Crece el furor de los argentinos por comprar afuera por el “súper peso”
Aquellos que viajan compran en el exterior alimentos, ropa y tecnología; es un fenómeno “todavía” reducido en volumen, pero podría extenderse si se mantiene el contexto
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CÓRDOBA.- La rueda empezó a girar para el otro lado hace unos meses y ahora son los argentinos que tienen la posibilidad quienes salen a comprar al exterior. El país está caro en dólares, la inflación en moneda dura escaló rápidamente y ahora son los locales los que cruzan fronteras para comprar. El fenómeno no solo se da en Chile o Paraguay, sino que quienes viajan a Europa o Estados Unidos vuelven con valijas repletas de ropa y, en las últimas semanas, agregan repelentes. “Todavía”, coinciden los economistas, es un fenómeno reducido.
Los 40.000 argentinos que en el feriado extralargo de Semana Santa cruzaron a Chile trajeron desde latas de atún a tecnología, incluyendo ropa y más o menos el mismo portafolio de productos. Los que llegan en avión optan, básicamente, por indumentaria, y vuelven a verse varias valijas por persona. La explicación es que una prenda sale un cuarto de lo que cuesta en el país.
Desde el Ieral de la Fundación Mediterránea, el economista Jorge Vasconcelos plantea a LA NACION que la Argentina pasó “sin solución de continuidad de la provincia 25 a la 23″.
El concepto “provincia 25″ surgió en 2022 por el impacto en la recaudación de Ingresos Brutos en las provincias de frontera de la demanda de los vecinos. Obviamente, en el actual ciclo, la dinámica es la inversa.
Para Vasconcelos las compras de argentinos en el exterior se explican por “demanda reprimida” y por la reducción de la brecha cambiaria. Claro que, por el momento, está focalizado en el grupo de consumidores que puede viajar. Enfatiza que lo que sucedió con la brecha durante la gestión de Alberto Fernández resultó extraño. “Fue inédito; esta vez fue un período muy largo de una diferencia superior al 100%, en otros momentos de la historia era más breve porque surgían medidas para resolver el problema”.
Luciana, cordobesa, estuvo en Italia por estudio y antes de regresar a la Argentina compró una computadora a US$700. “La misma acá se paga unos US$2000 si se la consigue a buen precio”, afirma.
Italia no es un país “barato” en términos de tecnología y, aun así, la diferencia es tres a uno. Chile todavía puede ser más económico; una laptop se consigue por US$500 y un teléfono móvil de alta gama por unos US$500 menos que en la Argentina.
Vasconcelos señala que por la postergación del pago de importaciones que continúa, la oferta sigue restringida. “El pago de importaciones en cuatro cuotas de 25%, o la extensión de los plazos hasta los 180 días para cierto tipo de operaciones, medidas que forman parte de los anuncios de la actual administración, introducen incertidumbre sobre el valor de reposición de esa franja de bienes y servicios importados, más cuando en el escenario actual no puede descartarse que las autoridades se vean obligadas, más tarde que temprano, a dejar de lado el deslizamiento del tipo de cambio oficial al 2% mensual”. Insiste en que, de un modo u otro, esa incertidumbre se “filtra tanto en el precio como en las cantidades ofrecidas de los bienes sin disponibilidad automática de divisas para pagar importaciones”.
Por ejemplo, en España -donde hay menos argentinos de turismo que hace unos años-, los que llegan vuelven a ser habitués de cadenas como Primark, Decathlon o Zara. El matrimonio pampeano de Marisa y Guillermo asegura que les conviene comprar ropa, una valija y despacharla. “Esos 160 euros extras ni siquiera completan la diferencia de pagar remeras a 3 euros, jeans a 12 o zapatillas a 40; llevamos para toda la familia y ahorramos”, grafican.
Por supuesto, la compra de repelentes -que cuestan entre seis y 15 euros- es una “novedad” de las últimas semanas. No tiene que ver con el precio, sino con la escasez en la Argentina y quienes regresan los suman a su equipaje.
Damián Di Pace, titular de la consultora Focus Market, indica que en dos meses se revirtió la situación. “Tenemos inflación en dólares, inflación en euros, inflación en la moneda que quieras -precisa-. Y, además, una brecha entre el tipo de cambio paralelo que está en la línea de los $1000 y el turista de $1400, con lo cual muchas veces se hace el trade de pagar con billete y se logra un descuento importante”. Agrega que “todavía” es un fenómeno reducido, pero “se irá expandiendo” si la situación se extiende en el tiempo.
“Lo que muestra es una distorsión macro importante, que es un tipo de cambio retrasado que si se lo mira en términos de los bienes o servicios transables (los que se venden al exterior), es más complicado, en especial en un momento en el que el campo empieza a realizar liquidaciones”, añade. Y advierte que solo una “desaceleración” de la inflación lo puede menguar. “Se está viendo, pero es de corto alcance. En un mes, mes y medio, habrá otra pérdida de competitividad y se verá qué resolución toma el Gobierno”, sostiene.
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