Reservas del Banco Central: un número rojo en el tablero de control que ya llega a US$6406 millones
El “balance del Central”, donde se suman los activos y se restan las deudas, es uno de los indicadores que mira el mercado; las luces de emergencia aparecen porque se ven cifras negativas y se presume poco margen para frenar corridas cambiarias
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En 2012, cuando Mercedes Marcó del Pont asumió la presidencia del Banco Central (BCRA), no anduvo con vueltas. Llegó y tomó medidas inmediatas, necesarias y fundamentales para la vida monetaria y financiera de la Argentina. Su primer decisión fue determinante: quitar un cartel que sobre el pórtico, identificaba aquella entrada al edificio de la calle Reconquista. Aquella leyenda decía: “Es misión primaria y fundamental del BCRA preservar el valor de la moneda”.
Según se dijo entonces, ese discurso era un manual del “neoliberalismo que llevó adelante Domingo Cavallo”. La idea era reemplazarla por otra frase que estaba en la nueva Carta Orgánica que se sancionó el la segunda presidencia de Cristina Kirchner. “El Banco tiene por finalidad promover, en la medida de sus facultades y en el marco de las políticas establecidas por el gobierno nacional, la estabilidad monetaria, la estabilidad financiera, el empleo y el desarrollo económico con equidad social”. Ese cartel aún está ahí en la entrada.
Pasaron 11 años y desde entonces, más allá de la retórica, no hay ninguna de las ambiciosas finalidades de la entidad que se cumpla. Hoy, el poderoso Banco Central se ha convertido en el prestamista de última instancia del Tesoro, en el imprentero más grande del país gracias a la descomunal emisión monetaria, en el administrador de yuanes caros y en la ventanilla más codiciada del territorio, ese lugar pequeño y estrecho donde se consiguen dólares a 270 pesos. Aquello de cuidar el valor de la moneda o promover el desarrollo podría ser parte del museo de antigüedades de la Argentina que no ha podido ser.
Sin embargo, y más allá de la cantidad de novedades que lo tienen a diario como protagonista, el BCRA es noticia por las reservas con las que cuenta. Sucede que no sólo es el pagador de última instancia sino que, además, la cantidad de moneda dura y de activos con los que cuenta es la herramienta necesaria aunque no suficiente) como para apagar algún incendio cambiario. Y como el Gobierno camina en épocas de elecciones con un bidón de kerosene sobre el tipo de cambio y la emisión monetaria, pues mirar con detalle el material para combatir las llamas es determinante.
Las alertas se prenden cuando se hace zoom sobre lo que se denominan “las reservas”. Y acá empiezan las explicaciones. La primera son las “reservas brutas”, es decir, los activos con los que cuenta el Banco Central. Este es uno de los datos que se publica diariamente, con unos días de atraso, y se ha convertido en un insumo importante a la hora de ver los indicadores macroeconómicos ya que se trata de información esencial. Actualmente, ese monto asciende a US$26.540 millones de dólares, según la información del 10 de julio, datos con los que se realizaron todos los cálculos.
De ahí en más, cuando se abre la planilla, empiezan algunas diferencias en los resultados que muestran los arqueólogos monetarios. El tema es que no se conocen, o al menos no son públicos, todos los movimientos del Banco Central, Entonces, muchas de las cifras se calculan, se predicen o se infieren. Por eso es que de acuerdo a quién realice las cuentas, los números difieren.
Ahora bien, esas reservas brutas que llegaron a US$25.563 millones en diciembre de 2015 y a US$43.772 millones en diciembre de 2019, monto que recibió la actual administración de herencia, poco importan si no se comparan con las deudas que también tiene la entidad. Algo así como activo menos pasivo. “Las reservas brutas no contienen las deudas. Cuando se deducen, entonces quedan las netas. Ese dato es el que se mira con más detalle”, dice Martín Redrado, Secretario de Asuntos Estratégicos de la Ciudad de Buenos Aires y uno de los líderes de los equipos técnicos de Horacio Rodríguez Larreta.
“Ese número entre lo que se tiene y lo que se debe es lo que se denomina reservas netas. Y este es el número importante”, explica Fernando Marull, economista y director de la consultora que lleva su nombre.
Algo más técnico, Luis Secco, director de la consultora Perspectivas, dice: Las reservas netas son cuánta disponibilidad de dólares hay para hacer frente a los pasivos de corto plazo en dólares”.
Entonces sí, una vez definido el término vale la pena mirar el resultado. Y las alarmas monetarias y cambiarias surgen porque delante del resultado de sumar los activos y restar los pasivos hay un menos adelante. La Argentina transita por estos días por una coyuntura de reservas netas negativas. Esas suelen ser las crisis y las cuentas difíciles de explicar, invisibles, indoloras, que no se perciben y que la deberá tratar de, al menos, empardar la próxima administración.
Ese panorama se explica de una sola manera: hay más deudas que dinero para cancelarlo. Claro que esa deuda no vence toda junta ni tampoco es exigible mañana a la mañana y de ahí que el estado de emergencia de los tableros de control no tienen todas las luces rojas encendidas. Pero el asunto, apuntan los tres economistas es serio.
Redrado coincide en los números negativos de estos días. Pero confía en que es un indicador que tenderá a revertirse en una próxima gestión donde un paquete de leyes, al inicio mismo del mandato, recree condiciones como para que la gente, los actores económicos, desde las familias a los grandes inversores, vuelvan a tener incentivos a quedarse en moneda local. “Habrá que cerrar la canilla de emisión de pesos para financiar déficit. La moneda que se emite termina dolarizándose o genera desequilibrio entre cantidad de pesos y cantidad de dólares. Y eso genera tensión cambiaria. Además, de un plan de estabilización se necesitará un paquete de leyes que den certeza”, proyecta.
“El balance del Banco Central está realmente complicado y yo no veo que haya posibilidades de que se revierta en el corto plazo. Esta coyuntura de emisión y deuda remunerada en pesos que emite la entidad es una invitación a que este escalón inflacionario se quede. Da lo mismo que el promedio [del 6% de Índice de Precios al Consumidor] sea un poco menos este mes. Es un escalón más alto que el régimen previo. Además si se mira la inflación core, que es la que no tiene regulados, el índice dio 6,5%. Lo que tiró el promedio abajo son los estacionales”, agregó Secco después de conocido el número que publicó en Indec esta semana.
“Faltan medidas concretas para cuidar las reservas que quedan –dice Marull–. En estos últimos años, el stock de reservas que heredó el Gobierno en 2019 se perdió. Fue el fruto de una mala política económica. El cepo hizo que se dilapidaran los dólares”.
Se preguntará el lector, al igual que este cronista, cómo es posible que la herramienta cuya motivación y finalidad es cuidar los dólares termine por ser justamente lo contrario. Responde Marull: “En resumen, el cepo generó una gran brecha cambiaria. Además, hubo y hay un atraso en la cotización del oficial. Por lo tanto, hace tres años y medio que el mercado se las ingenia todos los días para no vender sus dólares ya que el Central los compra a precio oficial. A la vez, busca la manera de sacarle todos los billetes en moneda extranjera que pueda; también los entrega a precio oficial. Esa ventanilla no da más. Por eso creo que hay que tomar medidas.”
Ahora bien, qué tan negativas son las reservas. Se podría decir que cuando se hacen las cuentas, al menos ese número es de US$6486 millones. Como se dijo, a ese resultado se llega de restarle las deudas a los activos.
La diferencia entre los números de unos y otros es el oro y cómo se lo computa. ln Banco Central tiene US$3806 millones en ese mineral precioso. No todo es físico sino que hay algunos certificados. Esa política de compra de otros activos, más allá de que pueda haber existido un remanente, se aceleró en épocas de Alfonso Prat Gay como presidente del banco. Entonces empezó un proceso de diversificación, es decir no comprar sólo dólares, que siguió en la gestión de Martín Redrado. Actualmente, parte de ese oro está en el tesoro de la calle Reconquista, mientras que otra parte en el Banco de Basilea, el llamado “banco de bancos centrales”.
En estos años, los movimientos de ese activo no se deben a la compra de más mineral sino que los cambios son producto de la cotización que sube o baja. Pero el tema no es el valor sino la liquidez. Es decir, hay quienes dicen que eso no tiene facilidades para ser vendido rápido y que no serviría como herramienta efectiva, como sí es el dólar, a la hora de apaciguar alguna corrida bancaria. Ellos, entonces, lo corren de la columna de las “reservas líquidas” y, entonces, tienen un resultado negativo mayor que los lleva a alrededor de US$10.290 millones, siempre en rojo.
Otros, en cambio, consideran que contra ese oro se pueden conseguir dólares frescos. Por ejemplo, el Banco de Basilea podría entregar billetes con aquella garantía en mineral precioso. Claro que no es líquido de la noche a la mañana, pero es posible de hacer con una negociación rápida. Para este grupo, el indicador clave les da menos US$6486 millones, siempre negativo.
Ese pasivo dl Banco Central, básicamente está compuesto por cuatro items. El famoso swap con China, que no es ni más ni menos que yuanes para pagar el comercio internacional con ese país, y que pese a la mirada indulgente que tiene algunos en el Gobierno es plata que se debe (US$17.979 millones), a los que se suman los encajes de los depósitos de los ahorristas que tienen un valor de US$10.219 millones. Luego, hay dos más: una deuda con el Banco de Basilea (US$3136 millones) y los pases de Sedesa –un fondo de garantía bancaria– por otros US$1700 millones. Esa suma arroja un resultado de US$33.034 millones.
Ese es el número en que coincide la mayoría: para ser gráfico, poco más de 26.000 millones de un lado a 33.000 millones del otro, siempre de dólares. El problema es que el más alto corresponde a la deuda.
Glosario para entender el balance del Banco Central
Alguna vez fue el riesgo país, que a fuerza de subir y subir se había convertido en un tema de conversación diaria. Otra vez, muchas, en realidad fue la cotización del dólar, hasta que la costumbre de verlo hacia arriba internalizó el movimiento y empezó la convivencia “pacífica”.
Sin llegar a ese extremo de masividad, las reservas con las que cuenta el Banco Central son tema de mirada a fondo por parte de todos los que estudian la macroeconomía argentina.
A continuación, un glosario con los principales términos de una jerga que, por ahora, es un tema de mesas de economistas, políticos o financistas.
Reservas brutas. Es el total de activos en dólares o moneda dura que tiene el Banco Central con el que podría hacer frente a las deuda en esa moneda.
Reservas netas. Es el resultado que queda después de restarles a las reservas brutas todas las deudas en moneda extranjera. Ese es el indicador que más se mira.
Reservas líquidas. Es la cantidad de dinero fresco, o que puede convertirse en moneda en el corto plazo, y que podría utilizarse para apagar alguna emergencia cambiaria. Allí se centra el debate por el oro [ver aparte] respecto de qué tan líquido es a la hora de necesita dólares.
DEG o Derechos Especiales de Giro. Es la moneda que emite el Fondo Monetario Internacional (FMI) para entregar a los países miembros. Cuando se habla de desembolsos en dólares, en realidad, se trata de esta moneda. Luego, los bancos centrales pueden canjearlos por dólares en otra bancos centrales o atesorarlos para volver a pagar al FMI, como hizo la Argentina en el último vencimiento donde se gastó todos los DEG con los que contaba el BCRA, además de completar la cuenta con yuanes.
Banco de Basilea (BIS). Es el llamado banco de bancos centrales. Allí es donde está depositado parte del activo en oro, tanto físico como en certificados. Es el lugar donde se acude a cambiar, por ejemplo, los derechos especiales de giro con los que paga el Fondo Monetario Internacional. También se podría ir a esa entidad a canjear el oro por dólares, o a pedir un crédito con esa garantía.
Encaje. Es la plata de los ahorristas que está depositada en los bancos y que estos, a si vez, encajan en el Banco Central. Es una deuda de la entidad ya que debería pagarla si los inversores van a la ventanilla y la retiran.
Pases de Sedesa. Es una regulación por intermedio de la que se creó un sistema para garantizar los depósitos de los ahorristas en caso de que un determinado banco caiga o tenga problemas para devolver los depósitos. Ese fondo, como el sistema financiero se ha mostrado sano en las última décadas, no ha sido requerido y por lo tanto, se ha acumulado dinero. Se estima que el Banco Central podría haberlo utilizado.
Swap con China. Es un préstamo que entregó el gobierno Chino, en yuanes, para que la Argentina pueda financiar el comercio internacional con ese país. En el último viaje de Sergio Massa a Pekín, logró que se pueda usar no sólo para ese motivo. El Banco Central gasta yuanes a diarios pero como se dijo, es un préstamo que se debe.ß
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