Señales de vida en la eurozona
Los más recientes datos económicos de la eurozona sugieren que puede haber llegado la recuperación. ¿Qué la está motorizando? ¿Qué obstáculos enfrenta? ¿Y qué puede hacerse para sostenerla?
No son difíciles de discernir las causas inmediatas de la recuperación. El año pasado estaba al borde de la segunda caída en la recesión. Cuando recientemente cayó en la deflación técnica, el Banco Central Europeo (BCE) apretó el gatillo del relajamiento agresivo y lanzó una combinación de relajamiento cuantitativo, que incluyó la compra de bonos soberanos, y tasas políticas negativas.
El impacto financiero fue inmediato: en anticipación del relajamiento monetario y luego de que éste comenzara, el euro cayó fuertemente, los rindes de los bonos en el centro y la periferia de la eurozona cayeron a niveles muy bajos y las bolsas se recuperaron. Esto, junto con la fuerte caída del precio del petróleo, dio impulso al crecimiento económico.
Otros factores ayudaron también. El abaratamiento del crédito por el BCE está subsidiando el crédito bancario. El lastre fiscal de la austeridad será menor este año, al volverse más flexible la Comisión Europea. Y el inicio de una unión bancaria también ayuda; luego de las últimas pruebas de estrés y revisión de calidad de activos, los bancos tienen mayor liquidez y más capital para prestar al sector privado. Como resultado de estos factores, el crecimiento se ha retomado en la eurozona.
Pero una recuperación más robusta y sostenida aún enfrenta muchas vallas. Por empezar, los riesgos políticos podrían descarrilar los avances. Se espera que Grecia se mantenga en la eurozona. Pero las difíciles negociaciones entre el gobierno encabezado por Syriza y la "troika" (el BCE, la Comisión Europea y el Fondo Monetario Internacional) podrían causar un accidente, si no se llega a un acuerdo sobre la financiación del país pronto.
Es más, Podemos, un partido de izquierda, podría llegar al poder en España. Partidos populistas antieuro de derecha e izquierda desafían al primer ministro italiano, Matteo Renzi. Y Marine Le Pen, del Frente Nacional, de extrema derecha, está bien ubicada para las elecciones presidenciales francesas de 2017.
La lentitud de la creación de empleo y de crecimiento del ingreso puede seguir alimentando la reacción populista contra la austeridad y la reforma. Incluso el BCE estima que la tasa de desempleo de la eurozona será aún del 9,9% en 2017, muy por encima del promedio del 7,2% previo a la crisis financiera global. Y la fatiga con la austeridad y la reforma en la periferia de la eurozona se une a la fatiga con el rescate en los países centrales, lo que alimenta el apoyo a una variedad de partidos antieuro en Alemania, Holanda y Finlandia.
Un segundo obstáculo para una recuperación sostenida es el mal vecindario de la eurozona. Rusia se está volviendo más agresiva en Ucrania, el Báltico e incluso los Balcanes. Y Medio Oriente arde en las proximidades.
Tercero, aunque las políticas del BCE mantienen bajo el costo del crédito, la deuda privada y pública en países de la periferia como porcentaje del PBI es alta y sigue aumentando.
Cuarto, la política fiscal sigue siendo contractiva, porque Alemania continúa rechazando el creciente coro que le aconseja emprender una política de estímulo de corto plazo. Así, el mayor gasto alemán no compensará el impacto de la austeridad adicional en la periferia ni lo hará tampoco el plan de inversión a tres años de US$ 325.000 millones presentado por el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker.
Quinto, las reformas estructurales aún se dan a paso de caracol, trabando el crecimiento potencial. Y mientras las reformas estructurales son necesarias, algunas medidas pueden aumentar la tasa de ahorro de la eurozona, debilitando aún más la demanda agregada.
Finalmente, la unión monetaria europea sigue incompleta. Su viabilidad de largo plazo requiere el desarrollo de una unión bancaria, fiscal, económica y política. Pero el proceso de integración está trabado. Si la tasa de desempleo de la eurozona sigue muy elevada a fines de 2016, si la inflación anual sigue por debajo de la meta de 2% y las políticas fiscales y las reformas estructurales actúan como un lastre a corto plazo sobre el crecimiento económico, la única medida posible puede ser mantener el relajamiento cuantitativo. Pero la debilidad del euro está engrosando el superávit de cuenta corriente de la eurozona.
Al debilitarse el euro, las cuentas externas de los países de la periferia pasan de déficit a equilibrio y a superávit. Alemania y el centro de la eurozona ya tenían grandes superávits; en ausencia de políticas para dar impulso a la demanda interna, esos superávits aumentaron más. Así la política monetaria del BCE tendrá un sesgo creciente de descargar los problemas sobre el vecino, llevando a tensiones comerciales y del mercado de divisas con Estados Unidos y otros socios comerciales.
Para evitar eso, Alemania tiene que adoptar políticas que darían impulso al consumo y el gasto local y reducirían el superávit externo. Hasta que Alemania actúe en este sentido, nadie debiera apostar a una recuperación más robusta y sostenida en la eurozona.
Project Syndicate 2015
El autor es profesor de Economía de la Universidad de Nueva York
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