Precisiones imprescindibles sobre las gestiones de Gelbard y Rodrigo
La discusión sobre la economía argentina de los ‘70 se volvió actual a partir de la reivindicación de algunas figuras de esa época
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José Ber Gelbard fue ministro de Economía de la Nación durante 514 días, hace medio siglo. Celestino Rodrigo lo fue durante 48 días, un par de años después. El primero fue calificado por Silvina Batakis como el mejor titular de la cartera económica de nuestro país. El segundo personifica, para muchos, el inevitable desenlace del actual proceso económico. Si queremos entender el pasado para pronosticar el futuro, mejor que en ambos casos les prestemos atención a algunos hechos que los análisis simplistas ignoran por completo.
Sobre el particular conversé con el argentino Valeriano Francisco García (1938-2020), quien estudió en las universidades de Tucumán (UNT) y de Chicago, y enseñó en la UNT, la Universidad de Chile y el Cemla. Entre 1998 y 2000 representó en el directorio del Banco Mundial a la Argentina, Bolivia, Chile, Paraguay, Perú y Uruguay, y entre 2000 y 2006 asesoró a los gobiernos de varios países de América Latina.
–Además de tu tarea como profesor, sos recordado por haber inspirado la creación de la Fundación del Tucumán, entidad que presidiste desde su fundación, en 1985, hasta 1987.
–Esfuerzo que encaré con Severo Gorgonio Cáceres Cano, con el apoyo de Manuel Paz. Según Oscar Luquin, expresidente de la fundación, convoqué personalmente a empresarios y forjé una de las escuelas de negocios para formar el capital humano de la región, con el mismo nivel que en Buenos Aires o en Estados Unidos.
–Usé mucho tu Reseña crítica de la historia económica de Argentina, que publicaste en 1973. Por eso, quiero que nos ayudes a entender el paso de Gelbard y Rodrigo por el Ministerio de Economía.
–Comencemos por Gelbard, un caso atípico, porque lo frecuente es que el presidente de la Nación tenga varios ministros de Economía, mientras que Gelbard fue ministro de cuatro presidentes consecutivos: Héctor José Cámpora, Raúl Alberto Lastiri, Juan Domingo Perón y María Estela Martínez de Perón.
–Sorprende la facilidad con la cual economistas y periodistas califican a determinada gestión económica como la mejor o la peor. Porque, seriamente, ¿sobre qué base habría que generar tales calificativos?
–Sobre la base de un conjunto de indicadores que deberían poder medirse, los cuales tendrían que ser ponderados según cierto criterio. Enorme desafío que también enfrentan quienes confeccionan rankings de países o de universidades.
–Gelbard fue seguido por Rodrigo en el cargo, ¿hay algo más que agregar?
–Varias cosas para superar la superficialidad, muy bonita para impactar, pero poco útil para contar con buenos diagnósticos.
–Empecemos por Gelbard.
–Técnicamente, el plan Gelbard fue elaborado por un equipo liderado por Orlando Arnaldo D’Adamo, su viceministro. Algunos hechos claves para tener en cuenta: 1) “inflación cero” fue un objetivo enunciado por Perón, en la CGT, que Gelbard tuvo que adoptar como suyo; 2) además del fuerte aumento de los precios en dólares de los productos primarios, la Guerra del Yom Kippur cuadruplicó los precios del petróleo, y 3) según el testimonio de uno de los miembros del equipo de Gelbard, él quería devaluar, pero el presidente del Banco Central, Alfredo Gómez Morales, se lo impidió.
–¿Estás declarando a Gelbard “inocente”?
–No, estoy sumando importantes elementos de juicio. El objetivo antiinflacionario planteado por Perón resultó muy inconsistente con las políticas fiscales y monetarias. La fuerte suba de los precios en dólares de productos de exportación e importación con tipo de cambio fijo hacía imposible la eliminación de la inflación, por más ortodoxa que fuera la política económica. En cuanto a la flexibilización cambiaria…
–Aquí es donde entra en juego Gómez Morales.
–Suele olvidarse que, entre Gelbard y Rodrigo, durante ocho meses, don Alfredo ocupó el Ministerio de Economía. Generó al inicio gran expectativa, pero lo único que hizo fue languidecer. En condiciones de desequilibrio, perdió un tiempo precioso.
–Y llegó Rodrigo.
–Como en el caso de Gelbard, la sustancia del programa implementado a mediados de 1975 estuvo a cargo de Ricardo Zinn, viceministro de Economía. Sobre el cual se contaba, en aquel entonces, la siguiente historia: “la puerta de tu casa no abre, lo contratás a Ricardo para que la abra; estaciona un camión con dinamita, lo hace explotar, la puerta se abre… pero no sabemos cuánto queda de tu casa”.
–Concretamente, ¿cuáles fueron las medidas anunciadas?
–En el entendimiento de que por paritarias se había acordado un aumento salarial de 38%, de movida el Poder Ejecutivo dispuso más que duplicar los tipos de cambios y las tarifas de las empresas públicas.
–Obvio, dados los desequilibrios externo y fiscal, respectivamente.
–Obvio desde el punto de vista del diagnóstico, porque a mediados de 1975 la Argentina no tenía ni reservas ni posibilidad de endeudarse en dólares y, por ende, tenía que corregir el déficit comercial, para lo cual había que reducir la absorción interna de productos exportables, y esto requería la reducción del salario real. Y algo parecido ocurría con los ingresos y los gastos de las empresas públicas.
–Sabemos lo que pasó. La reacción sindical neutralizó esos aumentos, por lo cual Rodrigo decía que lo que ocurrió fue un “sindicalizazo”, aumentando fuertemente la tasa de inflación y el reemplazo de Rodrigo, por Pedro José Bonanni primero, y por Antonio Cafiero después.
–Ahí, el punto a enfatizar es que el Rodrigazo-Sindicalizazo no fue simplemente el resultado de los desequilibrios externo y fiscal, sino también de la aparición de un equipo económico que, ignorando la debilidad política en la cual se desenvolvía, pretendió corregir los desequilibrios aplicando un esquema de shock con dosis inesperadamente altas. Ni los más pesimistas pronosticaron en esa época los aumentos dispuestos.
–¿En qué se parecen y en qué se diferencian la Argentina de 1975 y la actual?
–Se parecen en la debilidad política que muestra el Poder Ejecutivo, que objetivamente le pone un techo al accionar ministerial. Se diferencian en que Batakis no parece intentar algo parecido a lo que ensayó Zinn. El desafío es parecido, pero la respuesta no tiene por qué serlo.
–Elabore este punto, porque es muy importante.
–El actual gobierno ni siquiera piensa en un Fabregazo, como se denominó al aumento de 33% del tipo de cambio oficial dispuesto por el entonces presidente del Banco Central Juan Carlos Fábrega. Totalmente entendible, no porque el actual enfoque administrativo, con el cual opera el segmento oficial del mercado de cambios no genere dificultades, sino porque en las actuales circunstancias políticas y de carencia de un verdadero equipo económico, esto generaría más dificultades. Y ya tenemos bastantes.
–Recordado Valeriano, muchas gracias.