Primero hay que medir y conocerla pobreza
Hace unos días, en la ciudad de Tucumán se reunieron especialistas de varios lugares del mundo a discutir sobre la pobreza. El evento, denominado "Entre la medición y la acción: debates en torno al bienestar", fue organizado por Unicef y la Secretaría de Estado de Gestión Pública y Planeamiento del gobierno de la provincia de Tucumán. Su principal objetivo fue intercambiar y debatir perspectivas y experiencias acerca de las distintas metodologías de medición de bienestar y las respuestas de política pública que se desprenden.
Una de las conclusiones fue que la erradicación de la pobreza requiere, indefectiblemente, conocer su tamaño real y qué características tienen aquellas personas que identificamos como "pobres". No tener dinero suficiente es, sin duda, una de las manifestaciones más claras de esa pobreza, pero no la agota. El hacinamiento y la carencia de baño y de otros servicios, como el acceso al agua potable, constituyen también formas de privación, entre muchas otras.
Más allá de las discrepancias conceptuales y metodológicas, hubo acuerdo también en que la medida de pobreza debe ser oficial, es decir, debe resultar del consenso social acerca de lo que significa "ser pobre en la Argentina hoy". Además, que debe ser el Estado el encargado de recolectar los datos que permitan calcularla. Sobre esto último es claro que hay muy buenos relevamientos estadísticos en la Argentina, los que adecuadamente reformulados permitirían calcular una medida (aunque sea básica) de este fenómeno que nos aqueja.
Hubo acuerdo también en que la niñez es la prioridad en la lucha por la erradicación de la pobreza. Los demás objetivos, alineados a los objetivos de desarrollo sostenible y a la Convención sobre los Derechos del Niño (ambos formulados por las Naciones Unidas), proporcionan guías conceptuales para el desarrollo de la medición de la pobreza que se necesita.
Especialista en monitoreo y evaluación de Unicef en la Argentina