Que las prepagas no terminen como las AFJP
Todo es mejorable, esa no es la cuestión. La cuestión es si quien puede modificar la realidad está en condiciones de mejorarla. Julián de Pablo la tenía clara, porque tanto a mi hermano como a mí nos decía que a veces el remedio es peor que la enfermedad.
¿Integrar la salud pública, las obras sociales sindicales y las clínicas y sanatorios privados en una sola institución? Las propuestas nunca se dan en el vacío ni las implementan robots. Los antecedentes del actual gobierno en materia de conseguir vacunas, distribuirlas de manera discrecional, cuando no arbitraria, junto a las explicaciones de lo que está sucediendo en el mundo, y en Argentina, como consecuencia del coronavirus, no son precisamente tranquilizadores.
Pero este no es el único antecedente. En setiembre de 1993 una ley creó las Administradoras de Fondos de Jubilaciones y Pensiones (AFJP), que posibilitaron que los seres humanos nos planteáramos cómo financiar los gastos de los últimos años de nuestras vidas como parte de nuestros propios problemas. Pues bien, en febrero de 2007 otra ley posibilitó que quienes habían optado por el sistema privado, pudieran volver al sistema público. Como a pesar de las presiones del gobierno, y de algunos sindicatos, por lo menos el 90% se mantuvo dentro del sistema privado, en noviembre de 2008 una ley dispuso el traslado de manera obligatoria.
¿Debemos, quienes habíamos optado por la jubilación privada, agradecerle al gobierno de turno que contra nuestra voluntad nos haya librado de las “garras” de las AFJP? A propósito: después de un juicio que duró 9 años recuperé apenas 20% de los aportes voluntarios que había realizado; así que a mí no me vengan a contar quién fue que me estafó.
Defendamos la medicina prepaga y las obras sociales que funcionan para que en el plano de la salud no ocurra lo mismo que en el de las jubilaciones y pensiones. Y estemos atentos, porque tanto el sistema privado como el sindical pueden ser asfixiados si junto a los obvios aumentos de los costos, no solamente producto de la inflación sino también del coronavirus, demoran los aumentos de las cuotas de quienes aportan al sistema.
No puedo dejar de plantear un último interrogante: si tanto despotrican contra la medicina prepaga, ¿por qué, cuando tienen problemas de salud, sistemáticamente los integrantes de la familia Kirchner se atienden en sanatorios y clínicas privadas?
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