Romina Ressia: "En pos de la cultura del descarte, perdimos mucha calidad"
La fotógrafa argentina fue premiada por su obra de inspiración renacenstista
Quienes visitan su loft se pueden tropezar con un caniche de plástico rosa, o con Clarita, una gallina embalsamada. Los particulares cohabitantes de Romina Ressia son accesorios o protagonistas de sus fotos, las que la hicieron merecedora de una distinción del Women's Forum for the Economy & Society, una organización que premia anualmente a 20 mujeres menores de 40 años influyentes a nivel mundial.
La fotógrafa de 35 años viajó a fines del año pasado a Deauville, en Francia, para reunirse junto a las otras premiadas, entre ellas investigadoras, líderes comunitarias, profesoras universitarias y empresarias, y se sumó al grupo de "Rising Talents" (talentos emergentes) de la organización.
Ressia pateó el tablero a los 28 años, en el inicio de una carrera prometedora luego de estudiar Administración de Empresas en la Universidad de Buenos Aires y recibirse con honores. En ese momento, llevaba tres años dentro de una multinacional y no encajaba con sus colegas. "Empecé a aburrirme de la vida corporativa. Me parece que es un mundo al que le hace falta relajarse", detalla, y sigue: "Nunca entendí a la gente que pierde su individualidad y el contacto con la familia y los amigos para priorizar el trabajo en una organización que ni siquiera es de ellos. Es bueno ponerse la camiseta sin dejar tu vida en el medio". Para alejarse de aquel mundo que la desencantó, se refugió en cursos de fotografía, y así, entre la curiosidad y la disciplina del estudio, llegó a hacerlo de manera profesional.
Su obra, distinguida por sus anacronismos y su impronta renacentista, fue expuesta en galerías de Nueva York, Milán, Londres y París, entre otras. La artista admite que su público no se encuentra tanto en la Argentina, como en Europa y Estados Unidos. Su apellido de origen italiano le abrió puertas en el país europeo, donde obtuvo reconocimiento en trabajos previos que realizó para Vogue Italia.
No obstante, asegura que no lo buscó intencionalmente y afirma que le gustaría tener más espacios en Buenos Aires, donde produce la mayor parte de sus series. Entre ellas, se destaca How would have been? (algo así como ¿Cómo hubiera sido?) que retrata a modelos con looks renacentistas que posan junto a objetos contemporáneos, como un cucurucho de helado o un inflable. En Not about death (No es sobre la muerte) personas mayores disfrazadas de superhéroes o personajes de cuentos de hadas posan en ataúdes.
"No busco generar nada en mis espectadores sino plasmar lo que pienso yo de la realidad. Muchas veces me indigno y pienso que las cosas antes eran mejores. En pos de la celeridad y de la cultura de descarte perdimos mucha calidad", explica. Respecto de su inspiración renacentista, sostiene que lo utiliza a modo de "punto de partida" de sus fotos para poder "darse una idea de la evolución" de la humanidad y jugar con las yuxtaposiciones.
La fotógrafa tiene presencia en las redes sociales y reconoce que la exposición en lo digital la ayudó para darse a conocer en el exterior. Asegura que no le teme a la viralización o a que alguna de sus obras -que llaman la atención y podrían ser contenido "compartible" por todos los medios- se conviertan en un meme. "Son las reglas del juego", dice.
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