Se inauguraron las obras del Aeroparque, pero una manifestación de exempleados de Latam empañó la fiesta
Una manifestación de exempleados de Latam, la compañía que cerró sus operaciones en junio pasado, empañó los festejos
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Finalmente, el Aeroparque Metropolitano abandonó el silencio que lo caracterizó en siete meses. Alrededor de las siete de la tarde ya había algunos curiosos arrimados a las rejas que rodean el aeropuerto para ver la llegada del vuelo de Aerolíneas Argentinas proveniente de Córdoba que inauguró minutos después la nueva pista alargada de despegue y aterrizaje, y significó la vuelta de las operaciones aerocomerciales al Jorge Newbery.
Para recibir el vuelo inaugural estaban los ministros de Transporte y de Turismo, Mario Meoni y Matías Lammens, respectivamente; además del presidente de Aeropuertos Argentina 2000, Martín Eurnekian, quienes bautizaron la nueva pista con el nombre del expresidente Juan Domingo Perón.
Pero la fiesta no fue completa. Pese a que había un fuerte operativo de seguridad entre la Policía Federal y la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA), un grupo de alrededor de 100 exempleados de la aerolínea Latam logró acercarse a manifestar contra el vidrio por el cual salían del aeropuerto los pasajeros recién llegados y en dónde se pararían los ministros a dialogar con los medios de comunicación.
En este contexto, y con el recuerdo fresco de los piedrazos que recibió la camioneta que trasladaba al presidente Alberto Fernández en Chubut, los funcionarios suspendieron la conferencia de prensa y no hubo ningún anuncio formal.
Latam todavía tiene seis aviones estacionados en el Aeroparque, a pesar de que anunció en junio pasado que cerraba sus operaciones en el país. Según informaron en la compañía de origen chileno-brasileño, se inició el proceso de traslado de aquellos aviones de su flota que aún permanecen en la Argentina hacia los talleres en los que se realizarán los trabajos de mantenimiento tendientes a la devolución de las aeronaves a sus propietarios.
“LAN Argentina S.A. [por Latam] no era propietaria de ninguno de los aviones que componían su flota, motivo por el cual dichas aeronaves deben ser devueltas a sus propietarios cumpliendo con todos los procedimientos operativos correspondientes”, indicó la empresa.
Desde el anuncio del cese de las operaciones, Latam lanzó un programa de retiro voluntario mediante el cual se alcanzó un acuerdo con 1500 empleados, de los 1715 que tenía la empresa en el país. Este programa finalizó en febrero pasado y quedaron 193 trabajadores que siguen en conflicto con la compañía, aunque la disputa ahora se resolverá en el plano judicial.
Mientras que Latam espera la oportunidad para quitar sus seis aviones que quedan en el Aeroparque, las aerolíneas low cost están a la expectativa de poder ocupar algunos de esos estacionamientos. Flybondi, por ejemplo, tiene que seguir operando desde Ezeiza hasta fin de mes, ya que las autoridades de control le informaron que no se habilitaron los espacios en la plataforma que le fueron asignados para que puedan “dormir” los aviones.
Jetsmart tuvo otra suerte gracias a que adquirió las tres posiciones para estacionar los aviones que tenía Norwegian en la Argentina, cuando compró las operaciones domésticas de la compañía que se fue del país. Sin embargo, si logra que le autoricen operar los vuelos a Chile también desde el Aeroparque, como tiene permitido Aerolíneas Argentinas, la low cost de capitales estadounidenses necesitará un nuevo lugar de estacionamiento.
Por ahora es incierto qué ocurrirá con los vuelos regionales de las aerolíneas low cost, lo cual es una paradoja, ya que la flamante pista de despegue y aterrizaje se construyó justamente para posicionar al Aeroparque como un aeropuerto regional, con el fin de mejorar la conectividad del país y fomentar el turismo. Pero al momento, la única compañía que tiene esa ventaja es la aerolínea estatal de bandera.
La disputa entre el órgano de control del sector, el Orsna, y las low cost es la tasa diferencial que las compañías recibían cuando operaban sus vuelos internacionales desde El Palomar, el aeropuerto militar que se cerró para el sector aerocomercial por las restricciones sanitarias, que se mantuvieron después cuando mudaron los aviones al aeropuerto internacional de Ezeiza. Según indicaron fuentes de la industria, en el Aeroparque todos pagarían la misma tasa, por lo cual las low cost deberán decidir si continúan volando en Ezeiza con tasas más bajas, o mudan sus operaciones internacionales al Aeroparque y compiten “de igual a igual” con Aerolíneas Argentinas.
En la remodelación del Aeroparque se invirtieron $5000 millones, que permitieron, entre otras obras, ensanchar y alargar la pista para facilitar la operación de vuelos regionales. Se prevé cubrir las rutas a Uruguay, Brasil, Bolivia, Paraguay, Chile y Perú.
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