Qué clase social ajustó más en la era Milei y cómo está hoy la pirámide
Este sector de la sociedad comenzó a reducir gastos por encima del promedio general en el bimestre abril/mayo, según un relevamiento privado; para ser considerada de clase alta, una familia tipo debe tener un piso de ingresos mensuales de casi $3 millones
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Las clases media y baja son las que más sintieron el impacto de la inflación y el plan de ajuste del gobierno de Javier Milei durante el primer tramo del año. Como consecuencia directa, el recorte de gastos suntuarios de esos sectores, un fenómeno que se viene profundizando desde 2018, oscila en sus valores máximos, según el último informe de “Social Mood” (humor social) de la consultora Moiguer al que accedió LA NACION. La clase media comenzó a presentar niveles de ajuste por sobre el promedio en el bimestre abril/mayo de este año, señala el estudio.
Cuando se les preguntó a los encuestados qué consumos hedónicos había realizado en los últimos 30 días (salidas, compra de indumentaria, de tecnología y electrodomésticos, o uso de servicios de delivery), el 53% y 57% de los integrantes de las clases media-baja y baja, respectivamente, dijeron “ninguno”, por encima del promedio general del 51% que ya era el nivel del último semestre de 2023 y que se mantiene en el arranque de este año.
El hecho de que el consumidor en general se muestre fuertemente restrictivo -aunque menos, las clases alta y media alta también recortaron gastos (el 28% y 35% de los consultados dijo no haber hecho consumos hedónicos el último mes)- impacta en todas las categorías y canales. De acuerdo con el relevamiento, las caídas de consumo entre el primer trimestre de 2023 y de este año fueron, según las categorías, de 45% en electrodomésticos; 32% en insumos de la construcción; 30% en despachos de cemento, autos 0 km e indumentaria; 27% en motos; 25% en shoppings; 13% en farmacias y 12% en combustibles, entre otras.
De allí que, con este panorama, Moiguer afirma que “la caída del poder adquisitivo marca la agenda”. El 54% de los consultados considera que la capacidad de consumo de su hogar es peor o mucho peor que la de hace un año; el 72% considera que los ingresos de su hogar están por debajo de la inflación; el 55% declara que posee deudas; el 56% debió utilizar ahorros para pagar gastos del presupuesto cotidiano y el 39% horas de trabajo o comenzó un negocio propio para sumar más ingresos.
Y, como anticipó LA NACION, el 46% de los encuestados dice que necesita que la situación económica comience a mejorar y que no puede esperar, por lo que hay un reclamo de que se tomen medidas de alivio que, en muchos casos, no forman parte del manual libertario. Por ejemplo: se pide establecer una canasta básica de productos con precios regulados y accesibles; subsidios a la luz y el gas (justo cuando el Gobierno los está retirando para los segmentos medios y bajos (N3 y N2); aumento de la jubilación mínima, subsidios al transporte y programas tipo Precios Cuidados.
Todo esto se da en un contexto de creciente preocupación por el empleo. El 50% considera que tendrá una situación laboral inestable en los próximos seis meses.
El factor tiempo parece ser importante, ya que se mantiene la esperanza a futuro y la evaluación negativa de la situación del país viene disminuyendo (se ubicó en 58% en abril-mayo respecto del 64% del primer trimestre), mientras que la positiva viene subiendo levemente (49% a 50%).
Qué ingresos tiene cada clase social
Por otro lado, Moiguer actualizó los ingresos mensuales de la pirámide social que releva regularmente, cuya estructura se mantuvo estable desde la última medición. La clase baja representa el 56% de la población; la clase media, el 39% y la clase alta, el 5%.
El piso de ingresos familiares para pertenecer a la clase alta (ABC1) es de casi $3 millones ($2.927.206); para la clase media alta, de $1.408.347; para la clase media baja, de $705.535 y para la clase baja, de$519.412, con un promedio de $330.189 mensuales. La línea de la pobreza para el trimestre fue calculada en $828.157 para una familia tomando distintos parámetros de la EPH del Indec, el RIPTE, el Observatorio de la Deuda Social de la UCA y el tipo de cambio blue promedio en abril/mayo pasados.
“La Argentina vive un revulsivo muy fuerte en toda su estructura de niveles socioeconómicos. Todas las clases se están resignificando, todos los niveles. Tenemos que dejar un poquito más que pase este ajuste de precios relativos; de efectos salariales, de distribuciones de ingreso y de trabajo, y de modelo productivo respecto de las pymes, respecto de las grandes compañías, del agro y de la minería en términos regionales, para terminar de entender movimientos dentro del peso de cada clase”, explica Fernando Moiguer, economista y CEO de la consultora.
“Suponemos que por lo menos un semestre más va a requerir tratar de entender cómo terminan las clases y sus pesos. Por lo tanto, esto hasta acá se mantiene tal cual veníamos pre-ajuste. Dentro de cada uno de los niveles sí hay algunas cosas que ya son notables. La primera es que comienza a haber mucha dispersión en lo que nosotros llamamos clase alta: tiene un promedio de 2500 dólares, y en su techo declarado es mucho más, está en los 5000 dólares. Es decir, hay una relación punta a punta que supera el 100%”, agrega.
Por último, señala que “a medida que vamos bajando en los niveles socioeconómicos, esta brecha, esta distancia, se va achicando notablemente para llegar a ser ínfima cada vez que llegamos abajo. Hay un 55% de pobres en nuestra estructura, es decir, la mayoría de nuestro país es pobre. Y esto, establemente, se da por primera vez. Tuvimos picos en el 2012, que rápidamente se recuperaron; hoy tenemos una mayoría de país pobre y no hay ningún vector que exprese mejora de salario relevante en esos segmentos, ni exprese crecimiento de la empleabilidad. Por lo contrario, está profundizándose la caída salarial junto con la pérdida de trabajo y el imaginario de pérdida de trabajo, que también es otro freno. Lo más probable es que estos valores se mantengan por un determinado tiempo”.