Diciembre comenzó con una ola gélida que ha dejado las temperaturas por debajo de cero en gran parte del país
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Danielle Garside tiene 32 años y es madre soltera de dos niños. En las últimos meses, mientras busca trabajo, ha comenzado a refugiarse en un “banco de calor” de la localidad de Coventry, a casi 3 horas en coche desde Londres.
Vive con la suma de varias ayudas sociales que le da el Estado, pero sus hijos han notado recientemente que no puede costear las cosas con normalidad. Y es que ahora, con la inflación desatada, más de la mitad de sus ingresos mensuales los utiliza para pagar la factura de gas y electricidad.
“A veces tengo miedo de encender las luces”, le dijo al Servicio de Informes sobre la Democracia Local (LDRS). “No sabes cuánto te costará. Estoy bastante preocupada por el frío que ha hecho algunas noches y esto solo empeorará”.
El inicio de diciembre se ha saldado en Reino Unido con una ola gélida que ha dejado las temperaturas por debajo de cero en gran parte del país.
“Es muy periodo muy difícil sobre todo ahora que llega la Navidad”, dijo. “Tuve que explicarles a los niños que este año no podremos gastar mucho”. Danielle le contó a la BBC que paga alrededor de US$62 a la semana en energía y que el estrés está afectando su salud mental.
El mes pasado su proveedor desconectó a la familia, dejándolos sin electricidad durante dos días. Lo que vive Danielle se está volviendo más común entre las familias con menos poder adquisitivo de Reino Unido. La crisis energética, la inflación de doble digito y un invierno crudo han provocado que muchos no puedan hacer frente a las facturas.
En este contexto han ido apareciendo un número cada vez mayor de los llamados “bancos de calor” en todo el país. Estos espacios generalmente se encuentran en un edificio con calefacción al que los ciudadanos pueden acudir durante el día para estar calientes sin que se disparen las facturas de energía de sus hogares. Vienen a ser como una “sala de estar” en un centro comunitario.
Es un “espacio digno para reunirse y mantenerse caliente”, dice Fiona Tobin, secretaria de una asociación comunitaria en la localidad de Sunderland. Su centro ha comenzado a recibir más visitantes de lo habitual. Danielle se ha vuelto asidua a uno de ellos y con eso consigue ahorrar en las facturas de energía de su casa. En otras zonas se han puesto en marcha medidas muy similares que tienen como objetivo mantener a la gente caliente.
Sopa caliente
El ayuntamiento del pueblo Mosterton, por ejemplo, reparte sopa caliente todos los jueves entre quienes se acercan al edificio público.
“Cualquiera puede venir y tomar sopa casera y un panecillo. Pueden quedarse todo el tiempo que quieran para mantenerse calientes. Esto además les ayuda a sentirse menos aislados o solos”, dice Jeanette Snook, vicepresidenta del comité que organiza la iniciativa.
Dice que la gente que acuden son desde padres jóvenes con hijos hasta ancianos, incluidas muchas personas que viven solas.
“Idealmente no deberíamos tener que recurrir a ofrecer espacios cálidos para las personas”, dice, pero agrega que “es una oportunidad para que se reúnan y conversen. También les da a las personas un respiro”.
Ruth Forsythe ayudó a establecer un espacio cálido en un centro de bienestar en Langside Church, en Glasgow, tras decidir que quería hacer algo para ayudar a las personas que atraviesan dificultades este invierno.
“Somos un proyecto de bienestar que ya está abierto a la gente todos los días, con un programa de actividades”, dice.
Hicieron una encuesta y encontraron que más de 50 personas de la zona estaban interesadas en usar un espacio cálido durante al menos un par de horas al día.
Esperan permanecer abiertos toda la semana para aquellos que no pueden permitirse el lujo de calentar sus hogares mientras trabajan. “Las personas que trabajan desde casa pueden venir aquí. Tenemos cargadores, escritorios y sillas. Vamos a poner sofás y proporcionaremos periódicos, junto con té y café”.
El costo de vida aumentó en Reino Unido un 10,1% en los 12 meses hasta septiembre, la tasa más alta en 40 años, impulsada por fuertes aumentos en los precios de la energía y los alimentos.
Reino Unido es un gran importador de petróleo, gas y carbón, lo que representa alrededor de un tercio de sus necesidades totales, por lo que está muy expuesto a los crecientes precios mundiales de la energía. Otros elementos de vulnerabilidad de Reino Unido incluyen una mayor proporción de alimentos importados.
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