Renta financiera. Un impuesto ahora limitado por sus propios impulsores
El gobierno de Alberto Fernández anunció ayer la intención de eliminar parcialmente el impuesto a la renta financiera sobre las inversiones en pesos y dio marcha atrás así sobre un tributo que fue impulsado por miembros de su propio equipo cuando ocupaban bancas opositoras en el Congreso. Se trata de un impuesto muy criticado por los expertos por ser distorsivo y, al mismo tiempo, muy poco significativo en términos de recaudación.
La eliminación está dentro del texto presentado ayer en conferencia de prensa por el ministro de Economía, Martín Guzmán. Se trata del proyecto de ley de Solidaridad y Reactivación Productiva, que ya fue enviado al Congreso por el Ejecutivo y se espera que sea tratado en el recinto mañana.
El detalle de la norma resultó difícil de desentrañar incluso para los tributaristas más experimentados, que finalmente coincidieron en la interpretación de que quedan exentos del impuesto, a partir de 2020, no solo los plazos fijos, sino también obligaciones negociables, títulos públicos, fondos comunes de inversión y fideicomisos financieros que tienen activos subyacentes.
Sin embargo, el impuesto no se elimina del todo y quedarán gravados instrumentos como los plazos fijos en pesos "ajustables" (por UVA, por ejemplo), las acciones de los bancos argentinos que cotizan en Wall Street (ADR) y las monedas digitales.
"Se quedaron a mitad de camino", opinó César Litvin, CEO en Estudio Lisicki, Litvin & Asociados. Según dijo a LA NACION, "lo deseable es que se elimine íntegramente este impuesto, porque desmotiva a los inversores a invertir en títulos públicos argentinos, al ahorro y genera más problemas que recaudación".
"Nosotros en su momento criticamos que se aplique un impuesto sobre una renta ficticia, porque el rendimiento de los títulos en pesos era inferior a la inflación, no había ganancias y sobre eso tenías que pagar el 5%. En realidad, se gravaba una pérdida", apuntó Gabriela Russo, presidenta del Consejo Profesional de Ciencias Económicas de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
El impuesto a la renta financiera fue creado en el marco de la reforma tributaria de 2017 y reglamentado en 2018. Tuvo entre sus principales impulsores a Sergio Massa, actual diputado por el Frente de Todos y presidente de la Cámara Baja. De hecho, la iniciativa contó con el respaldo de la oposición de aquel momento, que logró conjuntamente que sea incluido dentro de la reforma.
"Es un impuesto que el gobierno de Cambiemos no tenía pensado, pero en su momento terminó acordándolo", opinó Ezequiel Passarelli, asociado de la consultora SCI, y agregó: "Es un muy mal impuesto porque la renta financiera ya estaba gravada en un 95% a través de las sociedades, que pagan un impuesto del 30% sobre sus ganancias. El tributo fue a gravar a las personas físicas, que representan solo el 5% del mercado de capitales y recaudó muy poco: en torno al 1% del total".
El tributarista lo asoció también a una espiral de deterioro de la economía argentina. "El impuesto a la renta financiera se aplicó efectivamente el 25 de abril de 2018 y tres días después tuvimos el primer salto del dólar. Uno de los factores fue ese: había mucha gente invirtiendo en pesos que al tener que empezar a tributar decidió desarmar posiciones y convertirse a dólares".
Florencia Fernández Sabella, socia de la consultora Laiún, Fernández Sabella & Smudt, coincidió en que la eliminación del impuesto "es uno de los mejores aspectos" que tiene el proyecto de ley presentado por Guzmán. "Desde el punto de vista operativo, es un impuesto complejo que genera mucho costo administrativo para el contribuyente que lo tiene que pagar y para la AFIP que tiene que recaudarlo. Toda esta inversión privada y pública para pagar el impuesto término en 2018 en una recaudación mínima", apuntó.
Para Iván Sasovsky, CEO de Sasovsky & Asociados, el impuesto a la renta generó un efecto muy distorsivo en el mercado desde el momento de su sanción. "Generó salida de capitales muy importantes y marcó el camino de una decadencia de los valores en los activos financieros. Por lo tanto, hay que hacer una autocrítica: reconocer que fue un mal impuesto, que se anunció más que nada para la tribuna bajo el argumento de que gravaba la renta financiera cuando en realidad las sociedades ya estaban alcanzadas".
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