El programador argentino que recientemente lanzó la criptomoneda de renta básica universal UBI habló con LA NACION del potencial del mundo cripto y del rol social que podría cumplir; su experiencia en la política y su visión sobre el país
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El 11 de julio de 2014 Santiago Siri propuso invertir el 1% de las reservas del Banco Central de la República Argentina en Bitcoin (US$315millones aproximadamente a fines de ese año). La criptomoneda más famosa entonces cotizaba a US$315 y el país podría haber comprado un millón de bitcoins. “Si me hubieran hecho caso en ese momento hoy la Argentina no tendría problemas de deuda externa”, dice Siri, que aprendió a programar cuando tenía 10 años.
Ahora tiene 38 años. Fundó en su momento el Partido de la Red, primer partido político digital en presentarse a elecciones; fue socio de la plataforma de trading de criptomonedas Bitex.la, y hoy está detrás de UBI (por Universal Basic Income), una criptomoneda de renta básica universal que busca ser una respuesta al avance de la automatización y la robotización. “En lugar de estar cada uno de nosotros trabajando para las máquinas, una forma de que las máquinas trabajen para nosotros es que nos paguen un dividendo de renta básica universal y eso es lo que hace el UBI”, explica, respecto del token que fue lanzado en marzo de este año.
–¿Qué es exactamente el UBI?
–Es una criptomoneda de renta básica universal. Para acceder las personas deben verificarse en un protocolo llamado proof of humanity (prueba de humanidad) y, una vez que quedan verificadas, empiezan a recibir un UBI por hora. Lo que ven en sus billeteras blockchain es que entran UBI en tiempo real, pero la idea es que sea un token de renta básica universal implementado con contratos inteligentes, usando la red Ethereum (la plataforma de código abierto que sirve para programar contratos inteligentes).
–¿Las personas solamente tienen que verificar que son humanas o también que necesitan del ingreso?
–No, es universal. Es para cualquier ser humano, así que no distinguimos políticamente ni por raza, ni por género. Lo que hace el protocolo proof of humanity es simplemente evitar que haya robots o duplicados. Los humanos se verifican todos entre sí de forma abierta y descentralizada. No hay una autoridad central que tenga la última palabra sobre quién es quién, sino que entre todos nos vamos verificando o tratando de detectar perfiles duplicados. Hoy los registros de proof of humanity tienen una duración de un año, aunque la verificación se puede renovar a los seis meses si se quiere y mientras se esté verificado se acumula renta básica universal en la billetera.
–¿Qué emisión tiene y cuál es su valuación?
–La emisión de UBI es el 1% de la emisión de Dogecoin, que tiene una emisión mucho más agresiva y, sin embargo, tiene una capitalización de mercado de US$80.000 millones. Lo que ocurrió es que hace poco Vitálik Buterin, que es una de las voces más influyentes de todo el ecosistema, porque es el creador de Ethereum, compró el 8% del circulante de UBI en el mercado y los quemó. Es decir, envió todos esos UBI a una dirección que es 000, lo cual hace a esos UBI inaccesibles para cualquiera, reduciendo el circulante que hay en el mercado; gracias a eso, se produjo una valorización del token, que hoy está cotizando a 24 centavos de dólar. El proyecto -que nació de la mano de Kleros y Democracy Earth- se lanzó en marzo de 2021, es decir que no tiene ni un año. Ethereum tiene 5 o 6 años; Bitcoin, 12. UBI es relativamente nuevo, pero gracias al apoyo de Vitálik, a la fecha se han transaccionado casi US$40 millones. Y lo que ocurre es que, con la suba del precio del token, toda la gente se encontró con que tenía un recurso extra, con lo cual hay personas que me han escrito para decirme que pudieron ir a visitar a sus padres después de dos años de pandemia y otros que pudieron pagar sus deudas estudiantiles en los Estados Unidos. Entonces, de repente, la gente tuvo acceso a lo que aspira a lograr la renta básica universal: un pequeño ingreso extra que les permita cubrir necesidades básicas sin que tenga ningún tipo de discriminación.
–¿Y cuántas personas ya hay registradas para cobrar?
–Hoy el universo de personas registradas es de aproximadamente 10.000. De ese universo, yo creo que unos 500 han sido challengeados y han ido a un sistema de arbitraje donde se elige un juzgado al azar parar determinar si el perfil sigue los lineamientos que exige proof of humannity o no. El crecimiento es complejo, porque obviamente requiere que se instale Metamask (un software que se instala como extensión de un navegador web y se utiliza para interactuar con Ethereum), además de saber un poco del funcionamiento de Ethereum; y hay unos requisitos de depósito que hacen que sea un poco más engorroso, si bien hay mecanismos de crowdfunding. No es simplemente registrarse en Facebook, sino que esto es básicamente una declaración de derechos soberana donde uno controla su identidad. No hay un servidor central y requiere un poco de capacitación del usuario. También está el desafío de que hoy Ethereum es una red costosa de usar por la enorme demanda que tiene, con lo cual me parece que todavía estamos en una etapa de adopción muy temprana. Después están los inversores que compran o venden el token, que ese sí puede ser un universo considerablemente superior.
–¿Espera que la cotización llegue a un número en particular?
–La verdad es que no sé… ha llegado a estar a US$180 el día en que se lanzó. Llegó en cuatro horas de 0 a US$100, lo cual fue totalmente inesperado para mí. De hecho, cuando pasó eso yo pensé que me había equivocado en el código. No entendía porque subía el precio, pero efectivamente había un entusiasmo al principio que hizo que el precio se disparara y después se corrigiera. Al precio no lo puedo controlar ¿Qué me gustaría? Sí me parecería importante que el día de mañana el UBI se pueda transformar en una stablecoin (criptomoneda diseñada para minimizar la volatilidad del precio en relación a un activo estable o cesta de activos). No atada al dólar estadounidense sino al tiempo humano, que es básicamente el colateral que tiene el UBI.
“El UBI es una criptomoneda de renta básica universal, que no distingue a las personas políticamente, ni por raza, ni por género”
–Usted mencionó la intervención de Vitálik Buterin, pero Marcos Galperin también tuvo una participación en proof of humanity. ¿Qué otras personalidades se han mostrado interesadas?
–Sí, Marcos fue de los primeros en hacerse su proof of humanity, otra cosa que también me tomó por sorpresa porque no me esperaba que alguien tan importante se hiciera su perfil. De hecho, no me consultó. Apareció un sábado a la mañana. Un amigo me dijo “che, ¿viste que está Galperin en proof of humanity?” Manu Ginobili también se copó. Manu es una estrella internacional, muy conocida en los Estados Unidos. También participaron Martin Migoya, de Globant, y Alexis Ohanian, de Reddit. Todos estos personajes legitiman el proyecto porque la gente ve los videos, que realmente los hicieron, y obviamente son apoyos muy valiosos que legitiman el potencial de la idea.
–La asistencia en la Argentina a veces está asociada al clientelismo ¿Dice que esta solución vendría a resolver ese tipo de imperfecciones o las cosas que se hacen mal?
–Sí, desintermedia totalmente. Acá no le estamos pidiendo permiso a nadie. El Estado no pincha ni corta en este sistema. No estamos usando la plata de los impuestos de nadie. Esto está construido con incentivos económicos y de forma voluntaria por un montón de participantes del ecosistema cripto a nivel mundial y no es plata de los contribuyentes. No hay coerción, ni clientelismo y el dinero llega directamente al teléfono del humano que hizo su proof of humanity. No hay puntero, no puede haber. Está también ese elemento y además de eso, esto no reconoce fronteras.
–¿Cómo ve al país desde afuera?
–Yo vivo en Madrid, que es una ciudad que me conecta mucho con la Argentina. Y permanentemente las noticias que consumo son las que ocurren en mi país más que las de lo que ocurre en España o en los Estados Unidos, donde vivía antes. Sé que el país está en esta situación terminal casi crónica desde que me fui, hace 7 años. Siempre la respuesta de todo el mundo a cómo está la Argentina o cómo la ves es ‘peor que nunca’. Desde hace 7 años, la respuesta que me dan es peor que nunca. Claramente es preocupante y mi sensación es que, a nivel mundial, hay dos generaciones en el mundo de hoy: la generación online y la offline y muchas de las instituciones como los bancos, las corporaciones y los gobiernos todavía están en manos de la generación offline, que es un poco analfabeta –lo digo con todo el cariño del mundo– y no comprende por qué estas tecnologías son tan trascendentales a la hora de pensar el dinero, la institucionalidad: a la hora de pensar internet como un instrumento de civilización a escala global. La generación online, por otro lado, es una generación nativa que comprende la naturaleza de estas nuevas herramientas, que no va a comprender por qué le tiene que pedir permiso a un banquero para poder mover su plata. Esa transformación generacional se va a dar en las próximas décadas y en la Argentina, lo que he visto recientemente es que ahora la rebeldía es liberal, y eso a mí me devuelve un poquito de optimismo: que no se siga yendo en un discurso que no ha traído buenos resultados o prosperidad a la hora de transformar a la sociedad y que haya un discurso más amigable con la idea del mercado, sobre todo en las nuevas generaciones. Eso lo veo muy bien. Después sí veo con preocupación que haya negadores del cambio climático, un problema que también es trascendental para el mundo del cual la Argentina no está exenta y no tiene porqué achicarse o porqué sentirse un país del tercer mundo. La Argentina es un país extremadamente virtuoso, con gente increíble for export y Buenos Aires, en cripto, es capital mundial.
“La Argentina es un país con gente increíble for export, y Buenos Aires, en el mundo cripto, es una capital mundial”
–¿Se ve volviendo a participar en política?
–Yo prefiero pensar en cómo ayudo a los argentinos más que a la Argentina o al gobierno argentino per se. Siempre he asesorado a todos los gobiernos dentro de mi compromiso ciudadano. Me da igual si son de un signo u otro. Quiero muchísimo a mi país. Con 7 años viviendo afuera, lo quiero 10 veces más de lo que hubiese imaginado cuando me fui, que me fui enojado como muchos argentinos.
¿Y cómo fue la experiencia del Partido de la red?
–Para mí el principio de un camino, hace 10 años, para explorar la intersección entre democracia y tecnología. Eso me ha ido llevando a diferentes lugares del mundo: a Silicon Valley unos años, a Nueva York otros años y ahora estoy aquí en Madrid, y esa exploración de cómo hacer tecnologías institucionales o de gobernanza a través de internet, tecnologías de votación, de democracia, hizo que terminara decantando en el desafío de tratar de resolver el dilema de la identidad, que es un problema muy grande. Yo siempre, vaya donde vaya, como decía ‘el Diego’, soy argentino, y siempre trataré de ayudar a mi país, pero hoy creo que también me encuentro en lugares mucho más fructíferos para ayudar a la Argentina. Tal vez en conversaciones y desafíos un poco más regionales. Yo no tengo por qué ir a ser parte de un partido o a hacer política tradicional. Yo tengo más para perder con eso que para ganar, y la verdad es que mi forma de hacer política es con tecnología. No es con biri biri, con promesas y con chamuyo. El chamuyo es peligroso, porque te terminás chamuyando a vos mismo al final y te terminás creyendo tu propio verso. Yo creo mucho más en la tecnología, fundamentalmente porque es lo único que, para mí, ha cambiado a la sociedad, lo único que transformó a las personas que conozco, que le dio oportunidades a la gente. Fue la tecnología, no fue ningún político.
–¿Qué es lo que está viendo de El Salvador? Cuando adoptaron el Bitcoin como moneda legal hubo algunas protestas…
–Yo no soy experto en política salvadoreña o centroamericana, así que no me siento capacitado para entender si Nayib Bukele es una cosa o la otra. Escapa a mi lógica. Sí empatizo con él porque veo que es una persona de mi generación. Cuando llegó a la presidencia siendo el presidente twittero, que manejaba bien los códigos de las redes sociales, que usaba memes, me hacía acordar obviamente al Partido de la Red porque éramos eso, y cuando hace esa movida con Bitcoin yo siento que quiero apoyarlo, porque es lo que yo pedía para mi propio país en 2014 y creo que, desde la óptica de un país latinoamericano, una región que está totalmente subyugada a los Estados Unidos, la discusión pasa por poder emanciparse soberanamente buscando una alternativa financiera que no sea con el dólar estadounidense.
“Yo creo en la tecnología; es lo único que, para mí, ha cambiado a la sociedad, lo único que ha podido transformar a las personas”
–¿Cómo ve ese tema con respecto a la Argentina?
–En la Argentina, ¿dónde está la liberación nacional de los peronistas? Arrodillándose frente al Fondo Monetario Internacional no hay posibilidad de soberanía alguna. Acá hay una oportunidad, para las naciones que están rezagadas en el mundo, de pegar un salto muy potente hacia adelante, y estoy seguro de que abrazar el Bitcoin es algo que lleva en esa dirección. Eventualmente, el día de mañana se usarán contratos inteligentes y todo tipo de instrumentos que combatan la corrupción, porque el contrato inteligente es mucho más difícil de corromper que un funcionario público. Y después, si el día de mañana el UBI puede ser un instrumento, mejor todavía, ahí estaremos. Yo creo en eso, no creo en otra cosa.
La pandemia y el fortalecimiento de la tesis de que estamos en la era de la información por sobre todas las cosas
Uno de los proyectos que tiene Santiago Siri en este momento tiene como objetivo capacitar a las personas para que dominen la tecnología blockchain (comúnmente utilizada para registrar transacciones y rastrear un activo sin necesidad de intermediarios) y, de esa forma, se puedan posicionar a la vanguardia de la nueva sociedad de la información.
“En Dao Education [una plataforma de capacitación en nuevas tecnologías] estamos tratando de entender cómo construir un proyecto abierto y descentralizado de educación, con incentivos bien alineados para educar a la mayor cantidad de gente posible en las herramientas básicas, para poder usar bitcoin o ethereum bien, porque esas son las herramientas que el día de mañana seguramente les ayudarán a encontrar no solo un trabajo, sino también oportunidades de inversión, proyectos y colegas”, explicó Siri.
Según el emprendedor, lo que está sucediendo con internet es equiparable al descubrimiento de América o a la invención de la imprenta. “No solo blockchain, que es el capítulo que se está escribiendo hace 10 años, sino que el arribo de internet en la civilización requiere que aprendamos las tecnologías de la información que se corresponden con esa nueva realidad, que es la realidad del meta verso o el ciberespacio”, agregó.
En este sentido, dijo que la pandemia de Covid-19 demostró que todo lo que es tecnología, informática y cripto fue lo que más ayudó a coordinarse y a organizarse socialmente y a escala global.
“La pandemia no hizo más que fortalecer la tesis de que estamos en la era de la información por sobre todas las cosas y que todo aquello que esté mediado por bits va a correr con una mayor ventaja que lo que no, porque los bits se mueven a la velocidad de la luz y los átomos, a la velocidad de la fuerza de gravedad. Entonces ya, desde esa óptica, esta década del 20 seguramente será como la del 10, pero aún más potente en cuanto al crecimiento de estas tecnologías. Culturalmente, que los criptopunks [imágenes en archivos digitales] hayan transaccionado más dinero que todos los Picasso juntos es una cosa que demuestra el síntoma de los tiempos en los que vivimos”, expresó.
Según Siri, si bien las ideas de comunicación digital datan de la década del 40, recién en los 90 empezaron a tomar protagonismo por un recambio generacional en las riendas de quienes manejaban las telecomunicaciones. “Las generaciones que crecieron con la comunicación digital, con una computadora en los 80, tomaron las riendas en los 90 y esa generación lo entiende, lo ve, lo capta, sabe manejar el meteorito que viene a cambiar el statu quo de todo, y lo que ocurre a nivel cripto es que ya no es una transformación de las formas de comunicación, como ocurrió con internet en las últimas tres décadas, sino que con cripto lo que cambia ya no es la esfera comunicacional o cultural, sino la esfera institucional. Cripto viene a transformar todo tipo de instituciones”, afirmó.
Sin embargo, los cambios quizás no se perciben porque son muy lentos aunque, cuando ocurren, considera Siri, son como un estruendo. “Todo se mueve a velocidades glaciares, pero cuando los cambios ocurren son como un estruendo y ese estruendo es bitcoin a US$70.000, ethereum arriba de US$4000, o lo que vendrá. Hoy hay más dinero en ethereum, en los contratos inteligentes de ethereum, que en el Banco Central de la República Argentina. Hay varias veces más dinero en los contratos de ethereum que en el Banco Central y ethereum puede llegar a todos los argentinos por igual el día de mañana. Es una red descentralizada, así que mi invitación a todo aquel que me conoce es que se instale una billetera y que empiece a experimentar un poquito con este tipo de sistema”, concluyó.
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