Sequía de capitales: la siempre postergada inversión
El Gobierno apuesta al acuerdo con el Club de París para empezar a revertir años de falta de fondos para infraestructura y producción
El acuerdo con el Club de París al que se llegó el jueves pasado puede significar a largo plazo apenas una leve y tardía llovizna a la hora de calmar la sequía de inversiones que padece la Argentina. Los funcionarios del Gobierno se ilusionan con la posibilidad de que lluevan capitales luego de la firma , pero la realidad es que eso no será tan así si en el país se mantienen las condiciones de imprevisibilidad que en los últimos años han llevado a una baja tasa de inversión respecto del PBI y han ahuyentado la inversión extranjera directa.
El impacto del nuevo arreglo puede registrarse en forma indirecta en una reducción del riesgo país, que el viernes era de 832 puntos y es el más alto de la región, si se exceptúa a Venezuela. La merma de ese ratio llevaría a que los inversores reclamaran una menor rentabilidad a la hora de poner su capital aquí. Para tener una idea, hoy un inversor exige en la Argentina 17% de rentabilidad, mientras que en Uruguay, sólo 10 por ciento.
Sabe a poco el posible impacto benéfico que pueda tener un acuerdo en un país que en 2013 tuvo la menor inversión extranjera directa de la última década y cuya tasa de inversión respecto del PBI tuvo un promedio en los últimos tres años de 18%, lejos del 25% de Chile o el 28% de Ecuador, en la región. En el mundo, economías como Corea y China, que crecen a 7/8% anual, tienen una inversión de 30 y 42%, respectivamente.
Javier García Sánchez, director académico del One-Year MBA del IAE Business School, dice que, con las condiciones actuales, es muy difícil que vengan capitales. "La Argentina sigue con un riesgo país muy alto", afirma el especialista.
Dante Sica, economista y director de la consultora abeceb.com, dice que el convenio anunciado con el Club de París podría destrabar algunos créditos, en especial de organismos internacionales –donde varios de los países con los que se cerró el acuerdo tienen mucho peso– y aquellos orientados a financiar inversiones de empresas de esos países en la Argentina a tasas convenientes. "Sin embargo, este impacto no sería inmediato ni masivo, ya que este tipo de financiamiento tiene tiempos más largos que los de los mercados financieros internacionales", opina el economista.
Además, como se dijo, las condiciones actuales de incertidumbre para invertir en la Argentina seguirán vigentes, lo que representa una traba para nada menor. El Gobierno ha llegado a una situación de pérdida de credibilidad tal que es difícil que pueda torcerla en lo que queda de su mandato, se explica en un informe de abeceb.com.
¿Por qué es difícil que lleguen inversiones al país? García Sánchez apela a las comparaciones con otros países para explicarlo. A una empresa promedio de Estados Unidos se le pide una rentabilidad que se ubica entre 7,5 y 8,5 por ciento; mientras que a una que está radicada en la Argentina se le reclama 8,5% más, porque el riesgo país es de 850 puntos. "Esto quiere decir que para que alguien ponga dinero acá se tiene que asegurar una rentabilidad de alrededor de 16 o 17% en dólares en promedio", afirma el especialista.
Para tener una referencia, Uruguay tiene un riesgo país de 175, es decir, casi 7 por ciento menos que del otro lado del Río de la Plata. Así las cosas, en Uruguay un inversor pediría una rentabilidad de 10% (8,5% que se pide en la referencia de Estados Unidos más 1,75%). En otras palabras, para que haya inversiones en la Argentina tendría que haber en el país negocios que sean el doble de rentables que en Uruguay. "Y la verdad es que no los hay, porque la Argentina no tiene un mercado interno espectacular ni una eficiencia asombrosa que lleve a tener costos muy bajos", acota García Sánchez.
El día del acuerdo el riesgo país apenas se movió (pasó de 850 puntos a 832), ya que ahora se está más pendiente de lo que pueda pasar con el juicio de los holdouts, que tiene fecha para el 16 de junio en los Estados Unidos. De todos modos, aunque baje algunos puntos más, la Argentina siempre tendrá una tasa más alta que otros países de la región (el país que le sigue en América latina es Ecuador, que tiene 375 puntos).
Ahora, ¿cómo encuentra el acuerdo del Club de París a la Argentina en materia de inversiones? No muy bien. Según un análisis de la consultora Desarrollo de Negocios Internacionales (DNI), el promedio de la tasa de inversión respecto del PBI de los últimos tres años fue de 18, una de las más bajas de la región. Para sostener robustos procesos de crecimiento, los especialistas coinciden en que se debería superar el 23 o 24% del PBI.
Marcelo Elizondo, director de DNI, explica que la baja tasa de inversión limitó la capacidad productiva del país y llevó a la economía a trabajar con muy baja capacidad instalada ociosa. "Además –acota el consultor–, afecta la capacidad de generación de oferta exportable, porque lleva a las empresas a atender primordialmente la demanda doméstica."
Un estudio de DNI muestra el paralelo que ha existido en los últimos años entre la baja inversión y el comportamiento de las exportaciones argentinas (ver infografía). Además, la magra inversión no sólo afecta a los importadores, sino que también golpea a sus cadenas de producción, abastecimiento, servicios varios, comercialización e infraestructura utilizable.
Baja inversión extranjera
Hay un dato más que torna más sombría la situación. El ingreso neto de divisas por inversiones extranjeras directas (IED) en el sector privado cayó en el primer trimestre al menor monto en 11 años. Hay que remontarse a 2003, año en que asumió la primera administración Kirchner, para encontrarse con este dato revelador de que la economía repite problemas de entonces, con la agravante de que lo hace en el marco de un contexto internacional favorable.
Según muestra el balance cambiario del Banco Central (BCRA), en el primer cuarto del año se registraron ingresos netos por apenas US$ 207 millones. El neto fue 62% inferior al obtenido en igual período de 2013, cuando la cuenta arrojó un saldo a favor de US$ 338 millones, lo que lo ubica a su vez como "el mínimo valor desde 2003", según reconoce el informe oficial.
La Argentina tuvo períodos entre 2004 y 2009 en los que la inversión respecto del PBI alcanzó tasas de entre 24 y 25%, pero aun así se discutía si eso era suficiente para apuntalar un proceso de crecimiento sostenido. Fausto Spotorno, economista de la consultora Orlando Ferreres y Asociados, dice que a lo que se debe prestar atención es a la calidad de la inversión, algo que en el país no siempre estuvo claro. ¿Por qué? Porque hay que ver cuánto de eso ha sido inversión reproductiva y cuánto no.
Por ejemplo, la construcción de departamentos de un ambiente es inversión desde el punto de vista de las cuentas nacionales, pero no se la puede considerar reproductiva. "Puede generar crecimiento por medio de la rentabilidad, pero no genera otros bienes", comenta Spotorno. Otro ejemplo similar es la compra de autos o de celulares, que tienen una parte que es reproductiva y otra que no; pero que sin embargo siempre se cuenta como inversión.
Una forma muy clara de ver cuán productiva es la inversión que se realiza en el país es discriminar, como lo hace Orlando Ferreres y Asociados, la inversión total de 2013. Así, se puede ver que de los 100.000 millones de dólares de inversión, 18.000 millones fueron hechos por el Estado; 50.000 millones fueron de inversión no reproductiva (39.000 millones de construcción de viviendas; 11.000 millones de importación de celulares y automóviles y otros equipos).
Así que lo que queda de inversión productiva del sector privado son sólo 32.000 millones de dólares. Al hacer el mismo cálculo con la inversión de 1998, se llega a la cifra de 32.500 millones. "Dicho crudamente, en materia de inversión reproductiva el país está igual que hace 16 años", señala Spotorno.
Otro modo de calcular si en un país se está invirtiendo lo suficiente es ver el crecimiento de economías que tienen altos índices de inversión. Por ejemplo, para crecer entre 6 o 7 por ciento anual, Corea invierte alrededor del 27% aunque algunos años ha llegado a 30 por ciento del PBI, mientras que para tener tasas de crecimiento de entre 8 y 9 por ciento, en China se desembolsa 42% del PBI. ¿Un caso más cercano? Para expandir la economía a rangos de 5% por año, el vecino Chile tiene una inversión anual que no baja de 25% de su PBI.
Desembolsos insuficientes
En tanto, Guillermo Ferraro, director del área de infraestructura de la consultora KPMG, dice que no es que no hubo inversión en los últimos 10 años en el país, pero lo que sí se puede cuestionar es si ésta fue suficiente para sostener un crecimiento del PBI que estuvo atado en el aumento del consumo interno.
Tampoco se puede hablar, advierte Ferraro, en términos generales, ya que habría que discriminar por sector. "Por ejemplo, en los últimos 14 años el país triplicó el volumen de la cosecha de granos, pasando de 30 millones a casi 100 millones de toneladas. La infraestructura en logística para mover esa cosecha estuvo; si no, ésta no hubiese salido del país. Eso implica inversiones en rutas, transporte, puertos. Entonces, en este sector hubo inversión y fue suficiente", estima Ferraro.
Por otro lado, la inversión en petróleo y gas estuvo entre las más pobres. Se pasó de ser exportador neto a importador neto, y eso porque no hubo inversión en la etapa exploratoria. Ahí existe un retraso que el propio Gobierno corrige desde los acuerdos que intenta y que podrían dar sus frutos en el mediano y largo plazo.
En el sector de la generación de energía necesaria para que las fábricas pudieran producir más y abastecer a un mercado voraz, la inversión fue siempre detrás de la demanda.
En diez años el PBI creció 50% y para que las industrias pudieran generar más hubo inversiones, dice Ferraro, pero no fueron suficientes. "Acá se presenta una gran oportunidad de ahora en adelante", sugiere.
Una forma de propiciar la inversión que falta en el país es, según Ferraro, modificar la normativa para permitir la posibilidad de encarar proyectos con fondos públicos y privados, tal como ya ocurre en Uruguay, Australia e Inglaterra, por citar sólo algunos casos. "Hay enormes posibilidades de inversión, espero que se puedan aprovechar", concluye Ferraro.
Mala nota para la Argentina en recepción de inversión extranjera directa
La inversión extranjera directa (IED) creció en todos los países del mundo 11%, según el centro de estadística de las Nacionas Unidas (Unctad), al tiempo que cayó en la Argentina y en el Mercosur. En el bloque declinó su performance en -2,3% en 2013. En tanto, la IED hacia la Argentina descendió 13%, pese a que se computó como tal la forzada reinversión de utilidades de empresas que, al no haber tenido autorización para girar dividendos al exterior, debieron volcar aquí su capital. Lo curioso es que en la región hay países que integran el top 20 entre los que más IED reciben en el mundo. Se trata de Brasil (7° lugar); México (12°) y Chile (18°). El mayor receptor de IED en el mundo volvió a ser Estados Unidos (US$ 159.000 millones).
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