Las fuerzas políticas que competirán en agosto ya empiezan a mostrar los borradores con sus propuestas; la inflación, el desafío del cepo, el control del gasto público y la relación con el FMI son los principales temas
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En 1992, George Bush era presidente de Estados Unidos. Faltaba un año para la elección y tenía niveles de aprobación superiores al 80%. La significación de la política internacional del republicano –durante cuyo mandato cayó el Muro de Berlín y terminó la Guerra Fría, además de la aprobación de los norteamericanos por la primera Guerra del Golfo que le permitió a Estados Unidos liderar una amplia coalición internacional– lo mostraba como gran favorito. Todo era un camino despejado que terminaría en 1993 con su reelección. Pero había un problema: la economía atravesaba una recesión.
Del lado demócrata, que postulaba al entonces gobernador de Arkansas, Bill Clinton, el epicentro estaba en el bunker de Little Rock. Allí, James Carville, estratega de la campaña y publicista, había anotado algunas frases que pretendían resumir el espíritu del discurso que el candidato debía internalizar para su campaña. La primera decía “Cambio versus más de lo mismo” y la última, “No te olvides del sistema de salud”. Sin embargo, la del medio fue la que se hizo un lugar en la historia y la que le permitió construir la base de su discurso. En ese cartel se leía: “La economía, estúpido [The economy, stupid]”. Finalmente, con el uso, sumó el verbo al inicio con la que hoy se la recuerda.
Si aquel publicista, que alguna vez asesoró a Eduardo Duhalde y a Daniel Scioli, pasara por los comandos de campaña de los precandidatos a las PASO seguramente anotaría esa frase en la mayoría de las oficinas. Claro, en todas menos en la del oficialismo, que postula al ministro de Economía, Sergio Massa, cara visible de los números rojos con los que la Argentina se apresta a vivir uno de los procesos electorales más inusuales de los últimos años.
Pasado el tiempo de anotar listas, el damero de postulantes para suceder a Alberto Fernández se completó. Y detrás de cada candidato, un puñado de economistas tratan de diseñar los primeros pasos económicos del gobierno que vendrá.
En Juntos por el Cambio no hubo sorpresas. Los candidatos Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich hace tiempo que han dado carta libre a sus referentes, Hernán Lacunza y Luciano Laspina, respectivamente, para que avancen ya no sólo sobre el diagnóstico de lo que sucede sino también sobre los planes concretos en caso de que lleguen a la presidencia. También escuchan a Eduardo Levy Yeyati –del radicalismo– y a Carlos Melconian, quien desde la Fundación Mediterránea elaboró un plan “para el próximo gobierno”, es decir que podría ser de referencia también para otros espacios.
La Libertad Avanza, el partido que postula a la presidencia a Javier Milei, ha hecho de la economía la principal bandera de su construcción política. Y más allá del candidato, que es economista, los referentes del espacio en la materia son Carlos Rodríguez y Diana Mondino, que seguramente obtendrá su banca y será un alfil del espacio en el Congreso.
Hay un grupo más de los tradicionales antes de ingresar en el oficialismo. La izquierda, que no tiene expectativas de triunfo y que en esta elección PASO está dividida en cuatro opciones.
Y finalmente, el oficialismo, donde, más allá del favoritismo de Massa, también compite Juan Grabois. No habrá nuevas caras detrás del “candidato de la unidad”, ya que sus referentes, incluso para el caso de que decida dedicarse a la campaña y dejar el Palacio de Hacienda, serán quienes lo acompañan en la gestión.
En los borradores que llevan los referentes económicos ya se empiezan a dibujar los trazos gruesos de los planes que deberían poner en marcha. Todos, excepto el oficialismo, que va a tener que defender la gestión actual, consideran que hay que avanzar en varios frentes simultáneos. Rápido, sin titubeos y en busca de apoyos propios y ajenos. Nadie sabe si el electorado estará dispuesto a escuchar en la campaña el “sí o sí” que hay que hacer. Pero, más allá de lo que sean los discursos públicos, los borradores en lápiz empiezan a tomar forma.
Dentro del espacio que conforman Rodríguez Larreta y Bullrich hay viarios grupos que analizan los movimientos económicos urgentes. “Hay que ver cómo se llega”, dice Hernán Lacunza, el referente del jefe de Gobierno porteño. Esa diferencia de escenarios está presente en todos los cuarteles.
En Juntos por el Cambio hay cuatro figuras con cierto liderazgo en sendos equipos. Como se dijo, Lacunza es el hombre de Larreta, y Laspina es quien maneja los números de Bullrich, además de coordinar sus equipos técnicos en materia económica. Pero, además, hay otros dos nombres importantes que aportan sus ideas y sus planes: Melconian y Levy Yeyati. El primero, con la Fundación Mediterránea detrás, ya presentó un plan integral. “Está prohibido entrar en los divagues de shock versus gradualismo, de la dinámica del ajuste, de los halcones y las palomas. Está prohibido, queda fuera de la puerta todo eso. ¿Hay que buscar una reforma del sector público? Sí, una reforma administrativa y tributaria de la relación Nación - Provincias; hay que meterse en empresas públicas, obvio”, dijo.
Aparece un elemento común: equilibrio fiscal y eficiencia del gasto. Melconian no está dentro de ninguno de los dos hemisferios en los que se dividió Juntos por el Cambio. Y, de hecho, su perfil también es mirado con atención por el massismo. “Sí, podría”, fue la definitiva respuesta que se le escuchó al ministro cuando ya estaba ungido como candidato presidencial al ser consultado sobre algunos nombres que podrían ser convocados ante un eventual mandato.
Levy Yeyati era el economista detrás de la candidatura del radical Facundo Manes. Pero cuando el neurólogo desistió de su postulación, quedó sin un lugar de pertenencia concreto. Desde entonces, ambos sectores de Juntos por el Cambio lo han llamado para sumarlo a sus equipos. Seguramente lo hará, aunque por ahora no lo ha decidido. Una vieja amistad con el gobernador jujeño Gerardo Morales lo dejan algo más cerca del larretismo.
Al igual que sus colegas del espacio, nadie habla de una medida concreta, sino de un paquete que atraviese varios sectores. “No me parece que el mejor punto de partida sea una ley ómnibus, ya que eso requiere bastante fuerza política. Dependerá de qué tipo de apoyos logre el que se imponga. Pero jugar todo a una sola ley es difícil, es una gran apuesta, ¿y si no sale?”, se pregunta el economista. “El Gobierno queda herido de entrada”, agrega.
En los borradores que desde la Unión Cívica Radical le aportarán a Juntos por el Cambio hay varios proyectos comunes a todos. Además de la racionalización del Estado, también piensan en la política monetaria y fiscal. “La emisión para financiar el gasto se tiene que bajar drásticamente. En materia impositiva, hay algunas cosas que se pueden hacer sin pasar por el Congreso. Por ejemplo, se pueden bajar algunos impuestos sin necesidad de ley”, dice.
Prefiere guardar la energía legislativa para tratar leyes que sí o sí deben tener trámite parlamentario, como la reforma de la Carta Orgánica del Banco Central (BCRA) o la reforma previsional: “Llegará, pero no me parece que tenga que ser un tema del inicio del próximo Gobierno, porque hay que pensarla y consensuar. En materia laboral, se puede avanzar con muchas cosas reglamentarias como para mejorar el mercado y empezar a generar trabajo. Por ejemplo, tratar de dar algunas herramientas rápidas y ágiles para que las pymes blanqueen trabajadores”.
Dentro de la reforma previsional, en Juntos por el Cambio piensan en modificar cada una de las variables: la asistencia, los regímenes especiales y la parte contributiva. “No conviene ir por una ley cerrada”, agrega Levy Yeyati.
Lacunza tampoco piensa en que puedan diseñarse medidas separadas. “Todo tiene sentido en conjunto, ya que lo que se hace es distribuir costos y beneficios. Hay dos andariveles. El primero contiene a las estabilizaciones monetaria, fiscal y cambiaria. Yo sé que el cepo llama mucho la atención, pero hoy funciona como un contenedor de un desvío. Hay que resolver el desvío. Hasta que no resuelvas eso, levantarlo puede ser una macana. Si entre 2015 y 2019 fuimos ambiguos en lo fiscal y ambiciosos en lo monetario, pues ahora es exactamente al revés. Levantar el cepo será una consecuencia de esas medidas”, cuenta.
Laspina es algo más determinante con la salida del cepo. “Se formula mal la pregunta. Lo correcto sería preguntar cuánto tiempo más se puede mantener el cepo. El Banco Central ya gastó US$8000 millones de los US$10.000 que respaldan los depósitos. ¿Hasta cuándo? Para recuperar la moneda nacional tenemos que hacer lo que nunca se hizo: prohibirle al BCRA emitir para financiar al Estado y que no pueda imponer el cepo”, dice.
El otro andarivel del que habla Lacunza es un programa de competitividad. “Va a permitir generar empleo. Eso es un trabajo sectorial y regulatorio como por ejemplo destrabar o flexibilizar las reglas de contratación, las de comercio o la desregulación de trámites”, sostiene.
En sus papeles hay seis líneas de trabajo que esperan, y que tienen soluciones rápidas. Se podría decir que son sectores que hacen negocios a pesar del Estado. “Muy rápidamente se puede avanzar en medidas que mejoren su competitividad, ya que sólo esperan tener un marco de previsibilidad y reglas de juego claras. Hay que sacarles el peso del Estado. Además, generan ingreso de divisas”, explica el exministro de Economía. Habla de la energía, la minería y el agro, a los que se suman el turismo, la construcción y la economía del conocimiento. “Está claro que esperan estabilidad macroeconómica, pero también previsibilidad en las reglas de juego”, añade.
Pero todo avanza si primero hay un ajuste fiscal. Como para dejarlo claro: gastar menos de lo que se recauda. O por lo menos, empezar a dar vuelta la curva en ascenso. “Sí o sí hay que ajustar el déficit. Nada funciona si hay que imprimir”, dice Lacunza. Lo mismo opinan Levy Yeyati y Melconian, que apuntó lo suyo cuando presentó su plan en Córdoba y habló de “inmediata” la necesidad de equilibrio fiscal.
“Si se emite, el dólar y los precios no se van a estabilizar. Las empresas públicas representan un déficit de 1,5% del producto. Eso es a costa de los niños pobres que cuando compran alimentos pagan 21% de IVA y 10% de Ingresos Brutos. Y esa recaudación termina yendo a pagar el déficit de empresas públicas. Es impúdico”, explica Lacunza.
Diana Mondino, economista de Ucema y candidata a primera diputada por la Ciudad de Buenos Aires por la lista de Javier Milei, es un alfil legislativo del libertario. “Estamos dedicados a analizar una reforma del Estado donde pueda lograrse más eficiencia y menores costos. El gasto público total tiene que reducirse, pero no por cortes abruptos ni mucho menos por licuación con la inflación, sino dando prioridad a ciertos gastos”, dice.
Hay acuerdo general en eso de generar más eficiencia en el gasto público. Sin embargo, hay un tema que sólo ha traído a la mesa de ideas Milei. Se trata del Ministerio de Capital Humano. “La iniciativa de ese ministerio es la que potencialmente más puede ayudar a eliminar desigualdad de oportunidades. Sabemos que muchos chicos tienen serios problemas de nutrición y educación y estamos trabajando sobre iniciativas que solucionen estos temas. Por supuesto, son proyectos para varios años”, detalla Mondino.
Carlos Rodríguez, el economista de Ucema, aclara que él no es un referente económico de Javier Milei. “Seré el jefe de Asesores en el gobierno de Javier”, dice. Luego explica que la dolarización de la que habla el candidato de La Libertad Avanza no será inmediata. “Milei dice que lo primero que hay que hacer es resolver la bola de Leliq, ya que la emisión para la renovación es la causante de gran parte de la inflación. Eso se debe cortar. Cuando se estabilice, entonces sí se podrá avanzar con la dolarización que no es ni más ni menos que cambiar los pesos por dólares”, explica.
Para hacerlo, que, según dice, sería al tipo de cambio del día anterior, es necesario conseguir US$40.000 millones. “Con todo estabilizado y con una confianza en alza, hay que salir a buscar el dinero. Eso es lo que se necesita para cambiar los pesos y pagar la deuda comercial que hay. Habrá dinero y oro en el Banco Central, además de que algo se podrá aportar por la venta de algún activo como alguna empresa. Y así se llega”, dice un optimista Rodríguez.
Todos hablan de un blanqueo. Para Levy Yeyati y Laspina será la consecuencia de la necesidad de ofrecer un esquema de inversión a argentinos con dinero negro, después de que la macroeconomía esté estabilizada. “No está en la agenda inmediata”, aclara Levy Yeyati.
Rodríguez dice que en el espacio de Milei conocen su propuesta, el “Perdón Patriótico de Mercado”. Y grafica: “A cada argentino se le da un bono de blanqueo, por ejemplo, US$10.000. Pero como la mayoría no tiene dinero que blanquear, lo puede vender en el mercado a una tasa que suele ser del 10%. Entonces, el que no tiene que entrar al perdón gana unos dólares que le da el que necesita más cupones, porque tiene más dinero [para blanquear]”.
En el oficialismo hay más silencio. Sergio Massa aún no está en modo campaña. O, mejor dicho, sí lo está, pero no ingresó en modo propuesta. Por ahora prefiere mostrarse en actos públicos, cortar cintas donde se pueda y mantener vivas las esperanzas de un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI). El viernes, no usó dólares para pagar el vencimiento de deuda, sino yuanes y DEG, a la espera de que finalmente se autoricen los billetes frescos, si es que llegan alguna vez.
“Estamos enfocados en la gestión, que es lo que nos pidió el ministro. Esta semana [por la que terminó] vamos a hacer grandes avances con el FMI. La inflación es muy alta y es un tema de nuestra preocupación bajarla. Siempre pensamos en nuevas medidas y es un tema que nos ocupa”, dijo el viceministro de Economía, Gabriel Rubinstein, en la semana que pasó, cuando Massa ya era candidato puesto. El anuncio del acuerdo con el FMI está prometido por el propio ministro desde abril. El tiempo corre.
Dentro del oficialismo, y pese a la competencia desigual, también está la lista de Juan Grabois. Su referente, Itai Hagman dice que es necesario un plan de estabilización macroeconómico. “Lo primero [que hay que hacer] es la cancelación del actual acuerdo con el Fondo Monetario, ya que es incompatible con la estabilización macroeconómica. Luego, una política de acuerdo de precios y salarios con todos los sectores para tratar de romper la inercia inflacionaria. En tercer lugar, obviamente hay que hacer una política de acumulación de reservas. La Argentina, sin dólares, no puede tener estabilidad macro y para eso se requiere obviamente una administración más eficiente del saldo comercial, del comercio exterior”, resume.
Hay varias propuestas más del contrincante de Massa. “Hay que explorar la posibilidad de una moneda regional, sobre todo con Brasil, pero también con otros socios de la región, para reemplazar al dólar. Posteriormente, el objetivo es avanzar en una moneda común”, explica Hagman.
Si aquel publicista de Clinton se diera un paseo por la Argentina, seguramente reflotaría su slogan. “Es la economía, estúpido”. Quizá, cuando vea al candidato/ministro, haga la versión criolla y le coloque dos signos de interrogación.
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