Problemas para la cadena Dia: despidió a su CEO y refinancia su millonaria deuda
Por segunda vez en apenas cuatro meses, la cadena de supermercados Dia cambia de jefe. La profunda crisis que atraviesa la empresa, que la ha colocado en situación de patrimonio neto negativo, se ha cobrado este viernes la cabeza de Antonio Coto, que había sustituído en agosto a Ricardo Currás, según ha informado la empresa mediante un hecho relevante remitido a la CNMV.
Borja de la Cierva le sustituirá al frente del consejo, en el que entran Jaime García Legaz, ex presidente de Aena, y Miguel Ángel Iglesias Peinado. La empresa informa también de que está a punto de cerrar con la banca acreedora un acuerdo para refinanciar su deuda en el que se contempla una línea de liquidez de 200 millones para seguir operando y una ampliación de capital por 600 millones. Además, revisa sus cuentas y admite que, fruto del deterioro de algunos activos, está en patrimonio neto negativo.
Con ese acuerdo inminente con los bancos, cuando se confirme, la empresa logrará un respiro. Ha conseguido un acuerdo de refinanciación de su deuda bancaria y activar una línea de crédito para hacer frente a sus compromisos a corto plazo. La Comisión Nacional del Mercado de Valores había suspendido la cotización de la empresa antes de la apertura del mercado, a la espera de que fuera "difundida una información relevante sobre la citada entidad".
Los rumores sobre un supuesto acuerdo ya casi zanjado con la banca comenzaron la tarde de ayer y, de hecho, los títulos se dispararon al final de la sesión del jueves, marcando una subida del 22% (en un día negativo para la Bolsa en general), hasta los 0,44 euros por acción, tras una escalada que comenzó a las 15.30 horas. La empresa, pese a este tirón, acumula en lo que va de año una caída del 90% en el mercado. Su capitalización total en Bolsa es ahora de solo 269,7 millones de euros.
La cadena de supermercados ha vivido un año más que turbulento. Las primeras señales claras de la crisis empezaron a asomar el mes de febrero. El magnate ruso Mijail Fridman se acababa de hacer con el 25% de los títulos cuando la empresa presentó sus resultados de 2017: ganó un 37% menos por la caída de ventas en España. Los resultados hasta marzo fueron todavía peores, con una caída de sus ganancias del 74%, que hizo que en Bolsa ya se desplomara un 9%.
Desde entonces, ha ido cuesta abajo: en agosto, por sorpresa, la cadena despidió al consejero delegado, Ricardo Currás. El socio ruso Fridman elevó su participación al 29% y se recuperó en Bolsa, ante la perspectiva de una posible opa. Sin embrago, en 15 de octubre la empresa anunció que reducía su previsión de resultados de 2018. Y el varapalo en el parqué fue de récord: bajó el 42,2% en un día. Las caídas se han sucedido desde entonces, agudizadas después de que las agencias de calificación rebajaran la nota a bono basura.
Los problemas siguieron después: corrigió sus cuentas en octubre para aflorar facturas, rechazó publicar su cifra de beneficios hasta septiembre y el presidente interino, Stephan DuCharme, dimitió del cargo la semana pasada, para trabajar desde fuera "en un plan" de sostenibilidad. Tuvo que abandonar el Ibex.
El 12 de diciembre, la compañía ya anunció que preparaba una ampliación de capital de 600 millones de euros —más del doble de su capitalización bursátil— para "fortalecer la estructura de capital del grupo". Y que, en paralelo, estaba ultimando una renegociación de su deuda con varios bancos, que esperaba cerrar antes de fin de año, lo que incluye una línea de crédito para hacer frente al pago a proveedores
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