Seguir o no seguir a la Fed, he ahí el dilema
Los inversionistas se preguntan cuándo cambiará de rumbo
Desde la crisis financiera, los inversionistas han sido recompensados por seguir el refrán "no pelee con la Fed". Eso ha implicado acumular acciones y deuda empresarial riesgosa conforme las bajas tasas de interés del banco central de Estados Unidos han reducido el atractivo de inversiones más "seguras" como los bonos del Tesoro.
Pero ahora los inversionistas están constantemente pendientes de la Reserva Federal para ver cuándo cambiará de curso, buscando proteger lo que han ganado.
Durante el primer trimestre, la apuesta por activos más riesgosos se intensificó aún más, a medida que los principales bancos centrales del mundo ejercieron una mayor influencia sobre los mercados financieros que en los meses previos. El resultado fue un alza de proporciones históricas de las acciones estadounidenses y los bonos con calificación por debajo del grado de inversión.
No sólo la Fed ha expandido su injerencia en los mercados financieros al esencialmente duplicar el ritmo de compras de bonos desde el año pasado, sino que también el Banco de Japón probablemente se una al club de relajamiento monetario en su intento por revivir la economía japonesa.
El banco central de Japón aún no ha hecho nada en 2013, pero esas expectativas han bastado para impulsar el índice Nikkei 19% en el primer trimestre. Eso hizo que las acciones japonesas tuvieran el mejor desempeño entre las bolsas de economías desarrolladas, un gran contraste frente a su reputación de dinero muerto" en un país víctima de una prolongada estanflación. Por su parte, el índice estadounidense Standard & Poor’s 500 ganó 10% camino a su récord de 1.569,19 en la última jornada bursátil del trimestre.
Si abre las compuertas del relajamiento monetario, el Banco de Japón se uniría a la Fed, el Banco de Inglaterra, el Banco Nacional Suizo y, en menor medida, al Banco Central Europeo, con políticas que apuntan directamente a los mercados financieros.
"Ya no es simplemente cuestión de pelear con la Fed, estás peleando con todos ellos", señala Jason Trennert, estratega jefe de inversión en Strategas Research Partners.
Los inversionistas saben que es inevitable que la Fed y otros bancos centrales retiren sus niveles de respaldo sin precedentes. Las tasas subirán y ocasionarán pérdidas a los tenedores de bonos. Las acciones, en tanto, podrían recibir un golpe al menos a corto plazo.
De todas maneras, es imposible saber exactamente cuándo la Fed cambiará su postura, y los que se han adelantado lo han pagado caro. Es una dinámica que pone nerviosos a muchos inversionistas, pero no ven otra alternativa más que cerrar los ojos y comprar. El banco central de EE.UU. ha indicado que no concluirá la compra de bonos hasta que la economía se encuentre en un terreno más sólido.
Sin embargo, Mike O’Rourke, estratega jefe de mercado en la firma de corretaje Jones Trading, opina que la disposición de los inversionistas a seguir a la Fed ignora las lecciones de períodos previos a crisis financieras. "Esta es la misma Fed que dijo que el mercado inmobiliario no iba a lastrar nuestra economía", dice O’Rourke. "La fe ciega en un banco central es una buena forma de perder dinero".
El dilema que enfrentan los inversionistas es más notorio en el mercado de deuda de EE.UU. Debido a que la Fed compra US$ 85.000 millones de bonos del Tesoro cada mes, los analistas de Barclays PLC apuntan que el banco central está absorbiendo aproximadamente 90% de la deuda total neta emitida en el país, incluyendo bonos empresariales y municipales.
El resultado es que las compras de la Fed están impulsando los precios, bajando los rendimientos —que se mueven de forma inversa a los precios— y empujando a los inversionistas a valores más riesgosos para obtener retornos por encima de la inflación.
"Cuando los bancos centrales llevan a los inversionistas a (…) asumir más riesgos de lo normal, ahí es cuando aparecen consecuencias no deseadas", asevera Jurrien Timmer, gestor del portafolio de US$ 231 millones del Fondo de Estrategias Globales de Fidelity.
Durante el último año, los fondos de alto rendimiento han retornado un promedio de 12% y los precios de los bonos riesgosos se encuentran en máximos históricos. Pese a que la brecha entre los rendimientos de los bonos chatarra y los del Tesoro ha sido más estrecha en el pasado, los niveles absolutos de los retornos de la deuda de baja calificación no están lejos de mínimos históricos. Sin embargo, el dinero sigue fluyendo en esta dirección.
"No es una burbuja en el sentido clásico" de compradores que esperan continuas alzas de precios, explica Marty Fridson, presidente ejecutivo de la firma de investigación financiera FridsonVision. "Pero están cómodos teniendo bonos en el nivel en que están porque piensan: ‘la Fed me está respaldando’".