Porqué Monsanto quiere comprar Syngenta
La oferta de compra que Monsanto Co. hizo a su rival suizo Syngenta AG por US$ 45.000 millones resalta la creciente importancia global de los pesticidas agrícolas a pesar de los esfuerzos en varios países por reducir el uso de químicos en el combate de malezas e insectos dañinos para los cultivos.
De concretarse, la combinación —que la junta directiva de Syngenta rechazó en primera instancia— sería la mayor fusión de la historia en la agroindustria, de acuerdo con Dealogic, y crearía un proveedor líder de semillas y productos de fumigación para agricultores desde la pampa argentina hasta India.
La combinación tendría la capacidad de vender semillas genéticamente modificadas de soya, maíz y algodón junto con el herbicida Roundup y asesoramiento agrícola basado en la minería de datos.
La oferta de Monsanto, con sede en St. Louis, Missouri, busca aprovechar que el valor de la acción de su rival suiza se ha rezagado y sus ingresos han sufrido debido a la fortaleza del dólar y a los significativamente menores precios de los cultivos, lo que a su vez ha perjudicado el gasto de los agricultores en semillas y fumigación.
Syngenta, el mayor vendedor de pesticidas del mundo, dice que el acuerdo subvalora su negocio, y que Monsanto subestima los riesgos que las empresas enfrentarían para cerrar un acuerdo y asegurar aprobación de los reguladores. Monsanto ha enfatizado que su oferta ofrece "una prima muy atractiva" para los accionistas de Syngenta y que podría conseguir la luz verde de las autoridades.
Syngenta obtuvo 75% de sus ventas, de US$15.000 millones, de fungicidas, herbicidas y otros químicos de protección de cultivos. La adquisición llevaría a Monsanto de vuelta al negocio de los químicos tras dos décadas de invertir ampliamente en investigación de semillas biotécnicas. Cerca de dos tercios de los US$16.000 millones en facturación de Monsanto en 2014 provinieron de semillas y de licencias de genética de plantas a sus rivales.
Las compañías, cuyas acciones subieron el viernes tras la noticia, cerraron la semana con un valor de mercado combinado de US$96.600 millones. En 2014 dominaron en conjunto 30% de los US$57.000 millones en ventas de pesticidas, según estimados de la industria y datos financieros de las empresas, y cerca de 45% del mercado más pequeño de semillas, de acuerdo con BMO Capital Markets.
La oferta de Monsanto se produce en medio de un aumento de los desafíos para la industria de las semillas. El principal negocio de la empresa es la venta de semillas cuyo ADN ha sido modificado para darle al maíz, la soya, y otros cultivos atri-butos como la resistencia a ciertos insectos o herbicidas.
El crecimiento de este mercado se ha desacelerado: el año pasado, las ventas subieron 4,7% comparado con 8,7% en 2013 y un promedio de 21,3% durante los cinco años previos, según la firma de investigación Phillips McDougall Ltd.
Las semillas biotecnológicas enfrentan varios desafíos. Muchos países restringen el uso de organismos genéticamente modificados debido a preocupaciones sobre su impacto en la salud y el ambiente. Monsanto y otras empresas rechazan estas inquietudes. Los cultivos transgénicos son la norma en muchos partes del mundo. Después de Estados Unidos, Brasil y Argentina son los países con mayor área dedicada a este tipo de plantaciones con 42,2 millones y 24,3 millones de hectáreas respectivamente en 2014, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés).
Algunos consumidores están presionando para que los alimentos tengan un sello que indique que han sido genéticamente modificados, algo que ya sucede en países como Ecuador.
Entretanto, el cultivo generalizado de semillas creadas en el laboratorio para producir toxinas que eliminen insectos y resistan herbicidas como el Roundup ha contribuido a la evolución de las plagas y malezas que pueden sobrevivir a estos productos, dicen académicos. Eso ha ayudado a impulsar las ventas de insecticidas y herbicidas para controlar el problema.
Los defensores de las semillas modificadas y herbicidas relacionados dicen que ayudan a los agricultores a obtener mayores rendimientos y evitar pérdidas debido a insectos o enfermedades, lo que a su vez eleva las condiciones de vida de los cultivadores y mejora la seguridad de la cadena alimenticia.
La continua necesidad de soluciones químicas para controlar los problemas agrícolas y la lenta aprobación de las semillas biotécnicas por los reguladores aumentan el atractivo del sector de pesticidas, dijo William Young, director gerente de ChemSpeak LLC, una consultora agrícola de Connecticut.
Ante la saturación de semillas transgénicas en los mayores mercados de granos del mundo y la menor probabilidad de que China o Europa las aprueben pronto, los pesticidas ofrecen una oportunidad de expansión para Monsanto, dijo.
Buscar un acuerdo probablemente atraerá el escrutinio de los reguladores antimonopolio, que podrían requerir que Monsanto se deshaga de negocios que se superponen en semillas de maíz, soya y vegetales.
Los desafíos de cerrar una megafusión de esta envergadura se sumaría a las recientes dificultades de Monsanto. Entre ellos: una agencia de la Organización Mundial de la Salud clasificó en marzo al glifosato, el ingrediente clave en su herbicida Roundup, como un químico que potencialmente podría causar cáncer. Monsanto protestó vigorosamente la declaración de la OMS, citando décadas de análisis que demuestran la seguridad del producto. El sábado, el presidente de Colombia anunció que recomendará suspender la fumigación de cultivos ilícitos con el químico, que ha sido clave en la lucha del país contra las drogas.
Monsanto, Syngenta y otras empresas agrícolas también han estado lidiando con un menor gasto de los agricultores tras dos años de cosechas abundantes en América del Norte que llevaron a la baja los precios globales del maíz y la soya. Monsanto ha capeado la crisis mejor que Syngenta. Las acciones de la estadounidense habían subido 2,8% en los 12 meses hasta el viernes antes del anuncio de la oferta, mientras que las acciones de Syngenta habían caído 2,9%.
Andrew Morse y Jacob Bunge
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