Relaciones con los sindicatos, una cuestión de amor
Todos están de acuerdo en que durante los últimos 13 años las relaciones sindicales han sido grandes protagonistas en la escena empresaria; coleccionando malas experiencias y causando sinsabores.
Ahora bien, me pregunto, cuál es la causa de los fracasos y de los conflictos colectivos recurrentes ¿el perfil de los sindicatos o la carencia conceptual de los protagonistas de Relaciones Laborales?
Creo que gran parte de la respuesta radica en que se ha soslayado la necesidad de contar con una estrategia y un plan de trabajo para relacionarse con los gremios. Eso puede ser denominado “inconsistencia conceptual”.
En tal sentido, son crónicos los problemas en el ámbito de las empresas que se evidencian por quitar la mirada sobre las personas, deslindar al área de Relaciones Laborales como aporte al negocio, evitar el que toda la compañía se involucre en la necesidad de ocupar el rol de RRLL que le corresponde, tener mandos medios capacitados para relacionarse eficazmente con el gremio y, el último y mayor de los pecados: carecer de una comunicación asertiva, sistemática y transparente; de un verdadero “vehiculizador” que permita construir un diálogo con el gremio.
Buscar una estrategia
Es este punto donde empezamos a dejar de lado la inconsistencia conceptual para adentrarnos en la búsqueda de una estrategia dinámica para las RRLL, en el intento para encontrar un modelo de confianza que le permita a los actores sociales trabajar en conjunto en concreción de intereses genuinos y diagnósticos comunes.
Pero la estrategia de transparencia y dialogo honesto sólo se logra siendo constante en el tiempo, es decir, apostando por una “ritualización del diálogo entre representantes de la empresa (de todas las áreas) y los representantes de las organizaciones sindicales.
Diálogo como estrategia
Esa ritualización del dialogo, como estrategia, significa plantear un calendario explícito de reuniones, con temario concreto, en un espacio deliberativo de trabajo conjunto y sistemático, con objetivos de desarrollo integrado, de gestión anticipada y con vocación de acuerdos que permitan legitimar a los protagonistas antes, durante y después del dialogo.
Sin dudas que encontraremos detractores allí donde no se apuesta a una evolución para las RRLL, en quienes intentan minar sistemáticamente el dialogo social o pretenden anteponer intereses y necesidades propios de una manera autista o cortoplacista.
No obstante, debemos poner el foco en la recompensa mutua, entendiendo al dialogo social como “vehiculizador” de las decisiones de inversión que permitan crear empleo de calidad, donde impere la legitimación del interlocutor, respetando tanto la seguridad jurídica e institucional como reglas de juego.
Para cerrar, propongo pensar a las relaciones sindicales como al amor: para toda la vida. Así, vale la pena finalizar con la reflexión del escritor uruguayo Mario Benedetti, que enseñara “¿Cuál es el secreto para un largo amor? El diálogo entre las diferencias”.
El autor es socio del estudio Benegas Lynch & Cocorullo