La periodista especializada Martina Rua argumentó sobre cómo la inteligencia artificial atraviesa la cotidianeidad y explicó las ventajas y desafíos que trae aparejada
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“Les propongo un viaje, nos vamos a China. Es enero de 2020, en una ciudad que mucho no habíamos escuchado: Wuhan. ¿La habías escuchado hasta enero de 2020? Algo está pasando ahí, las personas tienen más neumonía que hace un par de semanas y la inteligencia artificial (IA) BlueDot nos empieza a dar más datos: pierden el olfato, el gusto y muchas terminaban en muerte”, disertó la periodista Martina Rua, especializada en innovación, durante el panel “El impacto de la IA en la vida cotidiana” del evento Inteligencia Artificial capítulo cuatro, organizado por LA NACION.
Dos semanas más tarde que la inteligencia artificial BlueDot advirtiera sobre este fenómeno, los síntomas aparecieron en Shanghái. Dos semanas más tarde, la Organización Mundial de la Salud (OMS) habló sobre un brote de una nueva enfermedad. Ya conocemos cómo sigue la historia: pandemia de Covid-19.
“Dos semanas antes una inteligencia artificial nos había dado una alerta epidemiológica, el aviso de que algo estaba pasando. ¿Qué pasa si tenemos esa información antes? ¿Hubiese frenado la pandemia? Seguramente no, pero se podrían haber tomado decisiones con mayor previsión”, consideró Rua.
Inspirado en este caso, el médico argentino Diego Pereyra se preguntó si se podía replicar ese algoritmo en el país. “Empezó a pensar. Imaginate en el norte de argentina si hubiese una IA así. Podría notar que la gente llega con fiebre, dolor en las articulaciones, laboratorio bajo en plaquetas. ¿Podríamos saber con semanas de previsión si tiene dengue? ¿Cómo podría hacer que el Ministerio de Salud ponga las partidas para entender esto? ¿Qué puedo hacer yo?”, relató la periodista.
A través de un trabajo conjunto con Fredi Vivas, de RockingData, con Pereyra “argentinizaron el algoritmo” para poder transitar la pandemia de coronavirus con inteligencia artificial en el porteño Sanatorio Güemes, uno de las instituciones que “más pacientes con Covid atendió con terapia intensiva (UTI)”. Con esta herramienta predijeron el pico de la primera ola y pudieron prever con un 98% de exactitud cuántos pacientes iban a ingresar en el UTI. Eso les permitió equiparse, prepararse para enfrentar ese momento.
“Quizás pienses qué tiene que ver conmigo, no soy médico, no uso IA. ¿Estás seguro que lo que hacés no es mediado por estas tecnologías? ¿Sos docente? ¿Meteoróloga? ¿Ingeniero, trabajás en el campo? ¿Sos periodista? ¿Trabajás en seguridad? ¿Sos psicólogo o psiquiatra? Sea el trabajo que sea, la inteligencia artificial está modificando las industrias. Una buena pregunta es cómo hago para entender las acciones y actividades que van a ser reemplazadas por la IA en pocos años”, argumentó Rua.
Durante su exposición, la periodista también hizo mención que durante esta semana la Unesco por primera vez hizo una norma sobre la ética de la inteligencia artificial. Los principales puntos del proyecto hablan sobre la protección de datos, la privacidad de las personas, la prohibición de marcadores de vigilancia masiva y la protección del medio ambiente. “Esta es una agenda urgente, está cada vez más metida en cada una de nuestras profesiones”, agregó.
Algunas cifras para dimensionar la temática. Se espera que la inteligencia artificial genere cuatro billones de dólares de valor añadido en 2022 a nivel mundial. Solo el 22% de los desarrolladores de IA son mujeres. La extracción de datos de la inteligencia artificial consume el 10% de la energía a nivel global. “Son muchas aristas para entender la implicancia de la inteligencia artificial en nuestras vidas”, indicó.
Así como genera oportunidades, también se crean desafíos. Por ejemplo, una empresa decidió despedir a 150 desarrolladores por “improductivos”, porque una IA dijo que no trabajan lo necesario. Otro caso: una investigación detectó que Compas, un sistema que usan las fuerzas de Estados Unidos para prevenir la reincidencia del delito, era discriminatorio con las personas negras. Incluso reescribiendo el código no lograron solucionarlo por la calidad de los datos. “Propongo que no veneremos los datos desde la fe. Tratemos de preguntarnos qué información nos pueden dar, quién lo guardó, cómo fueron agrupados, qué compañías buscan los datos para ver cómo eso puede jugar a favor”, agregó.
IA, redes neuronales, NFT, Crispr, Quantum. Son términos que pueden sonar desconocidos, pero que hay que tomarse el tiempo para entender estas nuevas tecnologías. “Pensar cuál puede ser la implicancia que tengan sobre nuestros roles y cómo vamos a aprenderlas, o al menos entenderlas básicamente, para entender sus incidencias sobre nuestras vidas”, finalizó.
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