Pusieron US$500 y hoy facturan US$200.000 a países de todo el mundo
Cuatro hermanos de ascendencia holandesa crearon un emprendimiento que les permite combinar sus gustos con la libertad financiera
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CORDOBA. Los cuatro hijos de una familia de ascendencia holandesa encontraron en el mate un emprendimiento que viene creciendo desde 2010, cuando arrancaron con una inversión de US$500 en la página web. Hoy venden al exterior unos 50.000 al año (alrededor de US$200.000) y, además, atienden el mercado interno, que se ha convertido en su fuerte. Diseñan los productos y los hacen fabricar.
Jason Kraayenbrink es el director de Marca, el que le da vida a la visión de Un Mate; Matthew, el encargado del desarrollo del mercado local mayorista; Jonathan el del mercado europeo y Jeremy, el embajador global. Así se repartieron las tareas los hermanos que, al comienzo, no pensaban en comprar y vender, sino en ser intermediarios (traders) de productos como carne, carteras de cuero y yerba.
“Queríamos hacer una ‘empresa a medida’, que nos diera libertad financiera para vivir como nos gusta; poder movernos, dedicarnos a lo que disfrutamos”, dice Jeremy Kraayenbrink a LA NACION. En ese entonces Jonathan estaba de viaje en Europa -a donde ahora vive- y un importador polaco de accesorios de té le pidió mates. “Vimos que era una oportunidad y empezamos por ahí”.
El polaco les pidió, para empezar, 100 bombillas. Con el tiempo le empezaron a vender mates –”había tenido una mala experiencia y hubo que recomponer su confianza en la Argentina- hasta alcanzar los 10.000 o 15.000 por años. En este caso, los quiere de calabaza. Las bombillas las terminó proveyendo China. En Polonia tienen un centro de logística desde donde llegan a unos 60 países.
“A medida que seguimos trabajando nos pusimos más sofisticados -agrega Jeremy Kraayenbrink-. Vendemos a Lituania, Taiwán, Sudáfrica, Republica Checa y Estados Unidos. El último país en el que empezamos a comercializar fue la Argentina”.
Cada mercado tiene sus demandas; por ejemplo, Polonia pide el de calabaza más grande. Es que lo llenan la mitad con yerba y lo van cebando en el dispenser de agua. Los taiwaneses piden para regalo, cincelados, con bombillas de plata e incrustaciones; los lituanos compran el de tamaño mediano y tienen preferencia por los de palo santo.
Fueron construyendo el negocio y la marca, buscando clientes alrededor del mundo, relacionándose con las representaciones argentinas en diferentes países y con importadores de productos locales. Insisten en que el primer cliente es siempre el más difícil de conseguir.
Desde la empresa explican que primero, en general, los de afuera buscan “arraigarse a la cultura” y después van mutando, por eso la inclinación por los más tradicionales. La decisión de focalizarse afuera fue porque uno de los hermanos estudió Comercio Exterior y otro Ciencias Económicas.
“Empezamos con un producto donde teníamos ventajas competitivas y habilidades. El mate nos encontró a nosotros, esa es la verdad. Fuimos creando una comunidad en las redes sociales, generando interacciones, lazos”, describe el emprendedor. Cuentan con más de 150.000 seguidores.
Ahora el mercado local representa el 90% de las ventas. Se definen como “referentes” en el sector en la Argentina y están preparando novedades: lanzarán una serie de productos nuevos todos asociados al mate y, en marzo o abril, presentarán un mate “creación propia, muy innovador”.
Jeremy Kraayenbrink es autor del libro “Del querer al hacer”, donde además de contar la historia del emprendimiento, ofrece algunas herramientas simples a otros emprendedores.