Precios relativos: desde que asumió Milei, los alimentos subieron 136%, mientras que las tarifas energéticas aumentaron 219%
La distorsión del valor de los bienes y servicios es uno de los problemas económicos que heredó el Gobierno, junto con la situación fiscal y el saneamiento del balance del Banco Central (BCRA)
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Dentro de la lista de problemas económicos que heredó el Gobierno, del que menos se habla es de la distorsión de precios relativos. Es una de las tres grandes operaciones macroeconómicas que el equipo económico de Luis Caputo tuvo que atacar, junto con la situación fiscal y el saneamiento del balance del Banco Central (BCRA), como dijo el economista Esteban Domecq.
La distorsión de los precios relativos se reflejó en los datos de inflación del año pasado: según el Indec, mientras que los alimentos y bebidas no alcohólicas habían subido sus precios en promedio 251,3%, el rubro de vivienda, agua, electricidad, gas y otros combustibles lo hizo un 149%.
Esta diferencia se debe a que los precios de los alimentos, que son bienes transables que se comercializan de un país a otro, son más sensibles a las variaciones de los tipos de cambios (oficial y paralelos), mientras que en los servicios hay en general mayores condicionamientos internos, con injerencia de los entes reguladores para ralentizar los aumentos de tarifas.
Desde que asumió Javier Milei, el 10 de diciembre pasado, en cambio, según el Indec, los alimentos y bebidas no alcohólicas subieron en promedio 136%, mientras que el rubro de vivienda, agua, electricidad, gas y otros combustibles lo hizo un 219%. Esto refleja la política tarifaria que aplicó el Gobierno sobre los servicios públicos, que tenían los precios parcialmente congelados. La actualización de los valores para los usuarios significó al fisco una baja sustancial del gasto en subsidios.
“Los sectores más rezagados están tirando el dato de inflación headline para arriba, mientras que los más adelantados ya crecen al ritmo de crawling peg”, destacó esta semana Leonardo Chialva, analista de Delphos Investment.
Un informe de la consultora Equilibra dice que el ancla cambiaria de devaluación mensual de 2% funciona, ya que los precios de los bienes –en su mayoría transables– viajaron a un ritmo promedio mensual de 3,3% entre mayo y agosto, mientras que la inflación en servicios –principalmente no transables– fue del doble: 6,6% promedio mensual.
Los precios de los servicios privados -turismo, gastronomía, prepagas, telecomunicaciones, que son intensivos en mano de obra- se movieron al 6,7% mensual promedio en los últimos cuatro meses, de la mano de la fuerte expansión del salario privado formal (superó 6% promedio mensual en dicho período), mientras que los servicios públicos, que dependen de decisiones de las autoridades, aumentaron 6,5% mensual promedio, dijo la consultora.
“Los precios relativos que había que ajustar era tipo de cambio oficial, tarifas y salarios”, dijo Lorenzo Sigaut, economista de Equilibra. En este sentido, desde diciembre a la fecha, mientras que la inflación acumulada fue 144%; el tipo de cambio oficial subió 166%; el blue, 41%, y el MEP, 36%. “Hay un consenso de que el tipo de cambio está volviendo a atrasarse, ya que en términos reales no está muy lejos de noviembre”, indicó el analista.
En cuanto a los salarios, según datos de la Secretaría de Trabajo, el empleo registrado privado está solo 0,3% por debajo del nivel que tenía en noviembre de 2023, previo a la devaluación de diciembre. “A diferencia de otras etapas, esta vez el crecimiento [de los salarios] se da con corrección de precios relativos”, dijo Martín Vauthier, asesor de Caputo y director del Banco de Inversión y Comercio Exterior (BICE).
El empleo registrado del sector privado, sin embargo, representa la mitad del mercado laboral de la Argentina, mientras que el empleo público alcanza al 30% del total y los trabajadores informales, el 20% restante. Los últimos dos sectores todavía pierden poder adquisitivo frente a la inflación, por lo tanto, solo la mitad del mercado laboral logró recomponer sus ingresos con relación a noviembre pasado.
“Tuvimos un sinceramiento cambiario seguido por un esquema que utiliza ancla cambiaria, además del esfuerzo del ancla fiscal. En ese contexto, es lógico que los precios que primero subieron fueron los de los rubros que mayor componente transables tienen y después los regulados, que son clave como parte del proceso de consolidación fiscal. Los que quedaron detrás fueron los no transables no regulados, como gimnasios, peluquerías, limpieza y hasta servicios de logística y almacenamiento”, analiza el economista Gabriel Caamaño, de la consultora Outlier.
“En la medida que la economía tocó piso y comenzó a recuperarse de la mano con el proceso de remonetización, todos esos precios empiezan a recuperar el terreno perdido. Eso también es parte del proceso de ajuste de precios relativos, y el proceso de apreciación real ayuda a explicar la resistencia de 4% sin recurrir a explicaciones raras. Lo que deberíamos ver es que rubros como alimentos o equipamiento y mantenimiento del hogar empiezan a converger más rápido al crawling de 2% mensual, mientras que otros rubros como servicios varios y partes de transporte no reguladas tardan más”, agregó Caamaño.
El ajuste de los precios relativos, sin embargo, volverá a “resetearse”, si el Banco Central aplica una nueva corrección cambiaria, que impactará en la inflación con una primera aceleración de precios de los bienes transables, que son los que primeros que hacen el “pass through” de los costos de la devaluación.
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