Premio Nobel de Economía 2024: mañana habrá fumata blanca
La ceremonia puede seguirse a través de una página online; cómo es el perfil de quienes fueron galardonados hasta ahora en la categoría y qué contribuciones hicieron algunos de ellos
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Mañana por la mañana, bien temprano, se conocerá el nombre del, o de los (máximo tres) personas que obtuvieron el premio Nobel en Economía. A la ceremonia se accede través de Nobelprize.org. No se asuste si al comienzo no entiende nada, porque primero hablan en sueco y luego en inglés. Aviso para economistas: terminado el anuncio, en la misma página web se publica scientific background, una muy útil monografía donde se reseñan las contribuciones de los galardonados y las referencias bibliográficas más importantes. Se aprende mucho leyéndola. La ceremonia de entrega del premio tendrá lugar a mediados de diciembre.
A la espera del anuncio, conversé con el estadounidense Robert Merton Solow (1924-2023), quien obtuvo el Nobel en 1987. Estudió en Harvard y enseñó en el MIT. Le preguntó a Barbara Lewis, quien sería su esposa de toda la vida, si había elegido economía y si era interesante; como ella le dijo que sí… ¡eligió economía! Los profesores de Harvard no lo impresionaron, excepto Wassily Wassylovich Leontief. Según Alan Stuart Blinder, “simplemente podría ser considerado el mejor profesor de economía de todos los tiempos.
Comparte con John Kenneth Galbraith su habilidad para escribir; con Milton Friedman, su destreza en el debate oral, y con Paul Anthony Samuelson, la forma en que utiliza las matemáticas en economía”. ¿Será verdad que, como dijo Solow, “el desarrollo del departamento de economía del MIT se debe a que Harvard nunca nos aceptó ni a Samuelson ni a mí?” Se ve a sí mismo como un ecléctico incorregible, falto de carácter, que escucha a Friedman un minuto y su mente se llena de ejemplos de fracasos del mercado, pero escucha un minuto a Galbraith y se llena de las bondades del mecanismo de mercado.
–Me encantó lo que pensó y dijo cuando se enteró de que había ganado el Premio Nobel.
–Es que cuando uno tiene 63 años y suena el teléfono a las 5 de la mañana, lo primero que piensa es si le pasó algo a alguno de sus hijos. Era para avisarme que había ganado el Premio Nobel. Le dije a mi mujer que volviéramos a dormir, pero fue imposible. Mi hijo John, también economista, me dio un gran consejo: “Papá, no digas cosas estúpidas sobre el mercado accionario”.
–Según el Comité Nobel, usted ganó el premio por “su excepcional contribución a la teoría del crecimiento económico”, que se encuentra en un par de monografías publicadas en 1956 y 1957. ¿En qué consistió dicha contribución?
–En un par de sorpresas. En que la tasa de crecimiento del PBI de un país no depende de la tasa de ahorro, y en la explicación de la enorme cuantía del residuo, es decir, la porción del aumento del PBI no explicada por el mayor uso de factores productivos.
–¿Podría ser más específico?
–Mi interés por la teoría del crecimiento económico surgió de la disconformidad que, en el modelo Harrod-Domar, me producía el hecho de que la tasa de ahorro, la tasa de crecimiento de la fuerza laboral y la relación capital-producto fueran constantes, hechos de la naturaleza. Porque en estas condiciones el equilibrio sostenido es un milagro. La otra cosa que no me gustaba del modelo Harrod-Domar era su receta de que para duplicar la tasa de crecimiento de una economía, simplemente había que duplicar su tasa de ahorro.
–Pero usted se fue al otro extremo, construyendo un modelo en el cual la tasa de crecimiento del PBI es independiente de la tasa de ahorro. ¿Cuál es el mensaje de su segunda monografía?
–En base a datos de Estados Unidos se concluyó que nada menos que 7/8 del crecimiento del producto por hora trabajada podía ser atribuido al “cambio tecnológico”, definido en sentido amplio, algo que parece estar en contra del sentido común. La tecnología sigue siendo el motor dominante del crecimiento, con la inversión en capital humano en segundo lugar. Hay mucha más exogeneidad en el cambio tecnológico de lo que captan los modelos de crecimiento endógeno. Las computadoras están por todos lados, menos en los datos sobre el aumento de la productividad. Las computadoras no tuvieron un impacto comparable al que tuvieron la electricidad o el motor de combustión interna.
–¿Podría sintetizar la historia del Premio Nobel de Economía?
–Con gusto. A comienzos del siglo XX, Alfred Nobel creó los premios que llevan su nombre en medicina, física, química, literatura y paz. Cuando en 1968 el Banco Central de Suecia celebró el 300 aniversario de su fundación no tuvieron mejor idea que “bancar” el equivalente en economía. Es un galardón con otra denominación, que se rige por las mismas pautas que los premios originales.
–¿Cuáles fueron los resultados, hasta ahora?
–Entre 1969 (el primer año en que se otorgó) y 2023, 93 personas lo obtuvieron. Veintiséis, de manera individual; 40, en grupos de dos, y 27, en grupos de tres. Noventa varones, tres mujeres. Dato importante para los premiados: la gloria puede ser infinita, pero el monto total del premio es fijo.
–Sigamos.
–En el momento de ser galardonados, en promedio tenían 66,9 años de edad. Hurwicz tiene el récord máximo, porque lo recibió a sus 90 años –Shapley se le acercó mucho: tenía 89 años–. Arrow, galardonado en 1972, fue el benjamín del grupo hasta 2018 inclusive, porque se lo otorgaron cuando tenía 51 años, pero en 2019 fue desplazado por Duflo, quien cuando lo obtuvo todavía no había cumplido 47 años. Cuarenta y nueve de los 93 premiados fallecieron. Vernon Lomax Smith, nacido en 1927, es el más viejo de los que viven. En los últimos 12 meses fallecimos Kahneman y yo.
–¿Qué más?
–En promedio, vivieron 17,6 años luego de haber recibido el galardón. Encabeza la tabla Arrow, quien vivió 45 años más, seguido por Samuelson, quien vivió 39 años más. Vickrey, en el otro extremo, murió pocos días después de que se lo otorgaran y, por consiguiente, no pudo pronunciar la conferencia Nobel. 1943 y 1953 fueron los años en que nacieron más premios Nobel en Economía; en 1943, Kydland, Sargent, Spence y Stiglitz; en 1953, Bernanke, Diamond, Krugman y Tirole. 2013 fue el año en que fallecieron más galardonados: Buchanan, Coase, Fogel y Klein.
–¿Es el Nobel de Economía un premio “norteamericano”?
–Cincuenta y cuatro de los 93 galardonados nacieron en Estados Unidos (58,1% del total) y 22 en otros países, pero migraron y desarrollaron su carrera profesional en dicho país (equivalen a 81,7% del total). De los 17 restantes, tres nacieron en Inglaterra, dos en Alemania, dos en Francia, dos en Noruega y dos en Suecia, uno en Escocia, uno en Holanda, uno en Chipre, uno en la India, uno en Indias Occidentales y uno en Rusia.
–¿Sus candidatos para 2024?
–Me cansé de perder apuestas, así que mejor esperemos a mañana. Viene a cuento la afirmación del inolvidable Samuelson, para quien el Premio Nobel no cumple con el criterio de bienestar de Vilfredo Pareto, porque genera algunas alegrías y muchas desilusiones.
–Don Robert, muchas gracias.