¿Qué promete la ‘guía hacia el futuro’?
Érase una vez una Reserva Federal de Estados Unidos cuyas decisiones eran fáciles de explicar. Para frenar la economía, subía las tasas de interés. Para acelerarla, las reducía. Todo lo demás eran meros detalles.
Entonces, en 2008, la Fed redujo las tasas de interés a corto plazo a cero y descubrió que eso no era suficiente para conseguir que la economía arrancara. Así que se puso a comprar bonos a largo plazo; muchos.
La idea era apuntalar la economía al presionar a la baja los intereses a largo plazo, incluidas las hipotecas, y ahuyentar a los inversionistas del refugio de los bonos soberanos en favor de activos más arriesgados, como acciones y deuda de empresas, para que éstas pudieran invertir y contratar más.
Ahora, la Fed está enfatizando una nueva estrategia: influir sobre empresas, consumidores y mercados con promesas de mantener las tasas de interés a corto plazo bajas en el futuro próximo. Esto se conoce como "guía hacia el futuro".
Hay algo en la política monetaria que requiere de metáforas. Y el presidente de la Fed, Ben Bernanke, dice que la clásica del freno y el acelerador ya no funciona.
"Los efectos de la política monetaria hoy en día dependen significativamente… de las expectativas del público sobre cómo evolucionará la política", dijo en un discurso esta semana. "Es como si la velocidad actual del auto dependiera de lo que el propio auto espera que haga el conductor en el futuro".
La Fed siempre —de manera explícita o implícita— ha intentado influir sobre las tasas a largo plazo. Esta herramienta se volvió mucho más importante cuando las tasas a corto plazo llegaron a cero. Ahora está por cobrar todavía más relevancia.
En algún momento, puede que en los próximos meses, la Fed empezará a desmantelar su programa de compras de bonos por valor de US$85.000 millones al mes. Sin embargo, insiste en que no quiere que los mercados interpreten eso como una señal de que se está preparando para subir las tasas de corto plazo en el futuro próximo. También quiere evitar que las tasas a largo plazo se disparen, tal como ocurrió cuando empezó a coquetear con la idea de reducir su paquete de estímulo este año.
El uso de la guía hacia el futuro, cada vez más popular entre los bancos centrales de todo el mundo, es delicado.
Primero, hay muchos cabos sueltos. En palabras del ex funcionario de la Fed Peter Fisher, los mercados están tratando de entender (1) qué llevará a la entidad a reducir sus compras de bonos, (2) con qué rapidez actuará, (3) cuándo dejará de comprar bonos, (4) cuánto esperará para subir las tasas de interés a corto plazo y (5) con qué rapidez subirán las tasas.
También está la cuestión de si la Fed vincula sus planes al calendario o a los indicadores económicos. En diciembre de 2012, intentó y abandonó lo primero; ahora está probando lo segundo pero concluyendo que la opción de los indicadores es difícil, en parte porque considera la obvia tasa de desempleo como un termómetro engañoso del mercado laboral.
En segundo lugar, la Fed ha demostrado que su legión de inteligentes doctores en economía no ha logrado descifrar los mercados. Si la política económica depende de influir sobre las expectativas del mercado, entonces la Fed tiene que entender mejor cómo se comportan los corredores e inversionistas.
En tercer lugar, la guía hacia el futuro viene en dos variedades, y la Fed no ha dejado claro cuál utiliza. Michael Woodford, economista de la Universidad de Columbia, distingue entre el enfoque "Délfico" y el "Odisiaco".
La Fed puede –y de hecho, lo hace— decir: esto es lo que prevemos hacer con las tasas si la economía tiene el desempeño que anticipamos y este es nuestro mejor intento de proporcionar un pronóstico. Si los datos entrantes nos llevan a modificar nuestra previsión, se sabrá instantáneamente cómo cambiará nuestro plan para subir los intereses. Woodford lo denomina el enfoque Délfico, en referencia al ambiguo oráculo griego. Ayuda a dispersar cualquier confusión sobre la manera en que la Fed planea reaccionar a los cambios en la economía, pero eso es todo.
En contraste, la Fed puede adoptar lo que llama la guía Odisiaca, en la que se ata las manos al mástil como hizo Odiseo para evitar tirarse al mar al oír el canto de las sirenas. En esta versión, la Fed se compromete a mantener las tasas cerca de cero al menos hasta alcanzar alguna meta que se haya fijado, como el nivel de desempleo de 6,5% que adoptó el año pasado.
Woodford argumenta que en momentos como el actual, este último enfoque puede ser más potente.
La Fed contempla (nuevamente) cambiar su manera de expresar sus promesas públicas. En esencia, está tratando de decidir hasta qué nivel está preparada para ser Odisiaca.
Y es difícil porque esto funciona sólo si es respaldado por un consenso duradero y eso es algo que en el banco central de EE.UU. siempre ha brillado por su ausencia.
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