Se conocieron como rivales jugando al básquet y juntos crearon un emprendimiento que factura más de US$4 millones al año
Europaris fabrica pelotas de fútbol, básquet y handball de primera calidad; este año llegarán a Miami, y esperan, también, conquistar el mercado en Japón
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Cuando se conocieron, Ramiro Fabris y Marcos Galetto jugaban al básquet en Rosario, Santa Fe, en equipos rivales. Más allá del deporte, ambos ya habían incursionado con emprendimientos propios: Galetto trabajó en el sector salud, y Fabris pasó por cibercafés, tienda de celulares y canchas de fútbol (llegó a tener 37). En este último sector, un día notó que el gasto en pelotas era muy alto, y se le ocurrió crear una empresa que las fabricara por su cuenta.
Con la confianza de Galetto, que se sumó a la idea como socio, crearon juntos Europaris, un proyecto que comenzó con la fabricación, importación y distribución de pelotas deportivas —fútbol, básquet, handball—, palos de hockey y guantes para arqueros.
“Marcos supo ver mi sueño y lo creó tanto como yo. Nos embarcamos juntos en el peor momento del país, donde todo nuestro entorno nos decía que paráramos con tal proyecto y locura”, dice a LA NACION Fabris, a quien, como a muchos emprendedores, lo sorprendió la pandemia de Covid-19 durante el mejor momento de la empresa. Con la estricta cuarentena y la actividad deportiva suspendida, se vieron obligados a detener todo el negocio.
Para sostener el nivel (“10 o no se vende”, asegura Fabris) buscaron fábricas en Oriente, consideradas las mejores del mundo, a las que se asociaron. Conocieron a los dueños a través de ferias, y aprovecharon para presentarles su proyecto. Fabris entendía que el costo-beneficio de iniciarse en la producción iba a ser redituable mientras fuera dueño de las canchas.
“La diferencia de calidad se apoya en las maquinarias de última generación, los componentes y la materia prima que usan”, explica. Para ejemplificar, estima que una pelota de fútbol común puede durar de dos a tres meses en equipos profesionales, mientras que las de calidad premium, segmento en el que trabajan, pueden subsistir toda la temporada. Lo mismo ocurre con las pelotas para uso escolar: las económicas tienen una vida útil de seis meses, y las premium pueden durar dos años.
Según Fabris, en el país se vende una pelota profesional cada 55 de las “normales”. Su emprendimiento vende cerca de 50.000 al año, y llega a facturar más de US$4 millones al año. En 2023, cuenta, crecieron un 60%, gracias a que lograron introducir sus productos en locales multimarca dentro de distintos centros comerciales (Ferreira Sport, en Bahía Blanca; Alto Avellaneda; tiendas de Córdoba, San Luis y San Juan). Además, lanzaron su e-commerce, donde gestionan toda la comercialización de sus productos. Este año, además, lo arrancaron instalándose en el Dot de Saavedra, y planean duplicar el resultado anterior. En ese plan, explica que se facilitó la expansión tras el fin de las SIRA, el sistema electrónico que regulaba la gestión de importaciones durante el Gobierno anterior.
Según el fundador, al no delegar ni tercerizar instancias de su gestión, lo que se ahorra en esos canales va directamente al producto. Así, dice, puede brindarle al consumidor argentino un precio accesible: según el modelo, una pelota puede salir entre $75.000 y $99.000.
“Detrás de toda expansión y desarrollo de la marca hay un profundo análisis de mercado, que hoy lidera Marcos, y que se apoya en el know how de la empresa”, agrega. Esta expansión tuvieron, además, dos frustraciones previas: en 2020 iban a ser licenciatarios de la Superliga, la organización que gestionaba la primera divisón del fútbol argentino, que, finalmente, se disolvió.
Al poco tiempo, la marca logró ser licenciataria de la Copa América 2020 que se disputaría en Colombia y la Argentina (Europaris se iba a encargar del merchandising). Pero tampoco pudieron concretar este proyecto: la pandemia obligó a la suspensión del torneo y el cambio de fecha y sede del torneo, que finalmente se disputó en 2021 en Brasil.
La suerte se revirtió en 2022, cuando lograron ser la pelota del Partido por la Paz, que se jugó en Roma y que homenajeó a Diego Maradona. Además, hace años trabajan con la Asociación de Jugadores de Básquet (AdJ) de la Argentina, en los partidos y eventos que organizan.
Hoy la empresa se expandió fuera de la Argentina. Además de exportar a Bolivia, Chile, Colombia y Perú, la marca llegó a Miami, donde están en etapa de desarrollo. El ambicioso plan de este año, cuentan sus creadores, es llegar Japón y ampliar su portafolio de productos, con pelotas y accesorios de rugby.