Sergio Massa: “Tenemos que trabajar para cumplir los objetivos con el FMI”
El Ministro de Economía dijo que la semana de trabajo con los técnicos del organismo fue “buena”, y que el Gobierno tiene la responsabilidad de asumir los compromisos; qué sectores ve para liderar el crecimiento y la generación de divisas
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WASHINGTON.- Luego de una primera semana hiperactiva en la que saltó de reunión en reunión y contó en primera persona en Washington y en Houston sus planes y su mirada de la economía, el ministro de Economía, Sergio Massa, ultima el cierre anhelado para su gira por Estados Unidos: un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) que despeje las dudas sobre el futuro del programa económico.
“Tenemos que trabajar para cumplir los objetivos del programa”, dijo Massa a periodistas argentinos.
Las negociaciones con el FMI ingresaron este fin de semana en su fase final, más política que técnica. El presidente del Banco Central, Miguel Pesce, viajó desde Buenos Aires para sumarse al equipo, al igual que Silvina Batakis. El lunes, Massa verá a David Lipton, en el Tesoro, y después a Kristalina Georgieva, en el Fondo. No quiso anticipar el final, y volvió a ratificar las metas, que están en duda. En su delegación se palpa confianza: no están preocupados por las metas, indican, sino ocupados en cumplirlas.
“Lo que venimos haciendo es un trabajo técnico de todas las áreas del Ministerio de Economía con las áreas técnicas del Fondo para cerrar la revisión del segundo trimestre y para construir el documento de prospectiva, que es un poco como ve el Fondo y como vemos nosotros para adelante. La semana fue buena”, resumió Massa.
“Tenemos que trabajar para cumplir los objetivos del programa porque es parte de los compromisos que la Argentina asumió como país y que de alguna manera nos ponen en la obligación de asumirlos como responsabilidad de gobierno”, insistió.
Massa tuvo una semana intensa en Washington y en Houston, con picos en su primer contacto con el Fondo, sus reuniones con altos funcionarios del gobierno de Joe Biden en la Casa Blanca y el Departamento de Estado y con empresas petroleras.
El líder del Frente Renovador cosechó los vínculos que sembró durante años en Estados Unidos. Lo recibieron en todos lados: tuvo más de dos docenas de reuniones. Mostró su caudal político y dos atributos que sus antecesores nunca tuvieron: el control de toda la “botonera” de la gestión, y un respaldo sin fisuras –por ahora– del Frente de Todos, que aparece alineado detrás de su gestión. No ha sido una visita típica de un Ministro de Economía. Ni Martín Guzmán ni Silvina Batakis pisaron oficialmente la Casa Blanca. O vieron, por caso, a Jack Rosen, presidente del American Jewish Congress, y Dina Siegel Vann, directora del American Jewish Committee, dos influyentes figuras. Massa viajó en el Tango 04 –el motivo que se esgrimió fue el atraso que sufrió la agenda por el intento de atentado a Cristina Kirchner, aunque también una intención de darle envergadura al viaje–, y lo hizo junto con una delegación que, con el correr de los días, llegó a sumar más de una docena de funcionarios y asesores.
En Houston, Mark Jones, profesor de la Universidad Rice y un viejo conocodo de Massa en Estados Unidos, lo presentó como el “James Baker argentino”, una referencia al secretario de Estado de Ronald Reagan, alguien que puede tener puentes, dijo, resolver conflictos y “no hacer quilombos”. El Fondo ahora habla ahora cara a cara con alguien con el poder político para hacer lo que Guzmán y Batakis nunca pudieron hacer: un ajuste.
Massa dijo que no pidió en la Casa Blanca, y que tampoco le ofrecieron nada. Pero en su delegación señalaron que se planteó el costo para el país de la guerra en Ucrania, que estalló justo antes del acuerdo con el Fondo. La Argentina, remarcaron, sufrió tres pérdidas por las tensiones geopolíticas: 5000 millones de dólares más en importaciones de gas –si la Argentina produjera todo lo que puede, exportaría y hubiera tenido un rédito–, unos 6000 millones que quedaron en Rusia de los fondos que Moscú recibió del FMI por la pandemia, y que el gobierno de Vladimir Putin pensaba cederle a la Casa Rosada; y 9000 millones del swap con China. El Gobierno quiere reducir drásticamente las importaciones de gas el año próximo.
“Los precios internacionales de la energía condenan a Europa a un escenario de enorme inestabilidad económica y política, y nos ponen a prueba a nosotros para el 2023 en el desafío de tener un programa muy ambicioso, pero también profesionalmente desarrollado para evitar que la Argentina tenga que seguir importando los niveles de GNL [Gas Natural Licuado] que ha venido importando los últimos años”, señaló Massa. “El costo de la guerra es un tema que aparece no solamente en la relación de la Argentina con Estados Unidos, sino en el análisis global”, agregó el jefe del Palacio de Hacienda.
Las reservas del Banco Central son el flanco más débil del programa. El Gobierno debe sumar, para fin de año, casi 6000 millones de reservas netas a las arcas del Central. Massa obtuvo más dólares del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Banco Mundial, y siguió día a día los resultados del “dólar soja”. Se mostró conforme: “La primera semana fue buena”, resumió. Pero aun con esos avances, la meta con el Fondo está en duda.
“La Argentina va a superar el eterno círculo vicioso de restricciones alrededor del tema dólares en el momento en el que tengamos una construcción de producto lo suficientemente voluminosa para que sus exportaciones sean garantía del libre funcionamiento de los mercados de cambio”, definió Massa. “Nosotros necesitamos un mercado interno fuerte, pero necesitamos crecer en inversión y en exportaciones para que nuestro producto bruto no esté todo el tiempo pendiente solamente de nuestra capacidad de consumo en el mercado interno, sino que tenga nuevos mercados que le aumenten los niveles de consumo a la oferta argentina”, agregó.
Tractores de crecimiento
Para sumar reservas y crecimiento, Massa ve cinco “tractores”: el campo, el sector de gas y petróleo, la minería, la economía del conocimiento y el turismo, al que además ve como un motor del mercado interno. Massa cree que, más allá de las enormes dificultades actuales, la Argentina “tiene una enorme oportunidad en el mediano y largo plazo”.
La energía ocupó un lugar alto en la agenda. Massa dijo en su paso por Houston que la Argentina tiene que ser “un jugador central” en la agenda de seguridad energética global, que cobró enorme relevancia por la guerra en Ucrania. A las empresas les prometió “reglas claras”, y reactivó un andamiaje de estímulos para permitirle disponer de más dólares para importar insumos y girar utilidades –dos reclamos que escuchó en Washington y en Houston– a medida que inviertan y produzcan más. El principio es que, cuánto más produzcan, más dólares tendrán.
La preocupación inmediata es el próximo invierno. Massa dijo que tienen la responsabilidad de alcanzar un mayor volumen de producción local para “cuidar el bolsillo de la gente”, y además recortar la dependencia de los barcos de GNL. Y lograr usar más energía hidroeléctrica en el invierno. El gasoducto Néstor Kirchner es clave, indicó. Para el mediano plazo, la meta es el autoabastecimiento energético y la exportación.
“La clave es aumentar la producción para terminar el proceso de autoabastecimiento energético, pero también para empezar a aumentar el volumen de exportación con contratos ininterrumpibles. Eso nos va a permitir mejorar nuestra balanza comercial, aumentar la cantidad de empleo y aumentar el volumen de inversión en el sector de gas y petróleo porque son sectores de inversión intensiva”, indicó.
Ya más adelante, Massa busca un “salto exportador” que incluya plantas de licuefacción y de hidrógeno, acompañado de una “estrategia de multiplicación de inversiones en minerales críticos”, como el litio, que son cruciales para la transición global a una economía verde hacia 2050.
“Es clave avanzar en el Congreso con tratamiento de política de Estado con la búsqueda de consensos entre el Gobierno y la proposición tanto la ley que regule los beneficios fiscales y la estabilidad jurídica y fiscal de las plantas de GNL, porque la Argentina necesita terminar de dar el salto exportador a partir de tener plantas de licuefacción, y las plantas de hidrogeno, porque también el hidrogeno, ya sea el verde, el gris o el azul, nos pueden permitir aumentar nuestra presencia como jugadores globales energéticos”, dijo.
“Hay que poner en un mismo instrumento las plantas de GNL, el hidrogeno, y los artículos vinculados a la “ley corta” que termine de consolidar un proceso de estabilidad y disponibilidad de divisas en el sector gas y petróleo, en el sector gas licuado, y en el sector hidrógeno”, indicó.