Remes Lenicov: "En 2002 hicimos lo mejor que pudimos"
El ex ministro de Economía de Duhalde defiende la pesificación y la devaluación del peso
El 6 de enero de 2002, con un saco sport color crema, Jorge Remes Lenicov anunciaba en el Palacio de Hacienda que la Argentina devaluaba oficialmente el peso frente al dólar, tras el estallido de la convertibilidad.
Diez años después, en diálogo telefónico con LA NACION desde Francia, el primer ministro de Economía de la presidencia interina de Eduardo Duhalde afirmó que el Gobierno no debe ni puede esconder la inflación y que la ley de emergencia sancionada en aquella crisis -y recientemente ratificada por el Congreso- ya no tiene legitimidad.
Además, el saliente embajador ante la Unión Europea -que volverá en febrero a La Plata a ejercer la docencia universitaria- dijo que desde 2007 se retrocedió en las políticas para atraer capitales.
-¿Qué impidió una salida más ordenada de la convertibilidad?
-El año 2001 terminó con un caos de una magnitud enorme, la peor crisis que la Argentina tuvo en democracia. El PBI había caído 17% desde 1998, la moneda estaba sobrevaluada y había déficit fiscal y de cuenta corriente. La posibilidad de una salida ordenada se perdió en 1997 o en 1999 cuando todavía había reservas para lograrlo. Por eso, en realidad, tratamos de reordenar la situación con tipo de cambio flexible, orden fiscal y un banco central con todos los instrumentos para funcionar como prestamista de última instancia.
-¿Qué otras medidas podrían haber adoptado?
-En 2002 hicimos lo mejor que pudimos y la prueba es que ninguna de las medidas fue revertida, ni la flexibilidad cambiaria, ni la pesificación. Algunos querían dolarizar y otros hacer obra pública sin control, pero nosotros enfrentamos la crisis con medidas integrales.
-¿Europa debería salir igual que la Argentina?
-El origen de la crisis responde en algunos casos a la alta deuda, como en Grecia e Italia, y a falta de competitividad por un tipo de cambio fijo retrasado. En el caso de España, se agrega la deuda privada. Por lo tanto, cada uno merece un tratamiento separado. De todos modos, aunque las comparaciones no siempre ayudan, es muy difícil pensar que podrán volver a crecer sin renegociar la deuda, como hicimos nosotros en 2002 y Kirchner en 2005. La dificultad que tienen es que ya perdieron su moneda nacional.
-¿Entonces la Argentina es un ejemplo a seguir, pese a la crisis que sufrió?
-La recesión fue producto de la convertibilidad, pero 2002 tuvo crecimiento a nivel desestacionalizado. Y la ruptura de contratos fue en 2001 cuando el Estado no podía pagar a las provincias ni los bancos a los depositantes.
-¿No se retrocedió respecto de la pesificación de la economía lograda desde 2002 al manipular el CER y con la fuga de capitales?
-La Argentina no tiene ejemplos de continuidad de las políticas: cada ministro o presidente cambia de orientación. Nosotros intentamos calmar la inflación y atraer capitales, pero a partir de 2007-2008 se fueron haciendo cosas que iban en contra de lo que promovimos.
-¿Qué queda en pie de aquel proceso de salida de la crisis?
-El Gobierno sigue planteando la necesidad de superávit gemelos y tipo de campo competitivo, pero eso se contrapone con la inflación. La otra clave es atraer inversión extranjera directa y tener grandes empresas, como Brasil, que desde 1994 mantiene su estrategia y eso les permitió crecer y bajar la pobreza.
-¿Tiene legitimidad la ley de emergencia sancionada en 2002?
-No, las leyes de emergencia valen para la emergencia. Hace 10 años claramente había una situación crítica, ahora es una situación normal, aunque sea complejo definir este concepto. Los Kirchner se opusieron a esa ley en 2002 y luego la mantuvieron y hasta la ampliaron en su gestión. La vida tiene esas vueltas?
-¿Cuál es el costo de esconder la inflación?
-La inflación tiene que ser la que es. Esto es como en la época de la convertibilidad, cuando algunos ganaban US$ 20.000, pero no se daban cuenta de que el peso estaba sobrevaluado. Uno no puede forzar los números, porque la realidad siempre se termina imponiendo.
-¿La dureza del FMI en 2002 es el factor que resintió el vínculo con el país hasta hoy?
-La Argentina siempre tuvo un rechazo al FMI, pero ellos en 2002 tuvieron una actitud vergonzosa. Cuando nos hicimos cargo, proponían medidas contradictorias: calmar la inflación y salir del corralito, por lo que hubiéramos ido a la hiperinflación. El FMI perdió significación; no previó esta crisis global y mantiene una actitud cerrada. Tiene que haber un FMI, pero hay que rediscutir las ideas que dan origen a la prescripción de políticas.
-¿Por qué el sistema financiero no recuperó el tamaño de 2001?
-Siempre fue chico frente al de otros países en desarrollo. Era lógico que después de la crisis la gente tuviera desconfianza.
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