Producción de petróleo en el mar: la industria defiende la actividad y aclara “discursos que confunden”
El Instituto Argentino del Petróleo y del Gas (IAPG) realizó un informe para “desmitificar” cuestionamientos y mostrar el impacto económico de las operaciones offshore en otros países
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Es una de las pocas políticas económicas en las cuales hay continuidad en los gobiernos de Mauricio Macri y Alberto Fernández, pero es percibida de manera muy negativa por parte de un grupo de la sociedad. La producción de petróleo y gas costa afuera (offshore) es vista por los políticos como una nueva fuente de ingresos, que puede generar dólares para el país y crear fuentes de trabajo de calidad. Sin embargo, una parte de la sociedad ve peligrosa la prospección sísmica y considera que afectará a los animales acuáticos.
Las petroleras miran con preocupación esta situación y, a través del Instituto Argentino del Petróleo y del Gas (IAPG), realizaron un informe para desmentir “discursos que confunden” y mostrar el impacto económico de las operaciones offshore en otros países.
En la Argentina, la actividad gasífera costa afuera no es nueva. Desde la década de 1970, el país cuenta con plataformas de exploración y producción offshore en la cuenca Austral, frente a Tierra del Fuego y Santa Cruz. Las únicas empresas que al momento extraen el hidrocarburo en el mar son la francesa Total Austral y la chilena ENAP, que producen el 18% del total de gas disponible en el país.
En 2019, el gobierno anterior adjudicó 18 bloques para explorar la existencia de gas y petróleo en el mar argentino a 13 empresas, de las cuales tres son de capitales nacionales (YPF, Tecpetrol y Pluspetrol) y las 10 restantes son extranjeras: Equinor, Total Austral, BP Exploration, Shell, Qatar Petroleum, ExxonMobil, Wintershall, Tullow Oil, Mitsui y Eni. Al momento de la adjudicación prometieron una inversión inicial de US$724 millones para analizar los 200.000 km2 (equivalente a la superficie de Río Negro) con profundidades de 100 a 4100 metros.
“¿Por qué se hace?”, se pregunta el IAPG en el informe. “Prácticamente, no existen estudios sobre la plataforma continental y es necesario evaluar la potencial existencia de hidrocarburos. Es necesario asegurar el desarrollo económico del país para los próximos años y fomentar una actividad de alta cadena de valor, capaz de traccionar la industria nacional, y los bienes y servicios”, explica.
El IAPG da también tres lugares como ejemplo de transformación de su economía a raíz de la presencia de la actividad offshore: la ciudad de Macae en Brasil, Noruega y Guyana. “Macaé tiene un PBI per cápita 200% por encima de la media nacional. Además de ser una ciudad turística por sus playas, dicha infraestructura se aprovecha gracias a actividades y eventos relacionados con la actividad hidrocarburífera”, dice el informe.
“Hasta fines de los años 60, Noruega fue uno de los países más pobres de Europa. La economía se basaba en la pesca y la agricultura. En 1969 comenzó el desarrollo masivo de los hidrocarburos offshore. Hoy, Noruega es uno de los países más ricos del mundo, con una economía diversificada, pero impulsada desde hace medio siglo por el petróleo. Noruega tiene el tercer mejor PBI del mundo per cápita y es considerado uno de los países más igualitarios del mundo”, afirma el IAPG.
Acerca de Guyana, el informe dice que hubo un importante descubrimiento de hidrocarburos en el mar en 2019 y que, “en 2020, el PBI de ese país fue el de mayor crecimiento a nivel mundial (un 45%)”, en un año donde todas las economías estuvieron afectadas por la pandemia. “Se cree que para 2025 el país podría quintuplicar su PBI”, proyecta.
Sobre los trabajos de sísmica, que fueron autorizados la semana pasada por el Ministerio de Medio Ambiente y desataron las manifestaciones en Mar del Plata, el IAPG explica que “no se utilizan explosivos de ningún tipo, sino que se trata de generar sonido con aire comprimido”. “La potencia del sonido se reduce drásticamente con la distancia de la fuente”, indica.
“Discursos que confunden”
El informe busca “desmitificar” cuestionamientos que se le realizan a la actividad. En primer lugar, señala como “falso” que “las operaciones offshore destruyen el mar y lo dejan devastado”. “Existen desde hace décadas decenas de miles de pozos operativos en todos los mares del mundo, sin que se registre una hecatombe ecológica, incluso en países reconocidos por su responsabilidad ambiental, como Noruega, Canadá, Nueva Zelanda, Australia y Brasil. La clave está en regular, no en prohibir”, dice el texto, acompañado de una foto de una ballena que nada bajo una plataforma petrolera en Australia.
“Las ballenas y la actividad offshore conviven allí desde hace más de 60 años. Australia tiene la mayor población de ballenas jorobadas del mundo, y dicha población está en crecimiento”, dice el epígrafe de la foto, que da a entender que la presencia del animal significa que la actividad no contamina.
En segundo lugar, considera “falso” también que “las energías renovables son la solución al abastecimiento energético, sin impactar en el medio ambiente”. “Si bien el viento y el sol son fuentes de energía renovable, los aerogeneradores y los paneles fotovoltaicos no lo son, ya que dependen fuertemente de la minería y generan huella de carbono. También es necesario tener en cuenta el costo de la energía de respaldo, de electrificar el transporte y los servicios, y su mina de tierras raras”, indica.
Luego señala como “verdadero” que es “urgente descarbonizar la matriz energética para detener el cambio climático”. “Es un hecho la necesidad de alcanzar la neutralidad de carbono en la matriz y el compromiso de hacerlo a 2050. Pero no todos los países tienen igual responsabilidad ni la misma urgencia. Según los compromisos firmados en la COP XXV de París, cada país debe hacer su propia transición energética. Además, los recursos offshore constituyen un recurso económico para el país, y no solo energético”, indica.
Por otro lado, vuelve a considerar “falso” que estemos “frente a una nueva embestida de las corporaciones multinacionales, que se llevarán las riquezas y dejarán devastación”. “Se trata de una iniciativa del Estado Nacional, que convocó a las empresas interesadas. Algunas son de capitales nacionales (privados y estatales); otras, de capitales extranjeros; y otras, mixtos. Todas ellas trabajan bajo las mismas condiciones y bajo su propio riesgo. El principal beneficiario de la actividad es el Estado Nacional (en definitiva, los argentinos)”, concluyó.
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