Presupuesto para 2025: lo que verdaderamente importa
En el avance que el Poder Ejecutivo envió al Legislativo, precisó cuatro criterios fundamentales que guiarán su accionar fiscal; equilibrio, planes sociales sin intermediarios, modernización y simplificación del Estado, y mayor presupuesto para defensa y seguridad
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“El presupuesto nacional es una autorización de gastos y un pronóstico de ingresos, así que déficit -o superávit- no sé qué son”. Palabra más, palabra menos, fue una de las grandes verdades que Cayetano Licciardo me metió en la sangre, en la UCA, en 1964, cuando quien había sido director nacional de presupuesto, y luego ministro de Economía y de Educación, completó algunas clases de un curso de finanzas públicas.
Licciardo enfatizaba que diputados y senadores pueden votar la cantidad de maestros, bomberos y enfermeros que trabajan en el Estado, pero no están en condiciones de pronosticar qué va a ocurrir con la recaudación impositiva.
El presupuesto nacional se confecciona en pesos corrientes. Lo cual implica pronosticar qué va a ocurrir entre el año presente y el próximo con la tasa de inflación, la modificación del tipo de cambio, la tasa de interés, el PBI real, etc. Tarea a cargo de funcionarios de Hacienda, que no se las envidio.
En el pasado, con enorme frecuencia, el presupuesto subestimaba la verdadera tasa de inflación, generando recaudación superior a la prevista, que el Poder Ejecutivo asignaba de manera discrecional/arbitraria; y encima, como regía la “emergencia económica”, reasignaba partidas de gasto de manera que calificar al presupuesto como “ley fundamental de la Nación” sonaba a humorada.
Entonces, ¿nada? Al contrario, mucho. Pero no en el plano numérico, sino en el de la orientación decisoria. En el avance que el otro día el Poder Ejecutivo le envió al Legislativo, precisó cuatro criterios fundamentales que guiarán su accionar fiscal. Cito de memoria: mantenimiento del equilibrio fiscal, planes sociales sin intermediarios, modernización y simplificación del Estado, y mayor presupuesto para defensa y seguridad.
Estas son pautas muy precisas, que por supuesto tendrán que ser llevadas a la práctica. Pero con respecto a la experiencia del primer semestre de 2024, indican de manera nítida que la orientación puesta en práctica a partir del 10 de diciembre de 2023 no sólo continuará durante el resto del año en curso, sino también en el próximo.
Muchos colegas puntualizan desafíos que plantea la continuación de la política económica. Mi visión de dichos desafíos no es estática (sonamos), sino dinámica (¿qué harán las autoridades cuando se enteren de esto?) porque a todo responsable de una función ejecutiva siempre le doy el beneficio de la duda.
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