Decidir las compras con conciencia y responsabilidad
Con las restricciones impuestas por la cuarentena y con los cuidados específicos que cada hogar decide tomar, bien vale la pregunta: ¿estamos comprando éticamente? ¿qué deberíamos analizar para ser más responsables y solidarios en esta época? Hay varias consideraciones éticas y prácticas para pensar, a la hora de comprar online durante y también después de esta pandemia, ya que muchos de los hábitos probablemente se prolonguen en el tiempo. Y tal vez no seamos 100% conscientes del efecto que el comercio electrónico tiene y tendrá sobre la economía, el trabajo, el ambiente y las ciudades.
Si bien las recomendaciones respecto de quedarnos en casa y mantener distanciamiento social parecen ir en línea con la idea de pedir productos por delivery para evitar la circulación innecesaria y el eventual contagio, existen algunas cuestiones que emergen a raíz de las condiciones de trabajo de los repartidores. Desde hace un tiempo, en el mundo se viene hablando de cómo este tipo de trabajo, muchas veces informal, tiene implicancias no positivas sobre los trabajadores, pero ahora hay que sumar el tema sanitario.
¿Cómo saber si las empresas están tomando los recaudos necesarios para cuidar a sus empleados? En las primeras semanas de cuarentena el tema se debatió con intensidad en las redes sociales, y la publicación The New Yorker creyó necesario dedicarle una tapa a los valientes repartidores de Nueva York, ya que se consideraba que los trabajadores que debían hacer los repartos eran los más expuestos en la línea de contagio. Con el pasar de los días, barbijos obligatorios y guantes se fueron imponiendo. Por otro lado, como señala una editorial sobre el tema publicado en The Atlantic, los trabajadores de la gastronomía en toda la extensión de la cadena (personal de cocina, cajeros, repositores y repartidores) ya están por la naturaleza de su trabajo -esencial y de atención al público- expuestos mucho más que otros, y su riesgo de contagio no depende directamente de nosotros y de lo que decidamos hacer.
Otro tema a tener en cuenta es cómo un pedido que hacemos puede repercutir en forma directa sobre la economía de los locales pequeños y medianos que no tienen mucha espalda económica y que, ciertamente, no estaban preparados para afrontar esta crisis. Por eso, se ha extendido la recomendación de la compra local, a favor de pequeños productores y de negocios de barrio. Una manera de ayudar y ser solidarios en este contexto es evaluar, precisamente, dónde hacemos nuestras compras.
Si vamos a optar por el delivery para comida o productos de primera necesidad, existe una gama de iniciativas para mostrar dónde hay emprendedores y espacios gastronómicos locales que hacen delivery o que tienen otras modalidades (take away, encargos, compra futura), en Buenos Aires y en otras partes del país.
Otra de las cuestiones a observar tiene que ver con las condiciones de seguridad y recaudos que toman las grandes plataformas de compra online en sus centros de distribución y en sus depósitos. La especialista en tecnología del New York Times, Shira Ovide, advertía que las compañías de tecnología habían construido su éxito sobre la base de mano de obra barata. Vale la pena preguntarse por las políticas y prácticas actuales y considerar alternativas, como comprar alternadamente en forma online y presencial.
Que haya habido un aumento en el porcentaje de compradores primerizos en diversas categorías (según destaca un informe reciente de Mercado Libre), es un dato relevante que muestra que, a raíz de la necesidad por el contexto que estamos viviendo, las ventas online están llegando cada vez a más público y naturalizándose como modalidad. Ante el avance de la compra online, preguntas respecto de lo que implica en términos ambientales también deberían entrar en consideración.
Se suele hablar de que estas compra, si bien son más cómodas, diluyen la conciencia respecto de las distancias y de la cantidad de intermediarios que muchas veces intervienen, generando traslados innecesarios con las consiguientes emisiones de CO2, a las que hay que adicionar las provenientes de la producción. Amazon, líder del comercio electrónico, emitió 44,5 millones de toneladas de dióxido de carbono en 2018, según sus datos (casi tanto como las emisiones de todo un año de países como Suecia o Bulgaria).
Y eso, sin mencionar otros aspectos normalizados u opacados por la idea de conveniencia o rapidez a la hora de comprar online, como el packaging (por lo general, excesivo y con materiales poco ecológicos como el plástico). Según una nota de marzo último publicada en el sitio El Español, las montañas de residuos que genera el comercio electrónico representan ya el 30% de los desechos sólidos de Estados Unidos, de acuerdo con datos de la Agencia de Protección Ambiental del país. ¿Y qué pasa con el impacto ambiental de las devoluciones? Esto agrega una complejidad mayor, aunque con la emergencia sanitaria estas acciones se redujeron en lugares como Estados Unidos.
En la Universidad de Washington en tanto, la profesora Anne Goodchild encontró que consolidar el delivery en un área (con centros de retiro de mercadería) genera menos daño ambiental que la opción de la gente trasladándose ida y vuelta a las tiendas. De hecho, una modalidad que se usa bastante en otros lugares del mundo y que podría disminuir la interacción humana, algo crucial en este escenario, es el de los puntos de pickup o retiro con lockers.
Si fuera de esta coyuntura de emergencia las cuestiones para decidir comprar con el menor costo ambiental se centraban en la real necesidad del producto, en buscar que haya sido fabricado lo más localmente posible, y en que la producción fuera lo más ecológica posible, hoy los términos se ven afectados por la movilidad y los riesgos de contagio, así como también por la disponibilidad de productos. Una buena estrategia puede ser alternar entre delivery y retiros en puntos de distribución (varias empresas los ofrecen), evitando el transporte público y manteniendo la distancia social y el uso del tapabocas . Además de ir con bolsas reutilizables o con envases propios. Cuando se trata de víveres y alimentos, cada vez más locales y mercados ofrecen comprar a granel y bajo esta modalidad.
Otro factor a evaluar de la compra online es la posibilidad de saturar canales o servicios, generando problemas a quienes realmente lo necesitan (personas en población de riesgo u otros), o bien ayudar a generar escasez de ciertos productos. Una recomendación que aplica tanto por temas ambientales como de solidaridad social es comprar menos cosas en general, y además, como explican algunos expertos, tener paciencia y no pedir envíos urgentes para todo.
Dicho todo esto, si se va a comprar por delivery, un aspecto general a tener en cuenta es que en este momento tanto para los trabajadores como para los locales, el hecho de comprar es una manera concreta y activa de colaborar con sus economías. De igual modo, dejar propinas generosas es algo que distintas plataformas de envíos han habilitado, como también la posibilidad de hacer aportes para los negocios. Nuestra compra y la manera en que la hacemos importa más de lo que creemos.
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