Qué quieren Cristina Kirchner, Alberto Fernández y Sergio Massa, según Martín Redrado
El economista dijo que ninguno de ellos quiere defaultear con el Fondo Monetario Internacional; agregó que se podrían movilizar inversiones financieras de corto plazo, “con las que hay que tener cuidado”
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Para el economista Martín Redrado, para saber hacia dónde se va “hay que escuchar a tres” de la coalición gobernante: la vicepresidenta Cristina Kirchner, el presidente Alberto Fernández y el titular de la Cámara de Diputados, Sergio Massa. “Ninguno de ellos quiere defaultear con el Fondo Monetario Internacional (FMI); los tres principales accionistas de la coalición gobernante tensarán la cuerda, pero, finalmente, van a acordar”.
Sobre qué tipo de acuerdo habrá, lo definió como “light, con metas plurianuales, despejará el horizonte de pagos y podría traer inversiones financieras de corto plazo con las que hay que tener cuidado”.
En una charla para clientes del Banco Galicia, el expresidente del Banco Central y titular de la Fundación Capital deslizó que ha mantenido “conversaciones” con esos dirigentes y por eso su convicción de que no habrá default. En esa línea ratificó que los US$4334 millones de DEG girados por el Fondo ayer se usarán para pagarle al organismo.
Planteó que si se toma como premisa básica que la Argentina acordará con el FMI, en el primer trimestre habrá que presentar un programa al organismo. “Siempre hemos ido al Fondo a terminar el programa con ellos y habitualmente lo que pide es ajuste fiscal y cambiario. La clave es ir con un programa de estabilización y transformación productiva que después sea aprobado por ellos”, dijo.
Sobre las chances de que haya un plan con esas características en 2022, la subordinó a acuerdos políticos, a medidas que sean avaladas con leyes. “El camino es un plan, leyes y un equipo que devuelva confianza al peso. La dolarización es una solución extrema que no existe en la Argentina. Un solo elemento no nos puede salvar”, dijo.
“Los dos riesgos que hay que minimizar son el cambiario y el inflacionario”, señaló, y subrayó que toda política económica debe generar “impulsos al consumo, a la inversión y a las exportaciones”. Y completó: “La inversión llega cuando se le da una hoja de ruta sobre dónde estarán las principales variables económicas en los próximos años”.
Admitió que el “push” dado al poder de compra antes de las elecciones tiene un efecto limitado en la recomposición salarial, que viene cayendo desde 2018 y que recién en este segundo semestre tiene una leve mejora. “Vamos a tener un veranito de consumo en septiembre y octubre, pero estará atado con alambre; es un efecto de corto plazo”, opinó.
Sobre el riesgo inflacionario, indicó que es “creciente” hacia 2022 y marcó a los subsidios como “el tema a abordar” en el corto plazo. También definió al primer trimestre del próximo año como “desafiante” en términos de vencimiento de deuda y sostuvo que -en función de los acuerdos del FMI con otros países con brecha cambiaria- el Fondo no pedirá déficit cero, sino una reducción paulatina. “La clave será cómo se genera confianza y cómo se baja el techo de la brecha cambiaria”, sintetizó.
Después de las PASO espera una aceleración de las devaluaciones del dólar oficial, que podrían pasar del 1% mensual al 3% y “algo más” en los últimos meses. “El tipo de cambio oficial está como en 2011, no está desequilibrado. Nadie vendería dólares a $180 porque el problema es de confianza, de expectativas”, dijo.
Política cambiaria
Respecto de la política cambiaria, Redrado afirmó que la brecha no se reduce porque el enfoque está en las restricciones. En este segmento de la charla, dijo hablar no como analista sino como “hacedor de políticas públicas” y apuntó que es clave “incentivar la oferta de divisas”.
Según sus cálculos, las reservas netas del Banco Central al 12 de este mes son US$6100 millones, el monto incluye el oro, pero no los DEG que llegaron ayer; a diciembre -calculando la dinámica de ingresos y salidas- serían US$3500 millones.
Repasó que el resultado de las restricciones es que bajan las reservas, aparecen otros dólares y sube el informal: “Se están poniendo parches en la cañería y lo que hay que hacer es cambiarla”.
La Fundación Capital estima que a fin de año la deuda del Banco Central alcanzará los $8,3 billones, número que tiene relación con la necesidad creciente de pesos de la economía. Respecto de cuánto de la deuda en pesos se debería “rollear”, la proyección es del 126% del total para que no haya efecto monetario.
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