Ser o no ser un expatriado
Un joven ejecutivo recibe una propuesta por parte de la empresa para trasladarse a otro país con un puesto muy importante. Se trata de un momento muy esperado para muchos profesionales, pero las dudas son muchas y las certezas, pocas.
¿Acepto la propuesta? ¿Es el momento adecuado para mi familia? ¿Cómo afectará en lo personal y profesional a mi pareja e hijos? ¿Lo sufrirán mis padres? ¿Qué pasará con mis amigos de toda la vida, y mis hobbies? ¿Será realmente un salto en mi carrera? Y cuando quiera regresar, ¿se olvidarán de mí en la oficina? ¿Realmente me hará más empleable? ¿Me adaptaré al nuevo entorno? ¿Valdrá la pena el esfuerzo?
Junto a la globalización aparecen el interés y la posibilidad de abrir fronteras para movilizar profesionales a otras geografías. Las empresas lo necesitan para fortalecer sus culturas internacionales y desarrollar sus negocios.
Los profesionales lo demandan, ya sea para crecer profesionalmente o simplemente para tener otras experiencias de vida. La dirección que toman las carreras se ha diversificado.
Desearlo o aceptar una propuesta conlleva sin duda preocupaciones y problemas, incertidumbres e inquietudes. Mudarse solo o con la familia, sumado a las incógnitas que generan la ida y la vuelta, tiene costos emocionales. Siempre implica un cambio cultural y el ajuste a un estilo de vida diferente. Requiere aprender, poner en juego competencias clave como flexibilidad, sensibilidad cultural, humildad, tolerancia a la ambigüedad y a la frustración.
Más preguntas que respuestas son las que surgen en estas situaciones. ¿Podré resignar cosas valiosas para recibir otras? El gran dilema es que nada se aclarará si no se asume el riesgo de vivir la experiencia. Siempre habrá un balance de ganancias y pérdidas, depende de cada uno, y exigirá de una profunda reflexión y análisis individual con el apoyo de los seres cercanos, y por supuesto con el real respaldo de la empresa que propone este proyecto.
Conocerse, asumir lo que se valora y aprecia, y cuidar lo que se ha construido a lo largo de la vida son parte del éxito de la decisión. La propia historia es la base de la identidad de una persona. Esa identidad acompaña al individuo adonde sea que se traslade.
Es cierto que hay un antes y un después. El profesional nunca será igual luego de esta apuesta a cultivar su capital intelectual y social. Ya se ha cruzado la señal de largada.
La autora es socia de Deloitte y escribió el libro Dilemas
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