Reposteros suizos que se animaron a experimentar
En 1845, el repostero David Sprüngli-Schwarz y su hijo de 29 años Rudolf Sprüngli-Ammann decidieron probar algo nuevo. Ambos trabajaban en una pequeña pastelería en Marktgasse, en el casco antiguo de Zurich, Suiza. Padre e hijo osaron fabricar chocolate en consonancia con la tendencia que venía de Italia, o sea, en tabletas sólidas.
Después de fallecer su padre, en 1862, el hijo continuó ampliando el negocio, que se ubicó en una zona floreciente cerca de un banco, un hotel de lujo y la Bolsa. Cuando Rudolf Sprüngli se retiró en 1892, dividió la empresa entre sus dos hijos. El hermano mayor, Johann Rudolf Sprüngli-Schifferli, recibió la fábrica de chocolate y modernizó su tecnología. Para poder seguir expandiéndose, la empresa privada se convirtió en una sociedad anónima llamada "Chocolat Sprüngli AG".
En 1899, esa sociedad anónima compró la fábrica de chocolate con base en Berna. La adquisición incluyó los secretos de fabricación exclusivos y la famosa marca de Rodolphe Lindt, que había desarrollado en 1879 un método para producir chocolate que estaba muy adelantado a su tiempo en términos de cualidades de fusión y aroma. Más adelante, la empresa fue rebautizada como "Chocoladefabriken Lindt & Sprüngli AG" y produjo sus chocolates tanto en Berna como en Kilchberg. Los dos socios, Lindt y Sprüngli, dirigían conjuntamente el negocio.
El grupo ahora tiene empresas de producción en Suiza, Alemania, Francia, Italia, Estados Unidos. y Austria, empresas de distribución y ventas en Inglaterra, Hong Kong, España, Polonia, Canadá, Australia, Suecia, México y la República Checa, así como oficinas de venta en Dubai e Irlanda.
Lindt & Sprüngli está en la Argentina desde 1976 en el portafolio de Ryhl, una empresa que representa a varias marcas.
- 1
- 2
Se vende: un fiscal detectó irregularidades en la inminente subasta de un edificio del INTA y pide evitar “posibles hechos de corrupción administrativa”
- 3
Este es el CEO más despiadado de las tecnológicas billonarias
- 4
Se vendió Despegar: el unicornio argentino fue comprado por Prosus, un grupo de inversión global