Precios para pisar menos el acelerador
Nadie niega la importancia de preservar el medio ambiente. Sin embargo, sin los incentivos adecuados, pocos tienen una conducta ecológicamente responsable. Ante esta situación, una de las soluciones es apelar al órgano con "mayor sensibilidad" del ser humano: el bolsillo.
Una innovación de una empresa india promete abrir un debate muy interesante. Se trata de un dispositivo que permite ajustar el precio de los combustibles, en función del grado de contaminación generado por cada conductor y su vehículo.
El dispositivo de la empresa Logica, llamado EMO , genera una especie de índice o scoring de buen comportamiento ambiental. En función de la puntuación alcanzada por cada vehículo y su conductor, se define en forma automática el precio a pagar en cada recarga de combustible. Un lector instalado en el surtidor de la estación de servicios es el encargado de verificar la información de cada vehículo y así definir el precio en cada ocasión.
El dispositivo de la empresa Logica, llamado EMO , genera una especie de índice o scoring de buen comportamiento ambiental
La contaminación generada por un vehículo es el resultado de una combinación de factores. Una porción de contaminación está asociada a las características propias del vehículo, principalmente el tipo de motor. La otra parte depende en gran medida del mantenimiento realizado por el propietario, además del estilo de conducción. En este último ítem el dispositivo considera situaciones como: aceleraciones desmedidas, circulación por zonas con embotellamientos que obligan a frenar y retomar la marcha constantemente, la utilización de la marcha adecuada para cada velocidad, entre otros factores.
El ámbito de aplicación de este tipo de dispositivos no debe ceñirse al ámbito de los combustibles. También podría ser una alternativa para implementar precios diferenciales en estacionamientos, peajes, seguros, y otros servicios relacionados con el uso de vehículos, según el índice de comportamiento ambiental.
Descuentos por buen comportamiento
En la implementación de este tipo de esquemas, y para evitar dolores de cabeza, hay cuestiones críticas que no resulta conveniente pasar por alto.
En general, no es recomendable recargar precios a los "malos", sino que resulta socialmente mejor aceptado, otorgar descuentos a los "buenos". Para realizar esto, el punto de partida debería ser el precio base del combustible, y luego recurrir a una escala de descuentos que premie a los conductores con mejor índice de comportamiento ambiental. ¿Acaso no le resulta más ofensivo escuchar de un recargo por pago con tarjeta, que si le ofrecen un descuento por pago efectivo?, aún cuando se trate en ambas situaciones de idénticos precios finales
En la implementación de este tipo de esquemas no es recomendable recargar precios a los "malos", conviene otorgar descuentos a los "buenos"
Además, y seguramente será un dato tenido en cuenta por las empresas del sector, este esquema resulta también un prometedor mecanismo indirecto de segmentación de precios en función del poder adquisitivo del conductor. Resulta mucho menos agresivo y socialmente aceptable establecer precios diferenciales de acuerdo al impacto ambiental de vehículo y su conductor, que directamente proponerlos según el tipo de vehículo, aunque en muchos casos se trate de criterios estrechamente relacionados.
Probablemente generaría una reacción negativa una propuesta de diferenciar los precios de los combustibles según el tipo de vehículo. Pensemos por ejemplo en llegar al surtidor y ver una tabla de precios que informara un tarifas diferentes para 4x4, autos grandes, medianos, y chicos.
Sin embargo, el índice de impacto ambiental, medido por el dispositivo en cuestión, guarda una relación cercana con el resultado final del criterio anterior. Por lo general, y especialmente si comparamos vehículos de antigüedad similar en situaciones de conducción equivalentes, los vehículos de mayor precio, son también los más contaminantes.
Por otra parte, en los vehículos de mayor antigüedad, el hecho de pagar finalmente un precio relativamente mayor por el combustible, debido a su pobre desempeño ambiental, puede actuar como incentivo extra para la renovación del parque automotor.
Si bien aún restan etapas experimentales de este desarrollo, se trata de una interesante propuesta para alinear dos grandes objetivos, que en ocasiones van por caminos diferentes: el buen comportamiento ambiental y el cuidado del bolsillo.
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