreedor; y no fue por optar entre alternativas, sino precisamente por falta de alternativas.
–Pero miremos para adelante. El actual gobierno no tiene ninguna intención de generar un ajuste fiscal, para que los argentinos, de su bolsillo, paguen los futuros vencimientos.
–Esto lo sabe todo el mundo, los argentinos y también el Fondo. Y si me permitís, yendo a la pregunta original, si en 2019 Macri hubiera sido reelecto presidente de la Nación, y los mercados financieros internacionales no se hubieran reabierto, él tampoco hubiera planteado el referido ajuste fiscal. Esto de pagar con “sangre, sudor y lágrimas” lucirá muy bonito, pero en el caso de los gobiernos tiene muy poco que ver con la realidad. Ustedes, argentinos, parecen utilizar un diccionario peculiar, según el cual al lado de crédito dicen: “dame la plata y olvídate”.
–Pero alguna vez la Argentina canceló la deuda que tenía con el FMI.
–En dos oportunidades: la primera, durante el Proceso de Reorganización Nacional, y la segunda, durante la presidencia de Néstor Carlos Kirchner. Pero en ambos casos porque la situación externa posibilitó hacer las referidas cancelaciones, sin sacrificio para el bolsillo de los argentinos.
–Basta de historia contrafáctica. ¿Cómo ve la negociación entre el actual gobierno argentino, y el Fondo?
–La clave está en analizar la cuestión en el plano decisorio. ¿Cuál de las dos partes involucradas, tiene apuro en llegar a un arreglo? Ninguna.
–Sea específico.
–El gobierno argentino sabe que como consecuencia del arreglo no obtendrá fondos frescos, lo cual sería un buen motivo para apurar la negociación. Puede que se compliquen otras negociaciones, particularmente en el sector privado; pero no creo que esto sea razón suficiente para acelerar el proceso.
–El FMI, ¿tampoco tiene apuro?
–El Fondo es un conjunto de personas, que juegan roles diferentes. Miremos a Kristalina Georgieva, actual directora gerente de la institución. ¿Qué apuro puede tener alguien que tendrá que tomar el acuerdo entre la Argentina y el Fondo para defenderlo delante del directorio de la institución, integrada por representantes de otros países, quienes están muy atentos para conseguir para ellos, lo que se le otorgue a la Argentina? No descarto un próximo acuerdo, pero está más cerca de un milagro que de la realidad.
–Don Emmanuel, muchas gracias.
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