Se fue por amor, se convirtió en diseñadora top en Miami y hoy viste a artistas famosos
MIAMI.- Sus gemelas ya entraban en la adolescencia, y Valeria Gebruers sentía que el tiempo empezaba a sobrarle. Quería hacer algo para ella. Con el título de traductora pública de inglés, había llegado a Miami para acompañar a su marido en su carrera laboral. Fan de la moda bohemia, empezó a diseñar carteras, ropa y accesorios con telas de la India. Así nació Pachamama Bohemian.
Pero hace un año y ocho meses, se cansó de lo hindú. En una feria de arte en un colegio secundario, vio la representación de una alumna. La buscó por Internet y le ofreció pintar las espaldas de unas camperas de jean que Valeria compraba usadas, y luego intervenía, le ponía flores, bordados, alas. A los pocos meses, la chica se decidió a estudiar arte y se fue del estado. Valeria tenía que reinventarse y crear algo ciento por ciento con sus manos.
"A veces las cosas pasan por algo. Ahí empecé a crear con parches, flores, lentejuelas, todo lo que hago hoy. Si bien en la web tengo carteras o accesorios, ya el 100% de mi showroom son chaquetas", cuenta.
A poco de trabajar desde su casa, se puso un puesto en un consigment store, una tienda que vende primeras marcas usadas. "Estoy rodeada de Gucci, Chanel. ¿Quién va a mirar lo que yo hago?", pensaba. Pero quien miró fue nada menos que el vestuarista del cantante Prince Royce.
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"Al tiempo me cuenta que tiene un video para Royce, y para los CNCO, que yo no conocía pero son un grupo muy popular. Me pedía unas chaquetas prestadas y accedí. Se llevó cosas para ambos. Yo no sabía ni cómo manejarme, si debía anotarlo, tomarle un depósito", relata Gebruers. El estilista le advirtió que los cantantes tienen mucha personalidad y que deben evaluar si les gusta. Se había llevado seis chaquetas para CNCO, y el día del video el vestuarista le manda un mensaje: usaron todas y el video sale mañana a las 12 de la noche. "Yo me fui a dormir, no tenía idea ni cómo podría ser un video. Mis hijas vinieron corriendo a despertarme. Cuando veo no lo podía creer. Son cinco chicos que cantan, y todos tenían algo mío en todos los sets", dice desde su simplicidad.
Algo similar ocurrió con Prince Royce, que también eligió sus camperas en los recitales.
Los estilistas empezaron a mencionarla en Instagram, y allí se fue dando una cadena de llamados. Le compró Carlos Vives, Tommy Torres (ganador de premios Grammy y Latin Grammy, que ha colaborado con Ricky Martin, Arjona), y Diego Topa. Se acercaron del programa televisivo La Voz y le encargaron las camperas para que usara el jurado en el último programa. Allí vistió también a Luis Fonsi y Alejandra Guzmán, una cantante popular de México.
Los seguidores en Instagram empezaron a crecer, y la contactaron de Anthropologie, una de las marcas americanas mejor posicionadas en la ropa bohemia, para poner sus creaciones en los locales. Después de hacer números lo rechazó. "Te piden precios imposibles. Si bien conservaban mi marca, yo iba a terminar trabajando gratis para tener un nombre", reflexiona.
El arte de sus camperas ya la acompaña en su vida cotidiana. Siempre lleva puesta una de ellas, acompañando sus lentes de espejuelos anaranjados. La moda camina con ella. En oportunidades, la han parado en los shoppings, peluquerías o cafés para preguntarle por la campera que lleva puesta: "¿es una Pachamama?". Ella responde un simple "sí" con humildad. Muy pocos conocen la cara detrás de la marca.
"Creo que se hizo una cadena. Me posicioné en un mercado, a veces no sé ni por dónde vienen los clientes. Soy constante en Instagram y en tener mi website actualizado. Si veo que algo vende le doy con todo, y trato de hacer de un modelo de chaqueta diferentes estilos. No me gusta que estén uniformadas. Prefiero no vender que venderle a dos amigas lo mismo", define.
Gracias a la stylist colombiana de Carlos Vives, Irma Martinez, quien usa sus productos, Pachamama es famosa en Colombia. Hay clientas que le compran por mayor y revenden. "Allí la marca es más conocida que en Argentina. Me posicioné en una elite de gente que puede pagar el producto", explica. Días atrás, una clienta minorista de ese país le hizo una compra online y le comenta "ya es la número quince que te compro". Valeria no podía creerlo.
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Es que sus precios no son para cualquiera. Cada campera va de los 325 a los 550 dólares. Los diseños son auténticas obras de arte, con espaldas de collages perfectamente combinados de telas, brillos, relieves, texturas y colores, siempre con un simbolismo (en general los ángeles y santos están presentes).
El último mes vendió unas 35 chaquetas, "un récord mundial", se ríe humildemente. Es que su emprendimiento viene creciendo mes a mes. Tiene más de 32.000 seguidores en Instagram, y sus productos reciben cientos o miles de likes. Ella misma contesta los posts que le hacen. Le encargaron del exterior, incluidos Australia y Dubai.
"En algún momento pensé en hacer un producto más lógico, pero los vestuaristas me dijeron que me quede en ese nivel. Lo cierto es que lo mío no puede ser masivo, porque cada pieza pasa por mis manos, y lleva mucho tiempo", define.
La última línea es de la anciana Iris Apfel, ícono de la moda, quien falleció en 2015. Gebruers la admiró siempre y probó con un par de camperas con su cara. Ya hizo 17 modelos de Iris y ella misma se sorprende de sus ventas. También hizo diseños con Frida Kahlo.
En sintonía con su amor por el planeta, lo curioso es que compra las camperas usadas al por mayor. "En jean compro de a 50 piezas usadas que las lavo con vinagre, las proceso un montón", relata. También visita mercados, como el Ejército de Salvación, y elige telas con la onda de lo que quiere, a veces lo más viejas posibles para ayudar en el reciclado de las prendas. Cuando le encargan cantidad, entonces las compra nuevas para que la chaqueta base sea la misma. "Me gusta elegir las usadas porque el denim es lo que más contamina el planeta. Trato de ser sostenible, ayudar a nuestra tierra. Yo misma selecciono los encajes y los recorto a mano, también elijo las flores y lentejuelas", indica.
Sus costureras son especializadas en vestidos de fiesta, ellas saben coser lentejuelas y usar máquinas profesionales. De cuatro que tenía eligió quedarse con dos, pero está en la búsqueda de más. "Yo antes cosía a mano pero ya no. Ahora entrego la pieza con tal vez 200 alfileres. Yo las diseño", cuenta.
Sus costureras son mujeres que además son mamás. Para Gebruers es fundamental darle una oportunidad laboral como lo vive ella, pudiendo hacer ambas cosas a la vez. Por eso cosen desde sus casas. "Me interesa que estén felices con lo que hacen, para que la chaqueta ya empiece con buena onda", opina.
Dentro de sus sueños está vestir a Ricky Martín, Shakira y Diego Torres. La contactó el vestuarista de Maluma, pero dice que aún no se anima a crear para ellos. "Yo siempre les estudio el perfil para ver qué les puedo hacer, pero todavía no le encontré la vuelta, tiene un estilo muy ecléctico. No me quiero arriesgar a hacer algo que al stylist no le guste", piensa.
Detrás del glamour y la fama, no escapa al arduo trabajo de cualquier emprendedor. Además de ocuparse de ser madre, diseña desde su casa, atiende su showroom, se encarga del Instagram, de sacar las fotos, la página web, y los números.
Y a veces también corre: el año pasado, para Art Basel, una de las ferias de arte más importantes del mundo que se celebra en Miami, la marca de productos para el pelo Garnier le encargó 26 chaquetas para bloggers que tuvo que hacer en diez días. "Tuve que contactar gente que me ayudara y cinco costureras que no sé de dónde conseguí porque no llegaba. Pensá que estoy sola. Ojalá me comprara una empresa y me dedicara solo al diseño", se rie.
¿El futuro? No tiene un plan de negocios. Su arte surge del corazón, es espontáneo. No sabe si sus próximos diseños serán con otro personaje o temática. Pero tiene en claro que cada vez quiere ser mejor. "Cuando veo las chaquetas con las que empecé y las que hago ahora, veo que cada vez estoy más loca, cada vez me animo más. En ese camino quiero seguir. Ojalá siga teniendo esta repercusión", concluye.
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