Romper el techo de cristal, una forma de ser más rentable
Sembrando ideas para una sociedad igualitaria
"El condimento secreto del éxito de Alibaba son las mujeres", dijo Jack Ma, el millonario chino que visitó la Argentina en los últimos días. "En este nuevo orden social, dentro de mis empresas hay un 49% de mujeres, que a su vez ocupan el 33% de los puestos gerenciales", agregó. Este último, que podría parecer un número no particularmente impresionante, es más bien excepcional. A enero de 2017, el 45% de los trabajadores de las 500 empresas más importantes según Standard & Poor son mujeres, menos del 20% accede a una silla en el directorio y sólo el 5% se convierte en CEO. Fuera del ámbito privado, el escenario no es muy distinto. En las fotos que circularon del ministro de Producción con Jack Ma, se los ve en una amplia mesa con representantes de cuatro equipos de gobierno, pero sin una sola mujer.
El fenómeno por el cual las mujeres no llegan a los lugares jerárquicos a pesar de contar con calificación y experiencia se conoce como techo de cristal, por tratarse de una barrera invisible. En América latina incluso se habla de techo de hierro, debido a que es más difícil de romper: según el Latin Trade Ranking, las mujeres sólo ocupan el 5,6% de las sillas de los directorios de las 100 empresas más grandes, y entre las 500 más grandes de la región sólo 9 tienen una mujer en la presidencia.
Muchos estudios refuerzan lo expresado por Jack Ma: más mujeres en el directorio no es sólo lo correcto, sino lo inteligente, reza algún eslogan. Fortune sugiere que entre las 500 empresas más grandes, las que tienen más directoras en sus juntas logran hasta tres veces más ganancias que las que son conducidas mayoritariamente por varones. Además cae el riesgo de quiebra y de conflictos. Aun así, el 95% de los cargos más altos sigue en manos de señores.
Los obstáculos para acceder a la cúpula son varios, pero el que señala la mayoría es la maternidad. Desde Ivanka Trump hasta Sheryl Sandberg (COO de Facebook), las empresarias acuerdan que es el momento en que la mayoría interrumpe su evolución laboral. Las madres toman (cuando pueden) horarios o empleos más flexibles y priorizan actividades familiares. Aun cuando pudieran contar con un ejército de niñeras o empleadas, la presión y el mandato social juegan un rol importante. A los varones difícilmente se los cuestione por dejar la casa un fin de semana por un viaje laboral, no pasa igual con ellas. "Nuestro estereotipo de hombre asume que ellos proveen, deciden y dirigen. Nuestro estereotipo de mujer las pone en lugar de cuidadoras, sensibles", explica Sandberg.
La escasa participación de mujeres en jerarquías de empresas y gobiernos está en la agenda de todos los organismos internacionales. Del FMI al World Economic Forum abundan paneles de género en donde se plantea acceso a licencias de maternidad y paternidad, horarios flexibles o vuelta al trabajo en etapas para madres, guarderías en lugares de trabajo y espacios para la lactancia como caminos para generar un piso de igualdad de oportunidades. Las acciones en estas áreas aún se hacen esperar y según el WEF, al ritmo actual, las brechas de género se cerrarían recién en 2186.