Roberto Alemann y su obsesión incumplida
Es probable que la mayor frustración de Roberto Teodoro Alemann, fallecido el viernes a los 97 años de edad, haya sido la inconclusa reforma económica de signo liberal que se había propuesto llevar a cabo cuando fue nombrado Ministro de Economía en diciembre de 1981, durante la dictadura del general Leopoldo Fortunato Galtieri.
Desregular, desestatizar y desinflacionar habían sido los objetivos que el equipo de Alemann se había trazado para superar la crisis económica que arrastraba la gestión del llamado Proceso de Reorganización Nacional.
Durante tres meses, la disciplina fiscal y monetaria que impuso Alemann como titular del Palacio de Hacienda arrojó positivos resultados, a tal punto que la inflación había comenzado a bajar. Pero a partir de abril de 1982, la inesperada Guerra de las Malvinas hizo trizas su plan económico. El 1° de abril de ese año, el entonces Ministro acababa de regresar de una reunión del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en Cartagena. La madrugada siguiente, se despertó con la noticia del desembarco de tropas argentinas en el archipiélago austral, algo de lo que ni siquiera había sido consultado previamente. La decisión militar lo sorprendió.
Íntimamente, Alemann tenía serias discrepancias con las operaciones militares, pero aceptó continuar al frente del Ministerio de Economía, acompañado por Manuel Solanet en la Secretaría de Hacienda, como una contribución en el delicado momento que atravesaba el país. Claro que de su plan de austeridad y de la lucha contra la inflación no quedó prácticamente nada.
Confirmada la derrota militar argentina y la renuncia de Galtieri, en julio de 1982, Alemann dejó el ministerio y nunca más volvió a ocupar tareas gubernamentales.
Su actuación en la función pública había comenzado durante el gobierno militar de la Revolución Libertadora (1955-1958), en el cual fue parte de las misiones argentinas para la gestión de préstamos internacionales y el tratamiento de la deuda externa con el Club de París.
En 1961, fue designado por el presidente Arturo Frondizi como Ministro de Economía, en reemplazo del ingeniero Álvaro Alsogaray.
Junto a sus planes para el desarrollo de la industria pesada, Frondizi estaba resuelto a achicar el sector público y a transferir empresas públicas a la actividad privada. Con su formación liberal, Alemann pareció la persona indicada para completar una tarea que había iniciado su antecesor. En ocho meses, según ha relatado el propio Alemann durante una entrevista que le concedió al economista Juan Carlos De Pablo, se logró reducir la planta de empleados públicos en algo más de 100.000 puestos. Eso fue posible porque no se cubrieron las vacantes producidas por jubilaciones, fallecimientos y simples renuncias, y porque no pocos trabajadores del sector público pudieron conseguir empleos con mejores sueldos en la actividad privada. Del mismo modo, se pudo transferir al sector privado unas 40 empresas que habían pasado a manos del Estado como consecuencia de confiscaciones de propiedades alemanas después de la Segunda Guerra Mundial y de otras compañías inglesas vinculadas a la industria ferroviaria.
Pero su gestión como ministro de Frondizi también concluyó con cierto sabor amargo. En enero de 1962, en el marco de un clima preelectoral signado por el avance del peronismo y la inquietud militar, Alemann renunció luego de un conflicto con los gremios ferroviarios, que resistían las políticas de ajuste en ese sector. La mayor decepción de Alemann, sin embargo, fue que el presupuesto que él había proyectado, con cifras cercanas al equilibrio fiscal, no llegó a cumplirse tras su salida del gobierno.
Posteriormente, entre los años 1962 y 1964, fue embajador argentino en los Estados Unidos.
Concluida esa tarea, se dedicó a la actividad privada, habiendo sido consultor económico de distintas empresas y representante de la Unión de Bancos Suizos en nuestro país.
A lo largo de su vida, tanto Roberto Alemann como su hermano Juan debieron soportar muchos ataques. Ya en plena dictadura militar, en 1978, mientras se jugaba el Mundial de Fútbol en nuestro país y el equipo argentino goleaba al de Perú, estalló una bomba en la casa de Juan -por entonces secretario de Hacienda de José Alfredo Martínez de Hoz-, en el barrio de Belgrano. Llamativamente, Juan Alemann había sido un crítico de la corrupción que habría rodeado la organización de aquella competencia futbolística internacional.
Más recientemente, en marzo de 2004, cuando tenía 81 años, Roberto Alemann sufrió una cobarde agresión por parte de un grupo de inadaptados mientras caminaba por la calle Juncal, en esta ciudad. Sus más críticos siempre lo consideraron un representante del establishment y de "la derecha reaccionaria".
Alemann fue durante muchos años director del tradicional periódico argentino-alemán Argentinische Tageblatt, fundado en 1889, que se destacó por su defensa del republicanismo y las ideas liberales, y por su oposición al nazismo. Provenía de una familia con antecedentes en el periodismo a lo largo de varias generaciones, e iniciada por su bisabuelo en Berna, Suiza, durante el siglo XIX.
Había nacido el 22 de diciembre de 1922 y, tras egresar del Colegio Nacional de Buenos Aires, se recibió como abogado en la Universidad de Buenos Aires (UBA), en 1947. Cinco años después se doctoró en Derecho y Ciencias Sociales en esa misma casa de estudios. Estudió economía en la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad de Berna y se desempeñó como profesor de Economía Política y de Política Económica Argentina en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la UBA, entre 1964 y 1973.
Era miembro de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, publicó varios libros sobre política económica argentina y otro titulado "Recordando a Kennedy". En 1986, fue distinguido con el Premio Konex en Política Económica.
Alemann estaba casado con Carmen Gamper y fue padre de cuatro hijas, Norma, Eliana, Marina y Roxana. Era hermano del exsecretario de Hacienda Juan Alemann, de Silvia (fallecida) y medio hermano de la actriz, cantante y empresaria Katja Alemann.
Fue embajador en los Estados Unidos entre 1962 y 1964. La crisis de los misiles en Cuba, que enfrentó a Estados Unidos y a la exUnión Soviética, lo encontró en el cargo. A Alemann le gustaba recordar que él había sido quien gestionó el respaldo de la Argentina a los Estados Unidos ya que fue el primer país en enviar una nave militar de apoyo como gesto simbólico. Como agradecimiento, el gobierno norteamericano otorgó al país permisos que favorecieron las exportaciones de carnes y otros asuntos comerciales que beneficiaron al país.
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