El monto neto cae a poco más de US$4500 millones; el calendario de pagos de deuda impone la necesidad de cuidar cada billete; dónde se guarda este patrimonio y cómo se maneja
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El Banco Central observa a diario cómo se escurren los dólares por las grietas que deja cada apretón del cepo. Así, se suceden restricciones a importaciones, compra de dólares o de servicios al exterior y otras medidas que exponen el desequilibrio monetario y la luz roja en el tablero del Gobierno.
No es una dinámica nueva para la historia argentina, que habitualmente encuentra en la disponibilidad de dólares una traba para el crecimiento. Importaciones, insumos, deudas de empresas y del sector público, servicios en el exterior y ahorro local son los grandes rubros que demandan divisas y enfrentan una misma respuesta: los billetes verdes no alcanzan.
“Respecto a si las reservas son altas o no, depende de a qué se deba hacer frente con ellas, es decir, las miramos en relación a los pagos de deuda, las necesidades de importaciones versus las exportaciones, entre otros factores. Pero todo esto es dinámico, porque en contextos de incertidumbre suele haber menos liquidación de exportaciones, por ejemplo”, explicó la economista Laura D’Amato, una de las personas que más conoce el funcionamiento del BCRA. Ingresó a esa entidad en 1988, pasó por diferentes puestos y se desempeñó al frente del Departamento de Modelos y Proyecciones Macroeconómicas del organismo hasta su salida, en diciembre de 2019.
“Es un problema que depende en gran medida de la disposición de los agentes a mantener saldos en la moneda del país. Con esto último vamos mal en estos tiempos. Con una inflación que no se desacelera e incertidumbre macro la dinámica no se ve bien”, completó.
Pese a que la Argentina acumuló en los primeros meses del año un superávit comercial de US$13.940 millones, hoy el Banco Central atraviesa una situación de tensión por sus reservas. Porque más allá de los US$41.540 millones que informó al cierre de esta nota, no todo ese monto, las reservas brutas, está disponible.
Ese total comprende fondos como el swap con China (algo más de US$20.000 millones), los DEG del FMI, repos (otros depósitos de bancos internacionales) y los encajes de los depósitos privados en dólares (US$15.759 millones al cierre de esta nota). Al restar estos elementos, las reservas netas en poder del BCRA son de US$4558 millones, de acuerdo a estimaciones de la consultora Equilibra.
Pero hay más condicionantes. Porque ese monto de reservas netas, que sí son patrimonio del BCRA, comprende una tenencia en oro. Son alrededor de US$3500 millones (su valuación oscila de acuerdo a los cambios en la cotización de este metal en el mercado), que no están disponibles de inmediato.
Si se realiza esta nueva resta, las proyecciones de Equilibra marcan que el total de reservas líquidas en poder del BCRA se ubican apenas por encima de los US$1000 millones. Con pequeñas subas y bajas diarias ese es el nivel en el que se mantiene hace alrededor de dos meses.
A su vez, los economistas advierten sobre la mala señal que se dispararía si el organismo debe vender este patrimonio y convertirlo a dólares para sostener su intervención en el mercado.
Los desafíos que se avecinan
La luz roja se enciende al analizar la evolución de corto plazo. Porque con creciente demanda (importaciones, pagos de deuda, servicios en el exterior) y caída en la oferta (el primer semestre es el período fuerte de exportaciones), el monto luce insuficiente. Solo en el último mes, la entidad debió desprenderse de más de US$983 millones en el mercado de cambios oficial, junto a otros más de US$338 por su intervención con bonos, para evitar que se expanda la brecha entre el mayorista y el MEP.
A su vez, 45 El mes que viene aparece un desembolso de US$1900 millones al FMI (se utilizarán los DEG recibidos este año) junto con US$730 de intereses en enero y otros US$370 en febrero. Luego, aparecen los grandes vencimientos: US$3590 millones por una cuota del capital del crédito stand by, tomado durante el gobierno de Mauricio Macri.
Ante este escenario, la consultora Ecolatina sostiene que es “crítico” el nivel de reservas de cara a 2022, año en el que no estarán los factores positivos que marcaron 2021 (precios internacionales de commodities, emisión de DEG, restricción del turismo emisivo por la pandemia y bajos vencimientos de deuda).
“Dado el moderado nivel actual de reservas netas y que los factores que ayudaron en 2021 difícilmente presten el mismo aporte en adelante, la estrategia oficial en materia de administración del tipo de cambio y las negociaciones con el FMI se vuelven los principales elementos a monitorear. La reprogramación de los vencimientos con el Fondo se vuelve significativamente necesaria para sostener la deuda en situación de pago normal, ya que el stock de reservas resulta insuficiente como para hacer frente al perfil actual [alrededor de US$20.000 millones anuales en 2022-2023]”, plantearon en Ecolatina.
La estabilidad de los depósitos
Días atrás, una resolución del BCRA, que afectaba al patrimonio de dólares de los bancos, generó una ola de versiones, rumores y fake news sobre la estabilidad de los depósitos en dólares de los ahorristas. La entidad debió salir a aclarar los alcances de la norma y a llevar tranquilidad a los ciudadanos. Lo cierto es que la medida comprendía a la posición global neta de moneda extranjera de las entidades financieras, esto es, a los dólares que son parte del activo de los bancos, y no a los dólares que sus clientes tienen depositados.
Tanto los números oficiales como las opiniones de banqueros y economistas, cercanos y críticos del Gobierno, coinciden en destacar la “solidez” del sistema bancario local.
La gran caída se produjo luego de las PASO de 2019: antes de esa fecha, el total de depósitos privados en dólares superaba los US$32.000 millones. Hoy, según los datos del BCRA, ese total se ubica en torno a los US$15.759 millones, una cifra que se mantiene relativamente estable desde octubre de 2020. Por regulación oficial, los bancos deben dejar inmovilizado parte de ese monto en el BCRA (los ‘encajes’), y pueden conservar otra porción para operaciones de crédito. Luego de la crisis de 2001, existe en el país una normativa por la cual los bancos solo pueden prestar dólares a quienes facturan en dólares (por ejemplo, los exportadores), pero dada la situación económica actual, existe escaso volumen de créditos, lo que tiene como contrapartida una elevada disponibilidad de divisas en relación a los depósitos.
“El sistema financiero está líquido. El 95% de los depósitos privados en dólares está cubierto por liquidez. En líneas generales, los bancos tienen alrededor de US$4000 millones en cash y el resto de los fondos está encajado en el BCRA. Esto quiere decir que el dinero está depositado en el BCRA, los bancos lo pueden pedir y lo reciben rápidamente”, indicó Juan Ignacio Paolicchi, economista de la consultora Empiria, quien resaltó los “consensos” dentro del sistema financiero, que restringe la posibilidad de prestar en dólares a quienes facturan en moneda local, uno de los factores determinantes en el colapso financiero de 2001.
“Por esta situación, el sistema financiero local ha resistido situaciones de estrés como las de 2018, 2019 o incluso la de fines de 2020. Si bien es cierto que el sistema se va achicando, porque cada vez hay menos depósitos en dólares, lo cierto es que es sólido”, agregó el analista.
Ese “achicamiento” tiene, como contrapartida, un incremento en los fondos que los argentinos guardan fuera del sistema (cuentas en el exterior, cajas de seguridad o debajo del colchón). Según las últimas estimaciones del Indec, son US$249.971 millones.
Dónde están las reservas
Más de uno imaginaría que los $41.500 millones en reservas están guardados en una bóveda en el edificio del Banco Central, en Reconquista al 200. Sin embargo, apenas parte de ese dinero está alojado en el país, con diferentes destinos para el oro y las divisas que integran todo ese monto. “Por supuesto que no están los dólares en un cuarto. Están invertidos y no se puede perder un minuto. Sería una irresponsabilidad extraordinaria tener la plata inmovilizada”, precisó un funcionario que ocupó durante años un rol directivo en la entidad.
Es que, si bien son activos de respaldo a la moneda, el BCRA trabaja en algún punto como un banco tradicional e invierte ese capital en otros activos. Así, busca generar un retorno y evitar una desvalorización de esos fondos, sobre todo en un contexto como el actual, con la creciente inflación en Estados Unidos o Europa. Esta práctica incluye tanto a los fondos que son patrimonio del BCRA (las reservas netas) como a otros activos, como los dólares que surgen de los depósitos de los ahorristas.
Funcionarios que conocen de cerca el funcionamiento de los bancos centrales señalan que, si bien es una decisión no exenta de discusiones, la elección más habitual es optar por “activos líquidos”, es decir, inversiones que pueden ser rápidamente desarmadas o modificadas para conseguir nuevamente dólares en caso de ser necesitados. Plazos fijos en bancos de primera línea mundial (AAA) o bonos del tesoro de los Estados Unidos, considerado mundialmente como el activo financiero más seguro del mundo, son las alternativas más utilizadas.
“Hay otros bancos que tienen más fondos y pueden optar por otras monedas o poner parte de la plata en acciones, pero es más arriesgado. El tema es cómo protegerse de la inflación en Estados Unidos”, manifestó un exbanquero a LA NACION.
Otro de los activos particulares tiene que ver con el patrimonio del BCRA en oro, que en gran medida fue incorporado en 2002, durante la gestión de Alfonso Prat Gay. Parte de esos lingotes está depositado en la Argentina, mientras que una porción importante está alojada en una bóveda del Bank of England, el banco central del Reino Unido que tiene su sede en Londres. Esta alternativa acarrea, lógicamente, un costo, que se incrementa si el país opta por un espacio exclusivo.
El caso del swap con China tiene sus singularidades. Por este mecanismo, el BCRA recibe yuanes y entrega a su par chino su equivalente en pesos. Así, la entidad incrementa sus reservas en dólares (en una cifra que oscila de acuerdo a cómo cambia la cotización de la moneda china), aunque enfrenta una limitación: como en realidad recibe yuanes, para poder usar esos fondos debe solicitar al banco chino que los convierta a dólares, en un mecanismo que también implica el pago de una tasa de interés.
Las situaciones de default o amenazas de embargos también presentan un desafío para el BCRA. Parte de sus reservas están en el Banco de Pagos Internacionales (BIS, también llamado Banco de Basilea), que se creó en 1930 y funciona en la práctica como el “banco central de los bancos centrales”. Si bien tiene un costo, los depósitos allí alojados no pueden ser embargados.
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