Qué se aprende de los viajes a Marte y cómo será el transporte que tendrá éxito en el futuro
El creativo Carlos Bayala y el ingeniero maker Alejandro Repetto hablaron sobre los desafíos que plantea el nuevo mundo y responden cómo se resignificará el uso de los vehículos
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En un paisaje típico de Londres. El cielo está gris, llueve. Carlos Bayala, que hace años reside en la ciudad europea, tenía que ir a buscar a su hijo al colegio. Una bicicleta eléctrica estaba en la vereda, casi esperándolo para que lo eligiera como transporte. Y así lo hizo. La desbloqueó con el celular y salió a pasear bajo las gotas de lluvia. “No era el mejor día para tomarla, me empapé, pero lo hice porque estaba disponible de una forma sencilla. Este es uno de los grandes secretos de los próximos pasos de la movilidad. No necesariamente pasará por las opciones más convenientes sino por las más fáciles y rápidas en la decisión. Eso va a definir a los transportes que tendrán éxito de los que no”, explicó.
Bayala tiene un currículum que prueba su talento. El argentino, un emprendedor serial, es asesor de comunicación de la NASA, de la Agencia de la ONU para los refugiados y del proceso de pacificación de FARC en Colombia. Fue socio fundador de la agencia creativa Madre, lideró Nike Fútbol a nivel mundial y es fundador y director creativo de New Creative Sciences, entre otras experiencias.
En un mano a mano con José del Río, secretario general de redacción de LA NACION, el referente conversó sobre la movilidad que viene durante la primera edición del evento “Movilidad: los desafíos de una era autónoma y sustentable”.
“Me resulta sumamente fascinante el comportamiento en transiciones. Porque la innovación siempre es tomada como una especie de ir para adelante, pero yo diría que es más como una especie de elástico. En general, antes de las grandes innovaciones, se producen efectos paradójicos, donde muchas ideas del presente se descartan porque se consideran no funcionales. Entonces, se vuelven a determinadas ideas, mientras que otras se prueban y sí van para adelante”, consideró.
En línea con la innovación, Bayala explicó que una de las ideas que más le fascina de la NASA es la concepción que tienen de cara al futuro. “Nosotros como especie no vamos a sobrevivir más de 50 años si no encontramos una manera de dejar de funcionar como monoplanetarios”. Asegura que este es un comentario recurrente que escucha en los pasillos.
La posibilidad de habitar la luna se imagina, también “se habla muy seriamente” de la estación satelital lunar. En el mientras tanto, un trabajo seguro en el que está trabajando en conjunto con la NASA es el programa Artemis, la primera misión habitada por dos astronautas mujeres que viajarán a la luna en el cohete más grande de la historia.
Otra imagen sacada de las películas de ciencia ficción son los vehículos voladores. ¿Son posibles? Claro que sí, pero para Bayala entran en juego otras barreras, que determinarán si tendrán éxito en un futuro o no. Por un lado, la energética, es decir si tienen la capacidad de volar sin gastar una cantidad extraordinaria de energía. Por el otro, si será culturalmente aceptable la polución visual, sonora e incluso dinámica que puede generar en su entorno.
“El tercer punto y final, es la redistribución demográfica que vamos a tener. ¿Las ciudades van a seguir siendo más grandes o van a empezar, de manera sutil en un principio y luego más dramático, a desintegrarse, redistribuirse la población? Con la crisis del Covid, mucha gente redescubrió su manera de vivir en otros lugares y no en los suburbios, sino a kilómetros de distancia”, proyectó.
En base a esa idea, desde su compañía New trabaja en un proyecto de habitabilidad urbana en Chacarita. El objetivo es generar la mayor cantidad de utilización de recursos, tareas y recreación en la menor área de superficie. “Es más parecido a como eran las comunidades en la edad media, con un radio máximo de 3,4 kilómetros a la redonda, en el que la acción se desarrolla a no más de 10 cuadras, extensión en donde la gente pueda encontrar todo lo esencial sin que le resulte aburrida esa realidad”, explicó.
Para cerrar, y con una mirada desde el exterior, Bayala sostiene que la Argentina está bien encaminada en la creación de bicisendas, pero que todavía le resta por comprender la matriz energética no como un lujo, sino como una necesidad. “Hay una idea impositiva incluso, en la que comprarte un auto eléctrico es un esnobismo cuando es una necesidad desde el punto de vista de respirabilidad de una ciudad”, finalizó.
Para qué sirven los viajes a Marte
El futurismo se convierte en presente con nuevos avances de la tecnología. Alejandro Repetto, fundador y CTO de Inipop fue otro de los disertantes del encuentro. “Cuando enviamos robots a Marte tenemos que enfrentar un montón de desafíos como por ejemplo el tiempo que tarda la comunicación. Por eso tienen que ser autónomos y capaces de tomar decisiones. Para que eso suceda, se desarrollaron un montón de tecnologías en esa exploración, como cuestiones de inteligencia artificial”, explicó el ingeniero maker, diseñador de futuros certificado por el Institute for the Future (Palo Alto, California) y Alumni de Singularity University.
La tecnología espacial no se queda fuera de la estratósfera. Los avances que se gestan para el descubrimiento de lo que está fuera del planeta se terminan volcando a los elementos de uso terrenal. Es el ejemplo de la autonomía en los vehículos o el uso de energía.
“En el auto que tiene que llegar de un punto a otro sin que un humano tenga que tomar la decisión de ultima milla, usamos las tecnologías que se están usando en la exploración del espacio. A través de ello aprendemos, son lugares mas seguros para probar”, comentó el especialista.
Las ciudades, en ese sentido, se tendrán que adaptar a la capacidad de tomar decisiones automatizadas de los nuevos vehículos. También cambiarán, según Repetto, debido a la necesidad de moverse menos en auto por la cercanía de servicios que se trasladan a lo barrial. De acuerdo con su visión, se potenciarán los transportes de cosas, en vez de personas.
“Me gusta hablar más de preguntas que de respuestas. ¿Cómo se resignificará el vehículo? ¿Vamos a necesitar movernos en distancias grandes como para que sea necesario un auto? ¿O las ciudades se achicaran y habrá más eventos virtuales? ¿Vamos a necesitar la movilidad o se moverán más bienes que personas?”, se preguntó.
El especialista apuntó a que habrá menos cantidad de autos por habitante por fenómenos como el carpooling. Imagina calles más chicas y plazas más grandes. Las ciudades deberán poder soportar la carga de energía eléctrica para los nuevos autos.
“También deberá repensarse la industria. Si los autos son autónomos y robots, no tienen tanta posibilidad de accidente. Hay que pensar qué pasara con los seguros y los garajes. Los chapistas, la pintura y el retoque. Hasta los pagos y la comercialización y los bancos”, dijo.
“Volviendo a marte, no se si los robots nos ayudaran a conquistar el planeta rojo, pero nos están ayudando a conquistar nuevas tecnologías, digerirlas e implementarlas”, concluyó.
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