Se registran 900.000 accidentes laborales por año
Durante estos últimos años nos hemos preguntado: si la Argentina tiene una de las legislaciones más avanzadas en materia laboral y de seguridad en el trabajo; si las empresas tienen conciencia de que su crecimiento y eficiencia están basados en la calidad de su gestión, orientada entre otros temas a la disminución de los niveles de accidentología; si las entidades gremiales y las ART tienen la obligación de custodiar la salud de sus representados; si el trabajador atesora el cuidado de su cuerpo como el capital más importante, ¿por qué en la Superintendencia de Riesgo de Trabajo se denuncian cerca de 900.000 accidentes anuales? ¿Cuáles son las causas?
La falta de legislación, los medios de protección que no siempre proveen las empresas, la ausencia de planes de formación, el desconocimiento de los sistemas de trabajo, la obsolescencia de materiales y herramientas, el desinterés del trabajador en el cumplimiento de las normas, etcétera, son parte activa del problema. Pero resulta evidente que debe haber causas mucho más profundas que debemos buscar dentro de la persona y que no siempre son perceptibles al ojo de la supervisión o el gerenciamiento.
Lamentablemente tomamos el accidente laboral como una contingencia en el proceso de trabajo y en algunos casos como un simple índice estadístico.
Las presiones y los problemas a los que hoy está expuesto el trabajador hace necesario reflexionar sobre su conducta. Los niveles de falta de concentración y responsabilidad en el trabajo diario son cada vez más frecuentes.
Varios pueden ser los motivos que afecten la concentración: el estrés, la ansiedad, el desinterés, la distracción, la relación diaria con la familia, los compañeros de trabajo, la situación económica, el miedo a perder el trabajo, la falta de horizonte para los hijos etcétera (todo lo cual no lo contempla la nueva ley de riesgos del trabajo).
A su vez no podemos perder de vista que la falta de concentración y responsabilidad hoy está muy ligada al alcoholismo y las adicciones. Hay estadísticas que nos muestran que el día que se produce el mayor número de accidentes es el lunes o el primer día hábil de trabajo. Esto nos muestra la dependencia del creciente presumible consumo de alcohol o drogas los fines de semana. El alcoholismo y las adicciones lamentablemente están cada día más presentes en las relaciones del trabajo, conductas generadoras de violencia y falta de atención.
Estas enfermedades no siempre son tratadas y en muchos casos, ocultadas por los propios compañeros por temor al despido o la sanción disciplinaria.
Como conclusión, pensar en seguridad es pensar en prevención, sabiendo que debemos tener en cuenta no sólo los aspectos formales, sino también las conductas de la persona.
La supervisión, las jefaturas de área, el sector de medicina laboral, la gerencia de Recursos Humanos, entre otros, tienen la obligación de estar capacitados para el manejo de las conductas humanas, tener las herramientas para detectar, diagnosticar y evitar males mayores.
No olvidemos que ante situaciones como las descriptas no sólo está en juego la vida de una persona, sino también la de su entorno laboral.
Todos los accidentes pueden y deben prevenirse, y es responsabilidad de todos los niveles de la empresa.
Ante un accidente –por más leve que pueda ser– debe ser investigado en sus causas sin perder de vista los aspectos humanos que rodearon al mismo.
En estos días también se estaría por incluir dentro del régimen de ART el empleo doméstico, cuestión ésta que nos obliga a repensar en cómo harán las aseguradoras para prevenir accidentes en el hogar, verificar el cumplimiento de normas de seguridad.
No será tarea sencilla el relevamiento de los posibles peligros del hogar si hay niños, ancianos, mascotas, etcétera, pero deberá prestarse especial atención. Nada justifica una lesión.
Daniel Capece y Juan Carlos Cerutti
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