Se trata de las personas que tienen al menos un bitcoin, quienes buscan animar a sus inversores a resistir; cuando les preguntan qué hacer con los bitcoin, responden con un rotundo: “HODL” (que en la jerga criptoniana es una manera de decir “hold”, es decir, aguantar o mantener)
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Por Cecilia Barría
El mercado de las criptomonedas se ha desplomado, con una caída del precio del bitcoin de 67% desde su máximo histórico en noviembre del año pasado.
En Wall Street se han estado deshaciendo de las inversiones más riesgosas, como es el caso de las criptomonedas, en un momento en que la sombra de una posible recesión en Estados Unidos ha movido a los grandes capitales a buscar refugio en activos más estables.
Con la inflación rampante que recorre el mundo, una escalada en las tasas de interés y una desaceleración económica a nivel global que ha sido impulsada por la guerra en Ucrania, el mercado está pasando por un llamado “criptoinvierno”, es decir, un período prolongado de bajos precios de las divisas digitales.
Para echarle más leña a la hoguera, en Estados Unidos se están debatiendo proyectos para regular el sector -algo que afecta las expectativas sobre el precio de las criptomonedas-, mientras aparecen cada vez con más frecuencia fraudes y negocios poco transparentes que se han ido a la quiebra.
Uno de los casos que mayor impacto ha causado en los últimos meses ha sido el colapso de la divisa digital Luna que dejó en la calle a cientos de personas que apostaron su dinero en busca de una gran rentabilidad, y al final vieron con impotencia cómo se esfumaba frente a sus ojos.
Para Edward Moya, analista de mercado senior de la firma consultora Oanda, el gigantesco aumento de la inflación ha jugado un papel clave en la caída de los precios.
“Las criptomonedas se desplomaron después de que la inflación persistente desencadenara una ola de ajustes agresivos de los bancos centrales que llevó a los activos de riesgo a caer con fuerza”, le dice a BBC Mundo.
También influyó la respuesta desesperada de los grandes inversores institucionales que mueven enormes cantidades de capital.
“La venta de pánico aceleró la recesión de las criptomonedas después de que todo el dinero institucional que entró al espacio de las criptomonedas en 2021 vio sus inversiones recortadas”, argumenta Moya.
Con todo el viento en contra, existen “criptodevotos” o “criptoevangelistas” que están convencidos de que el actual colapso -particularmente del bitcoin- es parte de uno de los ciclos de subidas y bajadas que han estado presentes desde que la divisa digital salió al mercado en 2009.
“No estamos vendiendo”
Su argumento clave es que en el largo plazo, un bitcoin valdrá cientos de miles de dólares, razón por la cual este ciclo bajista no es más que una parte de la gran escalada.
Que el precio actual del bitcoin sea menos de un tercio de lo que llegó a valer hace tan solo unos meses no es una señal de que la burbuja reventó, aseguran.
Ellos son los que le dicen a quien quiera escuchar: we are not selling (“no estamos vendiendo”), como si se tratara de un grito de guerra.
Como una cofradía que quiere animar a sus miembros a resistir, cuando les preguntan qué hacer con los bitcoin, responden con un rotundo: “HODL” (que en la jerga criptoniana es una manera de decir “hold”, es decir, aguantar o mantener.
El término “HODL”, siempre escrito con mayúscula en las redes sociales, aparentemente tendría su origen en un foro de Bitcointalk, cuando un usuario escribió “I AM HODLING”, con falta de ortografía, dando lugar a una de las expresiones más conocidas en el mundo cripto.
Eso es precisamente lo que están haciendo algunos “inversores camarón” y algunos “inversores ballena”: resistiendo la tentación de vender, o sea, HODLING.
Los camarón y los ballena
Siguiendo en el mundo de la jerga criptoniana, no todos los que forman parte de este universo están dentro de la misma categoría.
Los camarón son aquellos que tienen menos de un bitcoin (que por estos días vale alrededor de US$23.000).
Los ballena son aquellos que tienen más de un bitcoin en su portafolio de inversiones y los mineros son los encargados de generar los bitcoin utilizando potentes redes de computadores que funcionan con la tecnología blockchain (o cadena de bloques), como lo explica el centro de análisis de criptomonedas Glassnode.
James Check, analista jefe de Glassnode y ferviente defensor de las criptomonedas, dice que, pese a las vicisitudes del mercado, existen inversores camarón y ballena que han seguido comprando bitcoin en 2022.
Especialmente los camarón, considerados como inversores minoristas.
Within the extremely challenging #Bitcoin market conditions of 2022, there are three entity cohorts with very interesting dynamics:
— glassnode (@glassnode) June 29, 2022
- Shrimp < 1 $BTC are stacking 🟦
- Whales > 1k $BTC are stacking 🟦
- Miners are distributing 🟥
A thread exploring these entities 🧵1/4 pic.twitter.com/rxYcNxausS
“Bitcoin es un activo único en que gran parte de los que tienen una alta convicción en este dinero inteligente son minoristas”, argumenta en diálogo con BBC Mundo.
Esto se debe en gran medida, agrega, a que desde que se creó el bitcoin y durante el tiempo que comenzó a crecer fueron los camarón los que compraron la divisa digital, es decir, individuos comunes, más que millonarios o fondos institucionales.
Otras razones tienen que ver con que ha aumentado la educación sobre la divisa y con que, desde su punto de vista, hay datos transparentes sobre el mercado.
“El pequeño inversor está dispuesto a soportar cualquier caída, mientras que es más probable que el ballena abandone el barco, si piensa que existe un período prolongado de presión a la baja sobre el criptomercado”, argumenta Moya.
“El criptoinvierno podría terminar en estos meses o a principios de 2023, pero hasta ahora, tanto los pequeños inversores como los ballena parecen decididos a aferrarse a sus criptomonedas”, apunta el economista.
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